(B)rexistiendo
Reino Unido amanece hoy en estado de shock. Aunque los sondeos marcaban clara cercanía entre los defensores y los detractores del Brexit, nadie terminaba de asimilar que la salida de la Unión Europea podría convertirse en una realidad.
Tras tantas campañas políticas y piques partidistas, el populismo siempre es el encargado de atraer más conciencias a su bando. Y es así, como desde primera hora de esta mañana, los hechos no han dejado de acontecer y los residentes de Reino Unido hemos tenido que comenzar a digerir las noticias.
David Cameron dimite. La bolsa de valores se tiñe de rojo. La libra se desploma. Y es así también, como europeos y británicos comienzan a mirarse de reojo y sienten miedo.
Hoy ha sido un día de emociones, de opiniones encontradas, de sabor amargo. Un día gris aunque se haya dejado ver el sol. Un día bañado por un patriotismo que excluye y un nacionalismo que te hace sentir culpable y te acompaña a la puerta de salida con un cordial saludo de manos.
Hoy, como europeísta e inmigrante en Reino Unido, me he sentido rechazada. Hoy, como trabajadora legal y persona que contribuye a las arcas del estado inglés, me he sentido desvalorada. Y hoy, como miles de ingleses, me he sentido apenada porque sé que muchos nativos no se sienten identificados con como Inglaterra quiere tomar su nuevo rumbo.
Lo cierto es que la incertidumbre colapsa a Europa y que todos, en mayor o menor medida, seremos perdedores al mismo tiempo. Porque la unión hace la fuerza y porque Inglaterra también recordará el día en el que el Brexit dividió a su pueblo y también deterioró a sus mercados.