Tatuajes criminales rusos: pasaporte y biografía

Alejo S. Tarrío
5 min readJul 16, 2016

No es habitual presentar tatuajes mediante fotografías en blanco y negro, incluso para el estilo negro y gris. Pero en el caso de los retratos de criminales rusos, la ausencia de color intensifica los mensajes contundentes que cuerpos y rostros emiten desde el silencio. El blanco y negro es un catalítico que alimenta la crudeza furibunda de imágenes que alternan provocación, orgullo y resignación, entre otras actitudes.

Estas imágenes se encuentran en los Russian Criminal Tattoo Archives, una serie de libros que contienen dibujos y fotografías de tatuajes de convictos rusos en distintas cárceles de la Unión Soviética. Los primeros fueron realizados por el guardia penitenciario Danzig Baldaev entre 1948 and 1986 y las fotos las tomó Sergei Vasiliev en los 60 y los 80.

Son tres volúmenes (Russian Criminal Tattoo Encyclopaedia 1, 2 y 3), que se complementan con la colección de imágenes de los Archivos de la Policía Soviética, recopilados por Arkady Bronnikov: Russian Criminal Tattoo Police Files.

Hace unas semanas, en Londres, participé de una charla con los responsables de FUEL, la editorial inglesa que publicó estos libros. Durante el encuentro, organizada por la Pushkin House, los editores Damon Murray y Stephen Sorrell analizaron distintas dimensiones de esta práctica: por qué se tatuaban, cómo servía para representar jerarquías en el mundo criminal, qué mensajes transmitían a las autoridades y qué técnicas utilizaban, entre otras.

Los libros de la serie Russian Criminal Tattoo son un intento de entender la lógica, los mecanismos y las leyes no escritas que configuran la trascendencia de estas marcas en los cuerpos. En el caso de los archivos policiales, se crearon originalmente para que la policía pudiera entender el lenguaje que manejaban estos tatuajes, y así contribuir con la captura de criminales.

Stephen Sorrell recordó que lo primero que los atrajo de los tatuajes de criminales rusos fue su honestidad: «Si se logra descifrar su código, pueden contar la historia de la persona que los luce. No respondían a modas ni pretendían ser introspectivos o decorativos».

Siguiendo esta línea, el trabajo de FUEL aborda el tatuaje como canal de expresión personal y vehículo de difusión: «En las prisiones rusas, los tatuajes funcionan como el pasaporte y la biografía del criminal. El cuerpo es su única posesión en ese mundo. No existe otra manera de comunicar un mensaje», subraya Sorrell.

El poder de las imágenes radica en lo que representan. Muchas pueden asociarse a un estilo Old School o tradicional, pero en realidad responden a la carga simbólica que adquieren en un submundo de códigos secretos, jerarquías y complicidades. Su significado estalla desde los cuerpos y trasciende lo que se ve a simple vista, a pesar de existir en un circuito limitado por rejas y muros.

Lenguaje contundente

Gran parte de las intervenciones corporales sirven para marcar jerarquías y escalafones en el mundo criminal, como sucede en el ejército. Tatuajes de ojos en los hombros o en el pecho demuestran un rango superior, que observa a los demás desde una ubicación elevada.

Las estrellas en las rodillas representan honorabilidad, y las campanas en los pies confirman el cumplimiento de una sentencia. Otros tatuajes representan la duración de la condena (una calavera para cadena perpetua), tipo de crimen cometido y desafíos a la autoridad, entre otras categorías.

Se dice que llevar retratos de líderes históricos como Lenin o Marx en el pecho era una manera de prevenir disparos de la policía. La ley rusa prohibía la profanación de imágenes de figuras históricas, y los criminales se aprovechaban de esa norma.

Además de los dibujos en el cuerpo que se ven en las fotos, los tatuajes en manos y dedos son muy importantes porque son la única la manera de mostrar la jerarquía y rango cuando el recluso está vestido.

Más allá de las condiciones carcelarias y la reclusión, los retratos suelen presentar rostros orgullosos. «Era su manera de ser desafiantes. Además probablemente sólo eran fotografiados dos veces en su vida: cuando le tomaron la foto que estamos viendo y al ser detenidos. La situación era un acontecimiento», explica Damon Murray.

Goma derretida y orina

Si bien el enfoque editorial de los libros no se preocupa por las cualidades artísticas del tatuaje carcelario, ante la consulta acerca de las preferencias de los presos rusos en cuanto a estilos y tatuadores, Murray señaló que «existen menciones a un tatuador en una cárcel de los montes Urales, por lo cual muchos prisioneros pedían ser trasladados allí».

Los aspectos técnicos, de diseño y ejecución también eran muy limitados. Un tatuaje podía tardar varios años en completarse, ya que los métodos eran desarrollados por los propios presos y muchas veces se tatuaban ellos mismos con recursos precarios, como usar goma derretida y orina para elaborar pigmentos.

Pero a pesar de lo elemental de las técnicas, las voces que ese mundo sordo ignoraba se reproducen mediante el shock visual en infinidad de elementos y motivos. Esa pluralidad de mensajes y sentencias, y la forma que logran visibilidad, son las historias que cuentan los Russian Criminal Tattoo Archives.

Publicado en Tattoo Dixit.

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