El Twitter que queremos

Javier Salas
2 min readMar 24, 2015

Tan hipnótico y peligroso como el canto de las sirenas, hoy es uno de esos días en que Twitter está lleno de minas. Es complicado no pisar una y es casi imposible no ver a alguien pisándola, reventando en mil pedazos en tu TL tras meter la gamba a lo bestia.

La secuencia en días como este es fácil de resumir. Primero, todo el mundo repite una y otra vez el mismo titular, en este caso el accidente de un avión. Después, comienzan las aportaciones de segundo nivel: webs especializadas, declaraciones, mapas, etc. Este estallido de información hace que el TL avance más y más rápido, más y más gente diciendo cosas. Twitter se convierte en una cinta de correr que se acelera a lo loco. La catarata de tuits nos arrastra y tenemos que decir algo. Todo el mundo está tuiteando, es muy difícil no entrar en la vorágine. Todos somos bastante cuñados.

Últimamente, he leído algunos estudios sobre contagio social en redes como Twitter y no ofrecen muchas conclusiones sorprendentes. Ver al resto comentar algo, sobre todo si recibe recompensa en forma de RT, es demasiado goloso para no entrar al trapo. Y cuanto menos diverso sea nuestro TL, más probable es contagiarnos. Hay quien es tan dogmático a la hora de elegir a quién sigue que crea auténticas cajas de resonancia en las que solo se escucha lo que uno mismo piensa. Allí dentro es donde se suelen decir las mayores barbaridades.

Tras el accidente del avión que volaba de Barcelona a Düsseldorf, por mi TL no han parado de pasar haters, fakes, bilis, politiqueo miope, ganas de trollear, la bronca por la bronca, las antorchas. Gente a la que se le acelera el corazón de tal manera al subirse a la cinta de correr que no puede evitar vomitar barbaridades, arrojar lo que sea a la cabeza de los demás, aunque sean docenas de muertos. Y otros, agazapados, esperando la salvajada para responder con otra. Es inevitable, esto es Twitter, y está tan lleno de gilipollas como el resto del mundo.

En días como hoy, Twitter da mucho asco.

Pero también he visto a gente tuiteando servicio público, haciendo críticas sosegadas, aportando info de contexto, recomendando cuentas a seguir, recuperando artículos de interés que ayudan a poner los datos en su sitio. Mucha gente.

En días como hoy, me alegro de seguir a gente que da ejemplo con su sosiego, que pide que no nos peguemos, que se limita a informar de lo que va conociendo, que plantea un debate entre personas que tratan de entenderse, que responde a la desinformación con datos. En nuestra mano está bloquear a los trolles, no regalarles una notoriedad que no merecen, y desde luego no retuitearles para que se propague el mal rollo. Silenciar a los que nos calientan la cabeza, retuitear a los que aportan, hacerle Fav a aquellos que merecen un gesto de apoyo.

--

--