Confiar en la vida
Todo ser humano anhela seguridad, verdad y certeza, pero la vida no se maneja en esos términos. La incertidumbre es inevitable y puede ser experimentada como un problema o como herramienta de crecimiento.
Los seres humanos nos enfrentamos a ella y reaccionamos en medida a la tolerancia que tenemos frente a aquello que no sabemos o no podemos controlar. La falta de certezas puede ser sumamente problemático en personas con altos niveles de ansiedad y/o de control, lo que puede generar un verdadero problema, revolucionando nuestras emociones y pensamientos, como perro corriendo tras su cola.
Al elegir ponernos en lugar de dioses, de dueños del destino, no solo nos despierta ansiedad y desesperación por llegar al fin que ideamos como único, si no que también cerramos nuestra visión. Nos desvinculamos de la realidad, del hoy y cosechamos innecesariamente el sentimiento de frustración.
Muchas veces nuestra propia impotencia, no nos deja ver que en realidad detrás de cada incertidumbre negada, existen emociones más profundas; como el miedo al futuro, la necesidad de ser aprobado y la incapacidad de saber qué queremos ahora y no allá adelante, en donde tal vez nuestras certezas no se concreten.
Abrirnos a la incertidumbre, es aceptar que existe algo mucho más rico, las posibilidades que nos regala la vida y quitarnos el peso de esa falsa responsabilidad de ser los dueños de la verdad.
El miedo por lo desconocido es normal y debemos aprender a convivir con el. Aceptándolo, siendo más flexibles y compasivos con nuestros planes, sobre todo con nosotros mismos, es esencial para transitar nuestra vida.
Iniciar una aventura conlleva desapego por estructuras mentales rígidas y aceptar que aquello que la vida nos depara sea, tal vez, lo mejor que nos pueda suceder.
Juan Tonelli
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