Encierros sin toros ya, por favor

España Bizarra
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5 min readAug 14, 2015

En algún punto intermedio entre ese denso bosque medieval de robles que las ardillas cruzaban saltando incansables de extremo a extremo, y el actual páramo de rotondas absurdas y abandonados complejos residenciales brutalistas, España fue un país dominado por el toro salvaje, donde el peligro acechaba a la vuelta de cada esquina y más valía tener buenos pies si se quería llegar entero a casa tras una dura jornada de picar piedra en el latifundio de turno. A diferencia de las grandes ciudades, donde el torero de guardia siempre estaba presto a proteger a los parroquianos lidiando con el enorme peligro que suponía un toro bajado del monte en busca de sangre fresca, en los pueblos imperaba la ley de la selva: si un morlaco olisqueaba tu triste alma, lo único que podía salvarte eran tus maneras de corredor.

Nacieron así, por pura necesidad, los encierros. Por todos los pueblos de España, de norte a sur, proliferaron como única forma de que los jóvenes aprendieran a huir, esquivar y sortear el peligro de un toro desbocado. Bien. Vale.

Lo que ya resulta más difícil de entender es por qué en estos tiempos de Dior, ya entrado el siglo XXI, sigue habiendo gente empeñada en correr delante de un bicho que no suele atender demasiado bien a razones. El toro salvaje se extinguió hace ya tiempo, y ahora los zagales de la ruralía tienen más miedo de los cuernos que les pueda poner su Yesi o a otra subida del gasóleo B.

¡Evolucionemos! Admitamos de una vez que, a excepción de unos cuantos descerebrados accidentes de la Ley de Darwin, el grueso de nosotros no estamos hechos para tirarnos a los pies de un toro. Los seguros de responsabilidad civil que arruinan las arcas de los pueblos empeñados en dar pábulo a estos valientes corredores, como si encarnasen el auténtico espíritu de una España ya muerta y casi enterrada, no son obligatorios por capricho. Seamos listos por una vez y transformemos esta arcaica estupidez en una fiesta divertida y apta para guiris, que para eso nos vienen a traer divisas.

Que no es tan mala idea, ya veréis. Aquí algunos ejemplos:

Boloencierros de Mataelpino

En 2009, los problemas presupuestarios obligaron a la localidad madrileña de Mataelpino, en pleno Parque Nacional de La Sierra de Guadarrama, a cambiar los toros de las Fiestas Patronales de San Bartolomé por unas gigantescas pelotas de hasta 120 kg de peso que bajan rodando por la calle. Desde entonces, estos boloencierros se han convertido en toda una tradición del mes de agosto, organizándose incluso concursos para decorar las bolas de la forma más original.

Llegada su fama a la sede central de PETA Europa en Londres, este grupo activista pro derechos de los animales decidió pagar a otras ciudades con tradición taurina las bolas a cambio de que abandonasen los encierros taurinos.

Encierro del bus de Torralba de Ribota

Corría la década de los 70 cuando por un error el Ayuntamiento de la localidad zaragozana de Torralba de Ribota no pidió los permisos necesarios para celebrar los encierros típicos de las fiestas patronales de San Félix. Alguien denunció a los responsables y las vaquillas tuvieron que suspenderse, sin que nadie haya vuelto a implantarlas. Desde entonces, los jóvenes del pueblo simulan un encierro corriendo unos metros delante del bus y saltando en un momento dado a las cunetas, dejándolo pasar mientras el conductor toca el claxon.

Hay quien dice que este encierro es una copia del no muy famoso Encierro de la Villavesa (nombre de la empresa local de autobuses), que se celebra oficiosamente el 15 de julio en Pamplona. No sabemos si es así, pero sí que los Sanfermines son una puerta que el demonio de la lujuria y la depravación usa para colarse en la vida de los navarros cada mes de julio, así que pasando.

Encierro inflable de Escañuela

En 2014 la localidad jiennense de Escañuela sustituyó los toros de sus encierros por unos muñecos gigantes inflables, obviamente más ecológicos y éticos. No solo eso, sino que el alcalde leyó al inicio del evento un alegato en defensa de los animales, lo que le valió la felicitación pública del Partido Animalista (PACMA).

Encierro de bisontes en Rincón del Soto

En 2014 los vecinos del pueblo riojano de Rincón del Soto celebraron por segundo año durante las fiestas patronales de la Virgen de Carravieso un encierro protagonizado por tres bisontes americanos, dos machos y una hembra. Obviamente, los animales no embistieron a nadie y no hubo peligro para las personas.

Por supuesto, Ecologistas en Acción de La Rioja presentó una denuncia contra el Ayuntamiento y la empresa organizadora, Toropasión, ya que igualmente se trata de maltrato para los animales. El gerente de dicha empresa defendió que no se trata de un encierro sino de una “exhibición”, pero claro, los bisontes son una especie protegida en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES).

Gresca legal aparte, es un paso adelante que luego no los toreen y maten. ¡Ánimo!

Sanfermines de roller girls (Nueva Orleans)

Cruzando el charco los intentos por copiar los universales y bárbaros sanfermines han sido múltiples. La mayoría de ellos emplean toros de los de aquel continente, con cuernos tamaño king size, y se dejan una pasta en seguros porque los americanos, a la hora de correr delante de un morlaco, pues se lo toman a risa y luego pasa lo que pasa.

Sin embargo, el avispado empresario Mickey Hanning ha creado una versión en la que quienes persiguen a los corredores no son cuadrúpedos, sino roller girls armadas con cuernos y bates de béisbol hinchables. Celebrado en Nueva Orleans, este running of the bulls cuenta con la asistencia de unos 20.000 corredores ataviados con la camisa blanca y el pañuelo rojo, como sus émulos de Pamplona. También suele colarse algún imitador de Elvis y otros personajes del folclore americano.

En importante señalar que está prohibido tocar a las patinadoras, que os estoy viendo las intenciones. Guarretes…

¿Me he olvidado algún encierro que se haga habitualmente sin toros? (No, no valen los infantiles.) Si crees que sí, dame un toque.

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Cazador de gamusinos, coleccionista de bizarradas, rotondismo violento