Caín mató a Abel

Gaucho Zen
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Caín, el primer agricultor fue también el primer asesino, nos cuenta la Biblia en el «Génesis». Mató a su hermano Abel, el cazador-recolector. ¿Sería esto un augurio de lo que pasaría más adelante? ¿De lo que estamos enfrentando hoy como sociedad?

La revolución agrícola

La destrucción y el abuso de nuestro medio ambiente comienza con la creación de la agricultura hace aproximadamente diez mil años atrás. Fue ahí cuando comenzó la destrucción de nuestros bosques y tierras. Se aceleró con la llegada de la revolución agrícola donde se crearon los pesticidas y herbicidas que conocemos hoy. La revolución agrícola termino dando pié a la revolución industrial. Ahora no son solo los bosques y tierras los que sufren, sino que el aire se llena de smog y el agua pura de los ríos empieza a heder a podrido. Finalmente, llegamos a donde estamos ahora, con los organismos modificados genéticamente preparándose para dar el knock out final.

Viviendo de lo que el creador nos daba

Antes de eso, el ser humano vivía de lo que la naturaleza le daba en el día a día al estilo Adán y Eva, los recolectores. No había acumulación de granos en graneros, la población se mantenía balanceada por el input de alimento que su creador le proveía a través de sus árboles. Se vivía un día a la vez.

Acumulando en graneros

Al empezar la práctica de la agricultura empiezan los desbalances. Comienza el excedente, la acumulación en graneros, comienza la desigualdad. La población humana empieza a crecer desmedidamente como un cáncer que devora todo lo que encuentra a su paso en el planeta. Unos que tienen mucho y otros que tienen poco. Comienza la explotación del hombre por el hombre. La tierra pasa a tener un dueño, pasa a ser propiedad privada de unos pocos. El grano, fue una de las primeras formas de dinero dicen.

Esta es mi opinión, aclaro, hay gente que ve esto como un avance, una bendición de la tecnología, todo depende desde donde se mire y cuál sea la propaganda que consumas.

Las sociedades agricultoras eliminan a las sociedades recolectoras

El agricultor mató al cazador. Las sociedades basadas en la agricultura han ido aniquilando a las tribus recolectoras y cazadoras. Cuando el agricultor comienza a delimitar sus campos y plantar la misma variedad de semilla a través de miles de hectáreas, el ecosistema natural que funcionaba en equilibrio, la biodiversidad, se quiebra. Empiezan las plagas. Se muere la fauna, se van extinguiendo las especies en masa y entre ellas, las tribus y sociedades que vivían de ese ecosistema.

Vivimos en una sociedad de agricultores

Vivimos en una sociedad de agricultores. Una sociedad que lo planifica todo, una sociedad que acumula en «graneros que cobran intereses» y se llaman bancos. Es la sociedad de la seguridad y la rutina. Es la sociedad que sacrifica libertad a cambio de seguridad. El agricultor busca la seguridad. Acumular en verano para tener el invierno asegurado.

En la sociedad del agricultor se valoran los trabajos rutinarios y repetitivos, los trabajos en masa. Donde el resultado es predecible. La mente del agricultor nos ha hecho creer que estar encerrado en una oficina ocho horas al día de lunes a viernes durante cuarenta años es algo normal, que el ser humano ha sido creado para ello y haciendo eso puede lograr la felicidad.

El cazador es apartado del sistema

El cazador, en cambio, está hecho para estar en la selva viviendo el presente. El aquí y el ahora. Para él, no tiene sentido planificar nada ya que nadie le asegura vaya a estar en éste mundo en los próximos quince minutos. El cazador está continuo movimiento, corriendo tras algo o siendo corrido por algo.

Es muy difícil intentar encerrar a un cazador en una oficina o en un aula por ocho horas seguidas. Hemos creado todo tipo de nombres para ellos y hasta lo vemos como una patología que debe ser tratada. El cazador es inquieto por naturaleza, continuamente está chequeando su entorno para ver quién se lo va a comer o a quién se puede comer. Lo llaman «Trastorno por déficit de atención», «hiperactivo». No mi amigo, que eso no lo vas a curar dandole ritalina al niño. El cazador es tomador de riesgos, o vuelve a casa con el ciervo o no vuelve.

Ser un cazador en una sociedad agricultora

Por lo general precipitan hacia tener su propio negocio, hacia las ventas. Para comer hay que salir a cazar, a vender algo. Cada vez que veo un indigente tirado en la calle, veo un cazador que no ha logrado adaptarse al nuevo entorno del agricultor. Los cazadores, o terminan ricos como Steve Jobs, rompiendo las reglas, desafiando el «status quo agricultor», o terminan en la calle, no hay término medio.

Lo inverso también sucede, que los cazadores quieren convertir al agricultor en cazador. Que lo llame a ver la libertad y el agricultor se niegue a salir de la aldea. Eso a veces es frustrante para el cazador. Que alguien no quiera ver lo que hay para ver. Si tan solo el cazador comprendiese que ellos son distintos, que no son así, que no están hechos para la selva, se evitaría la frustración.

Haciendo una tregua

Quizá sea el momento de dejar de verlo como un combate. Quizá nos podamos beneficiar de ambos tipos de personalidad. El cazador y el agricultor. Quizá sea momento de reconocerlos a ambos y conciliarlos. Identificarlos y respetar a cada uno por lo que es, en vez de intentar transformarlos en lo que no son.

Todos llevamos un cazador y un agricultor adentro. Algunos tenemos la prescencia de uno que predomina sobre la otra. A mi me ha dado una especie de sentimiento de aceptación a la hora de intentar entender al prójimo y quizás a ti también te pueda servir.

Esta idea del paralelismo entre Abel y Caín con el cazador y el agricultor no es mía. Es una idea que le viene a Clark, el amigo de Thom Hartmann, autor de Las últimas horas de sol antiguo, y es relatada en detalle en su libro El camino del profeta, el cual recomiendo a todo ser humano.

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