Pulp Adiction

gonzalo pozo Carpio
Español en ruta
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2 min readMay 30, 2024

Reto3: Un pulpo, un edificio y la luna

Foto de galería

Caía ya la tarde cuando Basco decidió regresar, las últimas luces le imprimían un aspecto de postal a la ciudad, parecía una fotografía de esas que ganan certámenes. Los anuncios, escaparates, el alumbrado de la calle, los semáforos parecían competir entre sí para ver quien lograba el destello más llamativo, se mezclaban con el rojizo del atardecer, y pronto lo sustituirían haciéndose los dueños de la gran vía.

Paso a paso, iba dejando atrás el bullicio, de manera paulatina las luces se tornaban sombras, el ruido en silencio, el glamour de la urbe se iba disipando entre lo más cotidiano,ropa tendida, porteros automáticos pintarrajeados, olor a comida.

Nadie espera a Basco, no tiene prisa por llegar, ni interés por quedarse, hoy ya lo hizo todo, consiguió lo que buscaba, algo de cena, y lo justo para pasar el día de mañana, además lo más importante lo lleva dentro de su mochila de Exploited, es una bolsa de congelados que ha conseguido en la pescadería, allí trabaja un tipo que le cae bien, ya se conocían de antes, cuando todo era normal.

La degradación continúa, ahora ya no huele a comida, florecen charcos sospechosos en las esquinas, los cubos de basura contienen más cosas fuera que dentro y las voces han sido sustituidas por ladridos.

La puerta que hace de barrera está cerrada como siempre, en ella se puede leer un grito que dice NO HAY FUTURO, solo hay que tirar de uno de los lados para dejar el hueco justo para que un cuerpo penetre. A partir de ahí solo hay silencio, nadie más habita en esa vieja fábrica de porcelanas, quedó abandonada en la década de los ochenta, todavía quedan algunas cajas con el logo de Santa Clara. Solo dos pisos más arriba hay una puerta con una cadena y un candado, Basco saca la llave que lleva escondida en sus Dr. Martens color granate, nunca se sabe lo que puede pasar cuando uno sale de casa.

Y allí está su paz, su refugio, un colchón tirado en el suelo, una nevera pequeña con más bebida que otra cosa y lo único que le queda todavía de su anterior vida. La pecera, con ese resplandor azul,que le infunde tranquilidad, le gusta mirarla,ver a Sid allí pegado al cristal con esa cara de pulpo que dios le ha dado.

Se tumba en el catre y sueña con los ojos abiertos, achicados por el resplandor de la luna que entra por la ventana.

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