A mi yo del pasado

Randolf Rincón Fadul
Soy Randolf
Published in
7 min readFeb 18, 2017

Me gusta soñar qué pasaría si tuviera una máquina del tiempo. Si pudiera regresar al pasado. ¿Qué haría? ¿Qué dejaría de hacer? Pues bien, pese a que desde la física teórica es posible construirla, aún no hay avances claros. Entonces, lo que hago es visualizarme X años en el tiempo y escribirme a mí mismo, a mi yo del pasado, que en realidad es mi yo del presente. Hago esto con frecuencia, cada vez que necesito retomar el rumbo. Pero esta vez he decidido hacer pública la carta. A lo mejor a alguien le pueda servir, quién sabe, de pronto hay un yo paralelo, en algún otro lado de internet.

Carta a mi yo del pasado

Hola Randolf,

Le parecerá extraño que le escriba esto. No me conoce; pero me conoce mejor que a nadie. Soy usted mismo, pero soy otro que le escribe desde siempre, desde lejos. No me extenderé en la introducción, ya lo entenderá conforme vaya leyendo.

Tengo 19 puntos, sólo 19 puntos que creo que debería considerar, déle una leída cuidadosa, a lo mejor algo puede aprender:

  1. Va a morir. Debe recordarlo: va a morir. Podría ser hoy mismo. Entonces no hay que olvidarlo. Hay que sentirse agradecido por estar vivo. No hablo de Dioses ni nada por el estilo; sino de simple y humano agradecimiento. Por la capacidad de hablar, de caminar, de besar, de sentir. Por nuestros amigos y nuestra familia. Por quienes odiamos y quienes amamos. Todos, de una forma u otra, forjan nuestra vida —que es prestada—, y es bueno pensar qué pasaría si debiéramos regresarla hoy.
  2. Solo usted puede ejercitarse. Yo era la persona más sedentaria del mundo. Bueno, quizás del mundo no; pero al menos entre mis amigos sí lo era. Ya fuera por mi profesión o por la obsesión que tengo de estar aprendiendo. Cada vez que podía ejercitarme, sencillamente me hacía el loco, y no lo hacía. Pero la realidad que he venido a comprobar, después de volverme dedicado con el tema es que no puedo confiar en mi si no estoy activo.Mis emociones, mis reacciones, mi modo de pensar, mi modo de sentir, lo que digo y cómo lo digo; todo se ve afectado según haga, o no, ejercicio. Al menos media hora. No estoy diciendo que deba llegarse a la vigorexia; pero el Jogging y el Yoga han sido —al menos para mí— la mejor terapia que haya podido encontrar.
  3. Si quiere entender lo que piensa, escríbalo. No solo para estudiar o trabajar. También para pensar. Desde que me conozco tiendo a sobredimensionar las cosas y a pensar de más. Pero voy aprendiendo que lo mejor que puedo hacer en esos momentos es escribir. Me obliga a ser coherente. Me obliga a ser estructurado. Es importante. No solamente para uno, sino también para con quien uno interactúa. Entonces, cuando no tenga claro lo que piensa o lo que siente ¡trate de escribirlo!
  4. Usted es un promedio. Entender esto me costó años. Uno es un promedio de las 5 personas con las que más se relaciona. De los 5 lugares que más visita. De las 5 ideas que más medita. De las 5 cosas que más ama y, aunque suene paradójico: de las 5 que más odia. Siendo así, hay que aprender a ser selectivo. Decir que sí a todo, sólo le traerá problemas. Intentar agradar a todo el mundo, hará que se olvide de agradarse a usted mismo. Hay que pensar bien con quién se está y por qué. Hay que escoger a los amigos sabiamente —pues a la familia, buena o mala, toca aguantársela—, y sobre todo: hay que aprender a decir ¡adiós!
  5. Tenga a su lado, como amigos, a las personas más parecidas a usted. Tenga, como pareja, a la persona más diferente a usted que pueda amar. Así, vivirá feliz.
  6. Si no pide, no tendrá. La mayoría de personas nunca pedimos lo que queremos. Suena un poco raro; pero es una realidad. Sea por miedo, por humildad o por lo que fuere, la mayoría tenemos una tendencia irrefrenable a pensar las cosas y llegar a ellas de las formas más indirectas posibles cuando, por lo general, pedirlas habría sido mucho más fácil. Pedir las cosas también le obligará a tener claro qué es lo que quiere, cosa bastante útil.
  7. Póngase en una situación de riesgo. No hablo de conducir a 200 km/h, ni nada por el estilo. Hablo de sentir miedo: es la mejor forma de recordar que se está vivo. ¿Cuándo fue la última vez que le habló a quien le gusta? ¿La última vez que decidió hablar, en público, sobre un tema que cree que no domina? ¿La última vez que se vistió de forma irreverente, alocada, por que sí? Si su respuesta es «hace más de un mes», piénselo bien. Piense si se está llevando a su máximo, o está pretendiendo vivir.
  8. Entiéndalo: la gente no adivina. Hay que hablar las cosas. No hay otra forma de construir sociedad. Sean cosas feas o tristes; o cosas buenas y maravillosas. Hay que decirlas. A su pareja, a su familia, a sus amigos. No hay forma en que los demás sepan cómo usted se siente, a menos que sea usted quien lo comente. Claro, después de algunos años será cada vez más evidente; pero comience ya. Hay que hablar las cosas, mientras se puede.
  9. No sea subido. Está bien sentirse apasionado por un buen vino, por un buen café o una excelente comida; pero eso no amerita que las cosas simples no tengan valor. A mí sí que me da duro esto: crecí con una madre que prepara el mejor café del mundo y cuya cocina internacional es realmente de calidad; recuerdo cuando me fui a estudiar, lejos de casa: cómo sufrí los primeros años, buscando eso que había dejado. Que nunca vuelve.
  10. Es bueno tener gustos refinados; pero hay que entender que no a todos les importa y no siempre se puede. ¿Qué hago yo? Trato de lidiar con esto todos los días. Si el almuerzo es en un 3 estrellas Michelin, ¡genial! Pero si no lo es, pues tratar de pensar en lo mejor del mismo y disfrutarlo. Poco a poco es más natural.
  11. Carpe diem. Horacio no estaba equivocado. Hay que aprovechar el tiempo al máximo. No significa estar siempre trabajando o estudiando. Significa estar haciendo lo que uno realmente quiere hacer. Compartir con su familia, verle la cara a su pareja, planear la nueva mega-empresa. Lo que sea; pero que sea algo de lo que pueda decir mañana: lo quise, lo hice.
  12. La vida es corta, muy corta. Sin importar qué tanto usted viva. Podrá recuperar su dinero, su trabajo, sus amores… pero jamás podrá devolverse a realizar lo que no hizo.
  13. Casi todo es mediocre. La mayoría de los trabajos son mediocres. El trabajo de la mayoría es mediocre. Los productos que compramos, los servicios que nos prestan… La humanidad se rige por la ley del menor esfuerzo. Entenderlo y hacerse a un lado, haciendo las cosas bien, lo hará destacar.
  14. Hacer algo bueno es bien difícil. No piense que lo que dije en el punto anterior, es tan fácil como leer y actuar. Las buenas cosas requieren conocimiento, técnica, entrega y sobretodo tiempo. Es muy, muy difícil hacer algo que sea realmente bueno. Sea algo material o un intangible. En el diseño industrial —una de mis mayores aficiones—, grandes genios como Dieter Rams o Jony Ive nos han enseñado que se puede lograr la excelencia; pero toma una vida. Y no se está libre de tropiezos.
  15. Para ser algo bueno hay que hacerlo, inicialmente, de forma anónima; entregándole todo nuestro tiempo a la causa y bajo la incertidumbre de no saber si funcionará. Por todo esto, por lo complicado del asunto, es que el punto 10 es una realidad universal. Pero no hay que desanimarse. Mantenerse en el camino significa que tarde o temprano se podrá llegar al destino.
  16. La percepción es la realidad. Lo que es cierto en realidad no le importa a los demás. El 99,9 % de las veces lo que le importa a la gente, lo único que les importa, es lo que perciben sobre usted. Entonces, cuide el fondo; pero también cuide la forma. Somos seres de sociedad. Alejarse sólo lo hará miserable.
  17. Controle lo que hace. No solo lo que come o bebe. Controle lo que lee, lo que ve, lo que escucha y con quién lo hace. Así como uno no deja la puerta de la casa abierta; para que entre cualquiera. No se debe dejar la vida abierta.
  18. Preste mucha atención a lo que hace cuando esté solo. ¿Qué pasa cuando nadie lo está mirando? ¿Cuando su casa está vacía, qué hace en ella? Lo que sea que haga cuando está solo dice mucho de usted. Preste atención, en qué piensa cuando está en la ducha. Esos pensamientos naturales son la mejor brújula para orientar su camino. Entiéndalos y sígalos. A lo mejor y descubre eso por lo que se siente realmente curioso. La curiosidad es uno de los motores más poderosos del ser humano.
  19. A las personas, usted le importa, en realidad, solo un 10 % de lo que cree. Así que, aunque esté haciendo el mejor esfuerzo para ser una mejor persona: no lo haga pensándolo en los demás. Si lo notarán o no. Si lo ayudarán o no. ¡Se decepcionará! Así como usted vive en su mundo, con sus problemas y sus necesidades, los demás también. No espere entonces nada, absolutamente nada de los demás. De esa forma, lo poco que llegue, será muy bien recibido.

Nos vemos en unos años.

Yo del futuro.

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Randolf Rincón Fadul
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Minicuentos, cuentos, poesías y reflexiones de Randolf Rincón Fadul