Trainspotting

«El facepalm de Macbeth»

-Ixca-
10 min readApr 13, 2016

NOTA: Esta crítica contiene spoilers, que no necesariamente arruinan la trama.

El escocés socarrón

Desde la tierra de Macbeth, Irvine Welsh nos trajo, Trainspotting, su primer libro. Podría ser clasificado dentro de la llamada Ficción transgresiva. Sí, ese género en donde el personaje principal se ve limitado por las normas y expectativas de la sociedad pero se libera de ellos de manera inusual o ilícita. Iigual que tú, cuando dices no vino, y sí, estás ahí en clase —¡qué rebelde!.

Welsh seguiría su carrera con Escoria, Acid House, Crimen, Si te gusto la escuela te va a encantar el trabajo, Porno — la secuela de Trainspotting — y recientemente su precuela Skag Boys. Irvine es un conocido enfant terrible de la literatura inglesa por un estilo que no tiene miedo de ser directo con imágenes que otros escritores se ahorrarían. Welsh simplemente te las lanza a la cara.

Personalmente le encuentro similitudes de estilo con Chuck Palahniuk. Los dos toman temas escabrosos como drogadicción, sexualidad, violencia y llenan sus párrafos de humor negro. Ambos autores buscan a través de escenas chocantes e incomodas, provocar en el lector impacto, y reflexión. Pero mientras Palahniuk ha buscado ser más y más impactante. Welsh intenta que sean más bien satíricos.

Sí. Me desperté en una cama extraña en una habitación extraña, cubierto de mi propia guarrada. Me había meado en la cama. Mi cabeza está dando jodidos zumbidos, y mis tripas están en un tumulto nauseabundo. La cama es un asco, un jodido asco total.

Viendo los trenes pasar

Trainspotting nos traslada a la ciudad de Edimburgo, en la gallarda Escocia, con una visión del país muy real. Aquí desaparecen las glamurosas gaitas y los transeúntes no llevan falda de cuadritos. Welsh nos presenta el país de William Wallace como es, lleno de desempleo como México —la mayoría de los personajes del libro viven del gobierno—, con un problema de vivienda —la gente vive en medio de edificios medio derruidos— como México, y un problema con la drogadicción, como México —grillos — .

Así que los mexicanos, digo los escoceses expresan su beneplácito y patriotismo a todo pulmón.

Yo no odio a los ingleses. No son más que unos gilipollas. Estamos colonizados por gilipollas. Ni siquiera somos capaces de escoger una cultura decente, vibrante y saludable por la que hacernos colonizar. No. Estamos gobernados por unos gilipollas decadentes. ¿En qué nos convierte eso a nosotros? En los más bajo de entre lo más bajo, la escoria de la tierra. La basura más desgraciada, servil, miserable y lamentable jamás salida del culo del Creador. Yo no odio a los ingleses. No hacen más que apañarse con la mierda que les ha tocado. Yo odio a los escoseces.

La novela está estructurada en capítulos narrados la mayoría en tercera persona, que por sí solos podrían funcionar como relatos cortos. Además de ciertas notas que se intercalan entre los capítulos llamados «Dilemas yonquis», que al compartir temas hacen que el libro tenga unidad y un ritmo dinámico.

Pero también son un problema importante. Al dividir la narración en pequeños relatos, el seguirla se vuelve complicado. Pues estás con un personaje y de repente te transporta a una situacion totalmente distinta, lo que si no estás poniendo la suficiente atención hace que te pierdas forzándote a volver páginas atrás.

Irvine Welsh transporta la acción de su novela al círculo de unos yonquis tristes, aburridos y patéticos. Con el paso de las páginas compartimos vivencias con estos parias de la sociedad: cómo se relacionan entre ellos, su relación con la gente que les rodea y en algunos casos su vida sexual. El autor logra que nos interesemos por estos drogadictos, esto en parte gracias a la sinceridad con que nos narra.

Nuestro protagonista es Mark Renton, quien está inmerso en el Edimburgo que nos muestran, pero él ha encontrado una salida a la crisis. Ha elegido la heroína como forma de existir, lo más importante para él es asegurar su siguiente dosis, rechazando la idea de tener una familia, un trabajo, o una vida. Se la pasa de un chutodromo —lugar donde los drogadictos se juntan para drogarse— a otro con sus jeringas, bebiendo en bares y siguiendo de manera apasionada al equipo de futbol local, los Hibs.

Nada que ver con Macbeth.

Los Skag Boys

De verdad que no lo sé, Tam, es que no lo sé. Es como si hiciera que las cosas fueran más reales para mí. La vida es aburrida y fútil. Empezamos con grandes esperanzas y después nos acojonamos. Nos damos cuenta de que todos vamos a morir, sin encontrar realmente las grandes respuestas. Desarrollamos todas esas ideas de largo alcance que se limitan a interpretar la realidad de nuestras vidas de distintas maneras, sin extender nuestro cuerpo de conocimientos que realmente merecen la pena sobre las grandes cosas, las cosas reales.

Para Renton su adicción no es un capricho, sino una forma de rebelión. A través de ella goza de una libertad que la sociedad no ha sabido darle. Siente que esa forma de «vivir» es la verdadera, huye de los estereotipos que se le imponen e implementa lo que el cree que es mejor. Según él, ve la realidad como es en verdad.

Renton está convencido de que la vida no es más que monotonía, está sumergido en la droga y con ninguna mira al futuro. Sin embargo, tras conocer a Diane, ella le dice una frase que nunca pasó por su mente: ‘La gente cambia’. Lo que marcará el camino de nuestro protagonista.

Posterior a que Renton casi acabe como Jane Margolis en Breaking Bad, sus padres intenta que este deje las drogas. Después de lidiar con un horrendo periodo de abstinencia —que incluye una horrenda alucinación con un bebe muerto—, logra salir limpio para conseguirse un trabajo de verdad, y toparse de nuevo con la rutina.

Básicamente, vivimos un vida corta y decepcionante; y a continuación morimos. Llenamos nuestras vidas de mierda, de cosas como carreras y relaciones para convencernos a nosotros mismos de que no carece todo de sentido. El caballo es una droga honesta, porque te arranca esas ilusiones. Con el caballo, cuando te sientes bien, te sientes inmortal. Cuando te sientes mal, intensifica la mierda que ya está ahí. Es la única droga realmente honesta. No altera tu estado de conciencia. Sólo te da un colocón y una sensación de bienestar. Tras eso, ves la miseria del mundo tal cual es, y no puedes anestesiarte contra ella.

Tampoco es como que Renton tenga unas muy buenas amistades. Tenemos a Simon alias Sick Boy, otro heroinómano que se dice a sí mismo rehabilitado, y aprovecha para recordárselo a Renton cada vez que puede, de ganarle en cada discusión que tienen, además de su capacidad para encamarse a cualquier fémina. Podría decirse que es el segundo en importancia en la novela.

«Si no puedes conseguir un polvo en este sitio, más vale que te retires», reflexiona Sick Boy, meneando la cabeza suavemente en sintonía con la música.

Begbie es otro del círculo, es el típico gañán, descerebrado, machista que se impone a través de la violencia, y que justifica sus medios de las maneras más inverosímiles. Nada ayuda que su circuito de amigos le infle el ego cada vez que este se lo pide.

Irvine Welsh se esfuerza en sobremanera en que odiemos a Begbie. Haciendo una analogía muy extrapolada podría decir que usa la filosofia de: «el que no tranza no avanza». De alguna forma, en él se concentran las virtudes de una persona ignorante y retrógrada, pues más que tener amigos tiene «personas que le son útiles» y se aprovecha de esto cada vez que puede hacerlo.

Y Spud, que es el ejemplo del yonqui que se halla perdido en la droga, pero tiene menos mala leche que todos los demás antes mencionados. Es el tipo buena onda del conjunto y con mucha mala pata.

Nuestro autor utiliza a Spud como un punto para contrastar opinones con otros personajes, en especial, Renton. Puedo decir que muchos de los mejores diálogos de la novela, son los que tienen que ver con ellos hablando de la heroína y sus implicaciones, pues la mayoría del tiempo no están de acuerdo.

Escocia toma drogas en defensa de su psique

De todos los personajes definitivamente mi favorito es Sick Boy, porque el tipo es un cretino. Es un intelectualoide pretensioso, que las mujeres aman y además, tiene esa extraña fijación con Sean Connery, incluso exagera su acento escocés. ¿Qué puedo decir de ese capítulo llamado «Perros muertos»? donde casi obtiene una medalla por provocar a un perro a morder a su dueño y matarlo; es oro puro. No puedo negarlo, si lo conociera en realidad lo odiaría con odio jarocho.

Pero mi pasaje favorito del libro no es protagonizado por él. El capítulo del que hablo es «Mala sangre». Davie uno más del circulo de Renton, lleva a cabo una horrible revancha contra el tipo que violó a su novia y le transmitió VIH, y que ella acabó transmitiéndole a él. Como imaginan, Welsh no se corta en descripciones trayendo un capítulo lleno de mal rollo. Podría parecer una historia de venganza, pero a mi parecer es más sobre la redención, y de alguna horrenda forma la justicia.

A mi parecer en esas pequeñas cosas radica lo interesante de esta novela. Nos presenta un tema, pero al final el tema es otro o termina llevándonos por derroteros más profundos que simplemente alguien se ahogue en su vomito en un chutódromo.

Un motivo central de la novela es la monotonía y futilidad de la vida. Para Renton, es su razón para drogarse, mientras que todas las personas de su círculo intentan escapar de ella. En el libro, los funerales solo remarcan lo anterior, de ahí que sean un motivo recurrente y que cada uno de ellos desencadene distintas reacciones o situaciones en la trama.

Es muy interesante la escena en la que Renton se libra de la cárcel. Al ir a celebrar con su familia y su círculo de amigos, se da cuenta de que su familia no le agrada tanto como debería, que sus amigos le resultan molestos, así que escapa del bar. Algo que muchos quisiéramos hacer en las cenas de Navidad de cada año.

Otro tema es la adicción, la más notoria es a la heroína de Renton, al sexo de Sick Boy, que piensa con el pene, la afición insana a la violencia de Begbie y los racistas, la cleptomanía de Spud, e incluso la adicción a la hipocresía.

Welsh en ningún momento expresa que las drogas sean malas de manera textual y no es porque esté a favor de su uso, sino todo lo contrario, la horrible vida que llevan nuestros protagonistas es la forma en que nos hace entender las consecuencias de su uso. De una u otra forma sus problemas de vida, están relacionados con las drogas.

Me sorprendi a mí mismo mintiéndole para justificar el comportamiento de Begbie. Joder, que horror. Simplemente no podía con su indignación y las molestias que la acompañaban. Era fácil mentir, como haciamos todos con Begbie en nuestro círculo. Habíamos creado toda una mitología de Begbie con las mentiras que nos contabamos unos a los otros y a nosotros mismos. Como nosotros, Begbie se creía aquella mierda. Nosotros jugamos un gran papel en hacer de él lo que era.

Podemos contar también la autodestrucción como efecto del uso de las drogas, ya que afecta a nuestros protagonistas en distintas medidas. El ejemplo más notorio es Tommy. Al principio de la novela no es adicto a la heroína, está en buena condición física y tiene una novia. Pero todo se desmorona cuando al dejarlo su novia, prueba la heroína. Lo que lo lleva a contraer SIDA y ser abandonado por su círculo de amigos.

Así como el cambio, a través de la novela vemos como los personajes no toman ninguna decisión que los afecte de verdad, como cualquier político cuando le hablas de reformas económicas. Mucho de lo que sucede es anecdotario y la situación en la que inician la novela es la misma que al final. A excepción de Renton que toma una decisión que cambiara su vida al punto de tener que quemar sus naves.

Elige la vida

He leído varias críticas contra Trainspotting que hablan de que a Welsh le resulta difícil transmitir las sensaciones que la droga produce y lo comparan con Baudelaire y Walter Benjamin. Pero es obvio que esos tipos vivieron en un época distinta, y el mensaje que la novela intenta transmitir no es la droga me hace sentir esto, más bien escapo a la droga por esto.

El mensaje que la novela intenta transmitir es que la desmotivación y rutina del mundo nos hace buscar un medio de escape, para algunos es la droga, para otros es la violencia y algunos simplemente deciden no hacer nada. Lo interesarte es decidirse a hacer algo con tu vida.

Como conclusión puedo decir que me gusta como novela en general. La primera vez resulta complicada de leer, pero cuando le tomas ritmo es una experiencia interesante. Está llena de situaciones destacadas, y los personajes, a pesar de que no tienen un gran desarrollo, resultan muy entrañables por sus personalidades tan marcadas.

Además la novela está inundada de frases que pueden enmarcarse y colgarse en tu sala. No puedo decir que sea para todo mundo, pero todo mundo debería darle una oportunidad.

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-Ixca-

Entusiasta de la Cultura Pop. Abogado. Nerd. Cerebro en un frasco.