Las últimas cartas

Una emotiva investigación sobre los correos electrónicos enviados antes de la muerte

Daniel Arbelo
Medium en español
18 min readMar 27, 2016

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Los correos electrónicos han sido parte de nuestra vida el tiempo suficiente para que podamos considerarlos capítulos escritos de nuestras vidas. Padres e hijos se envían e-mails. Amigos, conocidos virtuales, parientes lejanos, compañeros de trabajo; todos ellos utilizan el correo electrónico, en todo el mundo. ¿Qué es lo que nos dicen nuestros seres queridos antes de morir? ¿Cuál fue el último correo recibido o el más importante que aún perdura en las bandejas de entrada de los que todavía están aquí? ¿Qué recuerdos virtuales mantenemos de ellos?

El asistente de vuelo Rod Sánchez me contó una historia sobre Sandra Martins, su compañera en una aerolínea brasileña.

«Habíamos hecho 13 vuelos juntos como parte de la misma tripulación entre el 18 y 20 de marzo de 2006, la mayoría de estos entre Río y Sao Paulo, Brasil. Hicimos algunas fotos y más tarde decidí enviárselas por correo electrónico a Sandra».

Sandra respondió con una solicitud de amistad en Orkut.

«Cuando empezó a haber confianza entre los dos, ella comenzó a llamarme “nene”. Meses más tarde, al bajar de un vuelo en el que iba como pasajero me encontré con Sandra en el extremo de la terminal. La recuerdo diciendo: “¿Qué pasa, chico? ¿Cómo te va?” Sonriente y cálida. Si no me equivoco, el avión iba rumbo a Porto Alegre y ella estaba a punto de subirse para ir a visitar a sus padres en el sur.

El 29 de septiembre de 2006, el día del accidente, yo estaba en un pasillo del hotel y vi a mi compañero sollozando. Me acerqué y le pregunté qué había sucedido. Dijo que uno de nuestros aviones se había estrellado. Horas más tarde, todavía en el vestíbulo, en silencio, un trozo de papel pasó de mano en mano, de uno de los miembros de la tripulación a la siguiente. Contenía los nombres de nuestros colegas en el accidente. Cada persona leía los nombres y pasaba el papel al siguiente compañero, llorando. Cuando llegó a mi la hoja de papel y leí el nombre de Sandra, fue como recibir un puñetazo en el estómago».

Tati Zapata perdió a su tía hace un año tras un cáncer de ovario. En su último correo electrónico, le explicó lo que estaba pasando y le pidió que no le dijese nada su propia hija, la cual se encontraba estudiando en el extranjero. Pasó un mes entre el día en que envió el correo electrónico y su muerte, un «tiempo durante el cual tenía la esperanza de verla en el hospital y hablar con ella», dijo Tati, quien me pidió cambiar los nombres de los parientes mencionados en el correo.

La respuesta de Tati:

No fue capaz de ir a Brasilia. Fue hospitalizada y nunca salió de la cama del hospital. «Siempre creemos que tenemos más tiempo. Fue todo tan rápido», dijo Tati.

Alexsander Rosa me dijo: «Puedes publicarla. Estoy seguro de que Sofía la disfrutará una vez aprenda a leer».

«El último correo electrónico que recibí de Fabi fue tres días antes de su derrame mortal. No había ningún texto, sólo archivos adjuntos: tres fotos de Sofía, que solo tenía una semana de vida».

«Al día siguiente tuvimos nuestra última conversación a través de GTalk. Escribí: “Anunciaron los equipos Impedcopa [un campeonato de fútbol], LAS MANDARINAS DE BRANDSEN. Estoy con el equipo Volkart”. Respondió con una pregunta: “¿Eso es bueno?”»

Fabi tuvo un derrame cerebral el ocho de ese mismo mes. Se pasó 15 días en estado de coma, y falleció el día 23.

Vini Stein era un artista con talento. Sus dibujos se pueden ver en Medium, como este, un autorretrato de él haciendo galletas.

Luiz Augusto de Barros era un viejo amigo suyo, y buscó el último correo electrónico que intercambiaron. «Para mi sorpresa, el asunto del último correo fue la despedida de Vini», dijo. Era una invitación normal y corriente a una fiesta de despedida antes de trasladarse …ahora tiene mucho más significado.

“I remember we had big plans. He was going to do several paintings and later fake his own death to see if ‘the final works of a young painter’ would be sold at Sotheby’s for an exorbitant amount! If only. We didn’t make it to Sotheby’s (yet) but that doesn’t matter. There’s no earthly value that could buy the time he was with us. That work of art is unique and nontransferable.”

«Recuerdo que teníamos grandes planes. ¡Él iba a hacer varios cuadros y después fingir su propia muerte para ver si “los trabajos finales de un joven artista” se venderían en Sotheby por una cantidad exorbitante! Si así hubiera sido. No habíamos conseguido llegar a Sotheby (aún), pero eso no importa. No hay suficiente dinero en la tierra que pudiese comprar el tiempo que estuvo con nosotros. Esa obra de arte es única e intransferible».

Leandro Pereira también guardó el último e-mail que intercambió con su padre. Era un mensaje cotidiano con un error que resultó un presagio que ayudaría a su familia solo unos días más tarde.

«Me envió una hoja de Excel con todos los activos financieros que todavía tengo en Brasil (ahora vivo en Australia). Exceptuando que no se dio cuenta de que las había incluido también las tablas con todas sus inversiones». Leandro indicó el error a su padre y este respondió: «Vaya. ¡Mierda!»

«Le dije que ni lo había mirado, y su respuesta final fue: “Jeje. Esa no es la cuestión. No tengo secretos para ninguno de ustedes. Besos”. Eso pasó a menos de un mes de su muerte accidental. Cuando llegó el momento de dejar en regla los papeles, aquel error facilitó los trámites burocráticos».

Fernando Cesarotti me escribió en febrero. «Tío, la persona que más echo de menos en este mundo es mi padre, murió el día de Navidad en 2010. Se le daba bien la tecnología, incluso teniendo más de 60 años, pero usábamos poco el correo electrónico. Básicamente para cosas más bien formales, como depositar dinero y cosas de ese estilo. De los últimos cinco mensajes de correo que he encontrado, cuatro tienen su número de tarjeta para pagarle un préstamo que me había hecho. El último extremadamente seco: en él solamente me pide que le envíe las facturas que le debía de los últimos meses. El anterior era distinto: menciona un almuerzo que pareció disfrutar. Nuestra última conversación fue un 23 de diciembre. Me llamó para saber a qué hora iba a la casa de mi suegra vestido como Santa Claus, y quería organizar su agenda para ir a misa. No tengo un recuerdo físico, sólo la memoria. Esa mañana, tuvo un ataque al corazón».

Ana Becker me contó: «El sueño de mi padre era escribir una canción. Habló de eso durante toda su vida. El último e-mail que me envió era la letra que había escrito (y más tarde me envió otro correo diciéndome que no debería leerlo porque le daba vergüenza). El último email que envié —sin ninguna relación— era un enlace a un video sobre la religión que de casualidad era la única pestaña abierta en su ordenador. Me mataría si supiese que publiqué esto, pero hace que me muera de orgullo por mi viejo».

Los mensajes electrónicos también tienen el poder de liberar historias reprimidas en la vida real. Anna Silveira me contó cómo llegó a conocer a un hermano con el que nunca había tenido contacto.

Le pedí a mis colegas de Medium del resto mundo que buscaran historias también. El editor de Medium Italiano, Martino Galliolo envió esta de Francesco Nguyen.

«No estoy seguro de si este correo cumple los requisitos: se trata de un intercambio de e-mails con mi novia de aquella época, y lo esencial es que fue la única vez que hablamos de mi madre por correo electrónico. Unos días más tarde descubrimos que tenía cáncer. Ahora, me parece incluso gracioso», comenta Francesco.

Desde Medium en español, el editor Fernando Valverde envío dos historias.

Cuando pensamos que atardece, alguien nos sorprende y amanece. Cuando pensamos que estamos viendo el ocaso y nos maravillamos con occidente,
resulta que descubrimos el oriente y nos encontramos nuevamente. Siempre es así, cuando creemos firmemente en algo, resulta que todo está por comenzar.

Este fue el último correo que el padre de uno de los amigos de Jesús Díaz Da Rin escribió. «Él nunca fue un gran padre, creo que me escribió para que se lo transmitiera a su hijo», dijo Jesús. «En el velatorio le hable a mi amigo con estas palabras, pero nunca le dije que eran de su papá».

Annisaki se decidió también a enviar su historia. «Estuve buscando un poco entre mi bandeja de entrada y hay algunos mails que me hacen llorar un poco. Porque un día encontré al amor de mi vida y de repente ya no estaba. Y es bueno poder contarte que se puede salir de ahí», escribió Ana. Y añadió: «¿Mi último correo? Contrario a lo que se pensaría en este mundo super tecnológico, lo último que guardo es una hoja rosa de papel con caligrafía terrible por haber estado llorando».

«A veces cuando la vuelvo a leer, vuelvo a sentir esa sensación de alivio que me duró sólo un par de días más antes de que me hablaran del hospital para decirme que el amor de mi vida se había ido».

Los correos se siguen enviando incluso después de las despedidas. He recibido mensajes de gente que todavía se comunica con sus seres queridos a través de sus buzones.

Amanda Buonafortuna (nombre modificado) perdió a su esposo de 47 años, en septiembre del año pasado. «No sé la causa de la muerte. No me invitaron al velatorio, nunca vi el cuerpo, y sólo fui informada por su hermana en un mensaje de texto después de que hubiese sido incinerado. Es una historia larga y trágica que involucró a su familia. Todavía me aterra que no siga vivo. Es increíble».

Ella también le sigue enviando mensajes como una forma de aliviar el dolor y el luto.

Camila Lobo contó la historia de su vestido de novia en un correo electrónico que envió a su madre después de su muerte.

«A veces uso el correo electrónico para sobrellevar cuánto extraño a mi madre, que falleció hace cuatro años. Todavía le envío correos electrónicos como el que le envié justo después de comprar mi vestido de novia cuando aún vivía en Barcelona».

Gracias a todos los que compartieron sus historias.

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