HBO, Netflix y Amazon: los templarios modernos
Y su particular ‘Guerra Santa’
La llegada de Netflix a España en tiempos del auge de la productividad fue una más que evidente alegría para todos aquellos seriéfilos y cinéfilos que ansiaban un servicio como este en nuestro territorio. Cierto es que, en determinadas cadenas de pago, ya existían modelos parecidos, pero ni por asomo iguales. Desde su desembarco, a golpe de buen catálogo y precios razonables, Netflix —A.K.A. la nueva Meca de los honrados— ha comenzado su particular Cruzada contra la piratería menor y todos aquellos piratillas de bajo calado.
Una particular ‘Guerra Santa’ del contenido contra aquellos infieles que desperdician su tiempo entre enlaces rotos y capítulos que no están en HD. Mandoble a mandoble; estocada a estocada; suscripción a suscripción; así liberan a cada vez más almas profanas que abandonan sus botes pesqueros pintados de negro y se suman al ferry de lujo cuya gran ‘N’ plasmada en cubierta es signo de orgullo y distinción. Pero las aguas no tienen dueño y, un buen día, entre nieblas vespertinas, un navío en cuya bandera se leía ‘HBO’ hizo acto de presencia en la lejanía. Más tarde Amazon Prime Video se perfilaría también en el horizonte para unirse a la concurrencia.
Tedioso, pero constante. Así ha sido y es el trabajo evangelizador de Netflix hasta el momento. Sin embargo, la presencia de sus nuevos compañeros de aguas podría resultar algo inquietante para los que hasta ahora son los reyes de este tipo de plataformas. De momento, el viento parece favorable, pero las distancias podrían acortarse si las tornas cambian y el catálogo y contenido de estos últimos acompañan. Aun así, ese día aún parece lejano.¹
La competencia plantea ahora un panorama de lo más interesante para los consumidores habituales de este tipo de contenido. Poco importa si la batalla finalmente se libra de forma pacífica o a cañonazos. Cuanta menos distancia se guarden entre ellos y más comience a equipararse la oferta, tanto mejor. Cada nuevo estruendo de disparo significa una mejora a nivel de contenido o de servicio, por pequeña que sea, para el usuario. Ver astillas saltando por los aires será, sin duda, un buen síntoma.
El futuro dirá, pero quizá pudiera llegar un punto de tregua y convivencia en relativa calma, donde cada uno cuente con sus propios fieles y pueda establecer sus propias normas. Está por ver.
- Cabe destacar el precio actual —veremos cuánto dura— de Amazon Prime Video, que es nulo para los clientes de Amazon Premium (20 euros al año), frente al de Netflix o HBO (~100-120 €/año).