¡Al diablo los unicornios! Yo quiero al menos un burro que me ayude a trabajar y a vivir
Entre los cuentos fabulosos de emprendelandia, abunda la historia de la startup sapo que luego de una increíble búsqueda, encuentra ese príncipe inversionista que le da el funding mágico que la convertirá en unicornio.
Tristemente se ha hablado que 9 de cada 10 ‘startups’ no logran pasar de los 3 años y su historia de cuentos de hadas se convierte en una de muerte súbita.
La verdad esto hace que muchos crean que el decidirse a emprender y quizás el tener un producto para ofrecer, los llevará a ganar una valoración de miles de millones y vivir como Mark Zuckerberg o Elon Musk o cualquiera de los ídolos de muchos emprendedores.
Para acabar de completar la escena, se han comenzado a manejar términos que llevan del mundo del emprendimiento a sonar un poco como un libro de Tolkien. Para hablar en concreto mucho se habla del club de los unicornios, que a julio de 2016 tenía 191 miembros y estaba encabezado por Uber que tenía una valoración de 62.500 millones de dólares.
Pero los únicornios no son los únicos animales que aparecen en el mundo startup. Según lo que pude encontrar, dependiendo de su valoración estos animales en los que muchas startups sueñan con convertirse son:
- Unicornio: Valoración superior a mil millones.
- Decacorno: No muy utilizado, pero se usa para denominar a empresas que superan los diez mil millones de dólares en su valoración.
- Centauro: Valoración entre cien millones y menos que mil millones de dólares.
- Pony: Valoración menor a cien millones de dólares.
La verdad, luego de ver todo esto, comprendo cómo muchos emprendedores intoxicados por la pasión y la confianza e impulsados por una motivación desmedida digna de libros de automotivación, sueñen con llegar a convertirse en alguno de estos seres mitológicos y tristemente a creer que fracasarán al no llegar a serlo.
¿Por qué me gustaría tener al menos un burro?
Desde mi perspectiva, creo que me conformaría con un burro, es menos delicado, reconocido por trabajar duro y a pesar de no gozar del glamour de los unicornios y sus fantásticos amigos, es algo alcanzable. Sería feliz con un emprendimiento, que aunque no llegara a una valoración tan exorbitante como las planteadas aquí, si tuviera la capacidad financiera suficientemente grande que me ayude a:
- Suplir sin mucho problema, algo más que mis necesidades básicas y las de mi equipo de trabajo.
- Permitir la reinversión convertida en crecimiento y evolución de la propuesta de valor. Es mejor crecer basado en un producto que solo en una venta de humo.
- Ayudar no solo a sobrevivir sino a permanecer vigente en el mercado por un tiempo que al menos le permita a mis hijos ver lo que su padre a creado.
- Permitir que mi negocio pueda apoyar a otros, ya sea como complemento a mi oferta de valor o solo como inversión.
Y la verdad, haciendo cuentas para lograr esto no se requiere tanto dinero; no digo que sea malo tenerlo en altas cantidades, sino que es perjudicial obsesionarse con ellas. En mi concepto, creo que muchas startups podrían vivir cómodamente con menos de lo que sus founders sueñan e ir creciendo poco a poco y de una manera más segura. En mi caso mis metas no son tan altas, no porque sea conformista o porque no sea ambicioso, sino porque creo que como alguien alguna vez dijo:
Rico no es el que lo tiene todo, sino al que no le falta nada.
Y para ser honestos, prefiero un burro fuerte y resistente que me de lo necesario para vivir, ayudar a otros y darme uno que otro gustico. Quizás una startup burro no salga en el New York Times o en TechCrunch pero de seguro sí puede cambiar vidas en alguna medida. Un unicornio, si bien es espectacular, legendario y envidiado por otros, puede tropezar y caer estrepitosamente debido a la cantidad de jinetes montados en él o a errores de producto. Miren lo que le pasó a Theranos, que luego de ser valorada en casi 10.000 millones de dólares pasó a no valer nada, luego de que se demostrara que muchas de sus innovadoras pruebas de sangre, eran un fraude y no eran confiables.
Una alta valoración de una startup no garantiza su supervivencia, aún para seres mitológicos la mortalidad los aguarda a menos de que posean un buen producto que sea tangible y que tenga un mercado adecuado.
En conclusión
Yo aconsejaría a los emprendedores, no ponerse a soñar con ideas que conviertan sus startups en seres mitológicos, sino en acciones que conviertan esas ideas en metas alcanzables, medibles y realistas de acuerdo a su modelo de negocio, mercado y localización. Lo que los va a mantener en un nivel de valoración y más allá, lo que los hará sobrevivir, no es el solo el valor que les de una ronda de inversión, sino la estrategia que desarrollen para que su producto siga teniendo mercado.
Muchos hablan que la versión de las burbujas de las punto com de nuestra época, podría estar relacionada con estas compañías que alcanzan valoraciones tan atmosféricas ya que la verdad es que así como hay historias de ascenso al Olimpo emprendedor, también hay caídas.
Si esto se hace verdad, podríamos hablar de un cielo nublado de unicornios con alta probabilidad de lluvia y estamos hablando de una en la cual muchos de estos seres mitológicos caerían llevándose consigo miles de millones de dólares y generando un efecto probablemente negativo en el universo de las startups.
Los invito a conocer el Unicorn Leaderboard para ver las startups que llegan al Olimpo de las startups y el Downround Tracker para ver las que podrían irse al inframundo al perder valor de una ronda ronda a otra.
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Referencias:
- Silicon Valley lingo is getting pretty ridiculous: Unicorns, centaurs, and ponies
- A brief guide to the fantastic, wondrous creatures of tech industry jargon
- Welcome To The Unicorn Club, 2015: Learning From Billion-Dollar Companies
- Unicorn Leadeboard
- The Downround Tracker: Which Companies Are Not Living Up To The Expectations?
- The Crowded Unicorn Club In One Infographic