Luis Roso: «Si la obra merece ser publicada, tarde o temprano la leerá la persona adecuada»
Últimamente una, que varía sus formas lectoras según sopla el aire, lee muchas novedades. Y eso que nunca he abierto libros al azar, dejándome llevar por la intuición, pero… Aguacero fue una de esas novelas que dije: a ver qué tal, algo en mi decía que sí, y sorpresa, sorpresa me encantó.
Leído y disfrutado, decido ir en busca de la entrevista, que mejor antesala para una reseña. Y aquí está. Gracias Luis, por el hueco que hiciste para contestarme, y gracias también, por el hueco que has llenado con tu obra. Hace falta buena novela negra en España.
Hablan los foros literarios de tu formación como escritor. Cuéntale a los que me leen cómo te has preparado para ser escritor, por favor.
En mi caso concreto, he estudiado dos filologías (hispánica e inglesa) y tengo un máster en literatura (y todo esto conlleva muchas horas de lectura y estudio). No era que me estuviera preparando para ser escritor, sino más bien para ser investigador de la lengua y la literatura, pero me ha valido igualmente. Por supuesto, no es necesaria tanta formación para ser escritor, pero sí me parece necesaria una buena base de gramática, ortografía, Historia e historia de la literatura. El resto es práctica e intuición.
Tu primera novela directamente publicada con una editorial detrás. ¿Cómo consigue un escritor joven que una editorial confíe en él?
El autor lo único que puede hacer es presentar un producto bien hecho, que valga la pena, y cruzar los dedos. En mi caso, tuve hasta seis ofertas de grandes editoriales para la publicación de Aguacero. No creo que sea lo habitual en el mundillo, pero no hay más secreto que presentar una obra que esté bien escrita. Si crees que tu obra es buena y nadie quiere publicarla, dale un buen repaso e inténtalo otra vez. No hay fórmulas mágicas. Si la obra merece ser publicada, tarde o temprano la leerá la persona adecuada.
Tienes 26 años, y una buena novela firmada. Cuéntame el secreto, si lo hay.
El secreto es tener ambición, disciplina, sobre todo humildad y capacidad de autocrítica. Como casi todos los jóvenes aficionados a la literatura, yo había escrito decenas de poemas, cuentos, y hasta algunas novelas a medio terminar antes de Aguacero, y, aunque tuve una oferta para publicar un libro de cuentos, me negué porque consideraba que mi obra de entonces, con 22 años, no merecía la pena (de hecho, la he borrado toda). Mi profesora en la Universidad Autónoma de Barcelona, escritora y académica de la lengua, Carme Riera, una vez dijo en clase que cientos de jóvenes les perdía publicar antes de hora, porque los textos que publicaban eran tan malos que echaban por tierra sus futuras carreras literarias antes de empezar. Estoy de acuerdo con ello. Publicar una obra mala, aunque sea por juventud, puede ser un paso en falso del que no te recuperes nunca.
Si la obra merece ser publicada, tarde o temprano la leerá la persona adecuada.
Hablemos de Aguacero, el libro en el que no criticas de forma abierta pero describes veladamente la situación de España en los 50. ¿Documentación o transmisión familiar?
Las dos, por supuesto. Mucha documentación detrás y sobre todo mucha intuición. En mi familia se cuentan historias de esos años desde siempre, a pesar de que en mi familia no hubo ningún trauma durante la guerra ni la posguerra (que yo conozca). Fue una familia normal, campesina, de la España rural en el franquismo. De ella tomé historias y formas de hablar que luego añadí a la novela, lo mismo que los conocimientos fruto de la documentación.
Sitúas la acción en Las Angustias, un pueblo pequeño de la sierra madrileña. Un cura, la maestra, la guardia civil, los obreros. ¿Creas Las Angustias para reflejar la sociedad española de la postguerra?
Intentaba reflejar el microcosmos de un pequeño pueblo de aquellos años. El peso de la Iglesia, los abusos de la Guardia Civil, el movimiento obrero clandestino, la discriminación a la mujer… Todo eso ocurría en cada pueblo y cada barrio, y por tanto sí, es un reflejo en sí mismo de la España de esos años.
Extrapolemos la historia al siglo XXI… ¿No comportamos igual en la actualidad que en ese núcleo rural de los 50?
Nos comportamos de forma diferente, pero no tan diferente como nos gusta creer. Hoy las instituciones han cambiado y se han modernizado (la Iglesia, las Fuerzas Armadas, el Gobierno), y también ha cambiado y se ha modernizado la sociedad. Hemos mejorado mucho, no hay duda. Pero todavía predomina en España mucho de ese casticismo y cerrazón ideológica que aparece en la novela. El caciquismo que se mantiene en áreas rurales, la corrupción, y muchas conductas machistas o reaccionarias son pruebas de que no hemos cambiado tanto como parece. Pero soy optimista, y creo que vamos en la buena dirección.
Ernesto Trevejo irrumpe alterando el orden establecido de las cosas. ¿Habrá un nuevo caso para Trevejo?
Sin duda. Vista la reacción de la crítica y los lectores, y lo bien que me lo pasé haciendo Aguacero, creo que intentaré ponerme cuanto antes con la nueva aventura de Trevejo.
Veo una buena serie de televisión en esta novela. ¿Y tú?
Es una historia muy cinematográfica, por los ambientes y la abundancia de diálogos, pero no depende de mí que se convierta en serie o película. No es mi medio. Pero yo estaría encantado.
Por curiosidad… ¿Qué lees habitualmente?
De todo. Últimamente, por aquello de la documentación, he leído mucha historia de España y literatura española del siglo XX (Delibes, Aldecoa, Barea, etc.). Pero leo igual novela negra española o extranjera que textos clásicos, poesía, teatro, ensayo… Es deformación profesional de filólogo: leo textos por diversión, pero también textos exigentes que creo que debo leer, aunque no me atraigan.
Recomiéndame un libro. Prometo leerlo.
Por ejemplo, Las nieves del Kilimanjaro de Hemingway. Ahí condensa todo lo bueno y lo malo de su personalidad y su prosa.
Publicado originalmente en Palabras en cadena.