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‘Reality bites’: la experiencia es lo único que tenés
Esta semana sólo se habla de Stranger Things, la nueva serie de Netflix, una carta de amor al cine con el que crecimos. Una oda enamorada al cine de género y una nostalgia tan bien ensamblada que sincroniza nuestra emoción con lo que sucede. Aunque sea un eterno homenaje, es un homenaje tan visible y apasionado que se entiende dentro de una cultura del remix y no del plagio. Bien por ellos. Viva el cine de género.
Dejemos la mente crítica sobre la mesa y sintamos. Sí, lo sé, es verdad, Stranger Things, apela a nuestra nostalgia con artillería pesada. Pero también nos recuerda absurdamente la sencillez de los momentos felices que pasaron, y que hoy vuelven empaquetados en un on-demand aunque todos querramos tener el VHS.
Una revaloración de la cultura nerd, geek y un llamado a nosotros, los hijos de los 70/80, los que inauguramos las generaciones definidas con letras y ante la llegada de los millennials pegamos gritos defendiendo que aún cuando fuimos los inservibles de la X, los apáticos de los 80, pareciera que todo estaba mejor entonces.
Allí está Winona para aportarnos su presencia y recordarnos en ella misma, que todo lo que soñábamos ser, aún vive. Aunque el 2016 nos encuentre hablando con lucecitas de Navidad. Aunque en el 2016 el mundo explote cada día, allí está ella, fija, permanente, para recordarnos que en definitiva, a nadie le fue tan bien, que todos terminamos más rotos de lo esperado, pero que aún tenemos la lucidez de distinguir la vida sin filtro Lo-Fi. Nadie viene con filtro Valencia incorporado y tener sueños no significa ser youtuber. Nosotros lo sabemos.
Siempre leí a Coupland y recuerdo a Johnny antes de Disney. Recuerdo lo que fue tener amigos, bicicleta y todo el Stand By Me completo. Recuerdo por qué empecé a hacer películas y vibro con una historia bien contada.
Entre la vorágine de la transmediación, de los formato híbridos, intelectuales, la realidad virtual y la realidad aumentada, el reality tv y reality bites, a veces perdemos de vista la simplicidad de la vida no virtual que conocimos. ¿Por qué hacemos películas? ¿Qué historias estamos contando? ¿Cómo sacamos a las nuevas generaciones de la virtualidad eterna y les devolvemos el cuerpo sin que sea un hashtag de fitness?
Nosotros escuchamos vinilos, casetes, Discman y tenemos iPhone. La posibilidad de adaptación hoy nos da un lugar que oscila entre algo privilegiado y algo que nos encuentra cansados.
Profe: ¿Qué hay que hacer para contar una buena historia? (pregunta de universitario cineasta que no sabía que había libros de guión —mi amoooor)
Para contar una buena historia, pequeño saltamontes…. No te voy a recomendar a Mckee. Para contar una buena historia hay que vivir. Hay que salir del libro y conectarse con el lado humano. Salir de aventura. Caminar. Viajar. Construir muebles. Subir a árboles. Caerse de árboles. Saltar a la pileta. Patinar, cocinar y a veces entrar en modo avión para verles de cerca los píxeles a la realidad.
¿Qué pruebas tenés hoy de estar vivo?
Que no sea tu Facebook.
Con amigos estábamos a punto de comprar unas cámaras para video 360. El último hype del que todos hablamos. Mientras tanto mi generación de cineastas amigos vio Stranger Things y se puso a llorar. Porque nos habíamos olvidado de las historias simples y de los walkie-talkie. Porque nos dijeron que si te ibas del cine, no volvías nunca más, porque Johnny hace Piratas del Caribe y brevemente alguien se creyó que era un chico Disney. Porque por un momento, nos dejamos llevar por los millennials y no hablamos si no es por WhatsApp. Porque ahora hay bicisendas y el bullying es diez veces mayor y está a un clic de distancia. Porque nos habíamos olvidado.
Profe: ¿Qué hay que hacer para contar una buena historia?
Vendé tu cámara 360 y comprate una bici que no hay manera de crear realidades virtuales contundentes si creemos que el mundo no tiene materia. Hay que caerse y restaurarse para tener algo que contar.
“What one moment from you defines what it’s like to be alive on this planet. What’s your takeaway?’’
There is silence. Tobias doesn’t get her point, and frankly, neither do I. She continues: “Fake yuppie experiences that you had to spend money on, like white water rafting or elephant rides in Thailand don’t count. I want to hear some small moment from your life that proves you’re really alive.”
—Douglas Coupland, Generation X: Tales for an Accelerated Culture
PD: Generación X o Reality Bites, la dirigió Ben Stiller. ¿sabías?