«Viaja lo más que puedas» y otros consejos de Christopher Hitchens

Hoy hubiera cumplido 65 años y me encontré revisitando «Letters to a Young Contrarian» (2001)

Valentín Muro
7 min readApr 13, 2014

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Hoy Christopher Hitchens hubiera cumplido 65 años. Esta mañana Brain Pickings compartió el siguiente extracto de «Letters to a Young Contrarian» (2001) que leí hace varios años ya y en algún momento — con la característica euforia que me envuelve al terminar una lectura — le pasé a mi hermano Julián:

Beware the irrational, however seductive. Shun the ‘transcendent’ and all who invite you to subordinate or annihilate yourself. Distrust compassion; prefer dignity for yourself and others. Don’t be afraid to be thought arrogant or selfish. Picture all experts as they were mammals. Never be a spectator of unfairness or stupidity. Seek out argument and disputation for their own sake; the grave will supply plenty of time for silence. Suspect your own motives, and all excuses. Do not live for others any more than you would expect others to live for you.

Este es uno de los últimos párrafos del libro, que amontona con elocuencia varios de los temas discutidos entre sus páginas. Se trata de una obra escrita bajo pedido de sus estudiantes en el mismo estilo de «Letters to a Young Poet» (1929) de Rilke. En el caso de Hitchens se trató de cartas reales (aunque editadas) intercambiadas con sus estudiantes de la New School de Nueva York.

Con cortes casi temáticos el libro recorre los aspectos de una vida vivida como disidente. Por momentos la lectura nos llama a compulsivamente anotar libros que buscar, como si estuviésemos leyendo una bibliografía, pero ni por un momento se vuelve tedioso. Es característico de Hitchens abundar en impecables referencias y acotaciones que podrían orientarnos en caso de querer indagar más sobre alguno de los temas repasados.

Comencé a leer este libro a punto de cumplir veinte años, mientras promediaba la cursada del CBC (curso anual de ingreso a la Universidad de Buenos Aires). Estaba pronto a comenzar la carrera de Filosofía ilusionado con la posibilidad de estar rodeado de librepensadores y disidentes. Poco tiempo más tarde me golpearía en la cara la realidad de que la demografía académica deja mucho que desear en ese y muchos otros aspectos.

Recuerdo en particular el impacto que tuvieron otros fragmentos como este:

I want to urge you very strongly to travel as much as you can, and to evolve yourself as an internationalist. It’s as important a part of your education as a radical as the reading of any book.

Cuando leí eso por primera vez jamás me había subido a un avión. Ahora estoy volando alrededor de diez veces por año (doce veces sólo este año). Por supuesto que cuando lo leí la primera vez ni imaginé que eso sucedería. Fue en gran parte aquel bocadillo que me motivó a buscar estar lo más que pueda en tránsito. También, no puedo más que estar de acuerdo con la siguiente observación:

In one way, travelling has narrowed my mind. What I have discovered is something very ordinary and unexciting, which is that humans are the same everywhere and that the degree of variation between members of our species is very slight. This is of course an encouraging finding; it helps arm you against news programs back home that show seething or abject masses of either fanatical or torpid people. In another way it is a depressing finding; the sorts of things that make people quarrel and make them stupid are the same everywhere

A pesar de mi corta edad e incomparablemente pequeño catálogo de experiencias internacionales, no pude más que concluir lo mismo al viajar por tres meses recorriendo Europa, e inclusive es algo que descubro a diario viviendo brevemente en Montreal.

Esta mañana, luego de una apresurada y no muy minuciosa lectura (aunque sí atenta) no pude encontrar un párrafo que bien puede que no exista. Este párrafo buscaba asegurar que el pensar diferente y hacer de eso un estilo de vida puede ser una tarea solitaria. Pero a no desesperar, que vale la pena.

It’s too much to expect to live in an age that is actually propitious for dissent. And most people, most of the time, prefer to seek approval or security. Nor should this surprise us (and nor, incidentally, are those desires contemptible in themselves). Nonetheless, there are in all periods people who feel themselves in some fashion to be apart. And it is not too much to say that humanity is very much in debt to such people, whether it chooses to acknowledge the debt or not. (Don’t expect to be thanked, by the way. The life of an oppositionist is supposed to be difficult.)

Esta aclaración acerca de la difícil vida del disidente, para alguien que recién descubría el poder de las palabras y la importancia de tomar una postura cuando de temas importantes se trata, dejó una duradera marca. Quizás a propósito (y esto no debería sorprendernos de Hitchens) en esa vida difícil y probablemente solitaria, un libro como Letters… hace de acompañante.

Respecto del humor, Hitchens nos arrima más bien a hablar del ingenio (wit)

Humor ought to be pointed—ought to preserve its relationship to wit—and it ought to be fearless. The easiest forms it takes are those of caricature […] and associated forms of mimicry. The mordant forms it takes are the ironic and the obscene. Probably only the latter two forms can be revolutionary. […] The great caricaturists of the past were prepared to shock people beyond reason in showing the simple fact that our masters are made from the same damp clay as we are: that’s why they (the caricaturists, that is, like Daumier) often went to jail.

Y nos da una acertada regla de oro:

A rule of thumb with humor; if you worry that you might be going too far, you have already not gone far enough. If everybody laughs, you have failed.

A pesar de esta sutil relación entre el disidente y el humor, debemos contemplar que:

…if you really care about a serious cause or a deep subject, you may have to be prepared to be boring about it.

Hitchens aprovecha uno de sus capítulos para desplegarse sobre las motivaciones detrás de su antiteísmo, señalando la relación entre el librepensamiento y la oposición al pensamiento dogmático.

También en 2009 es que vi por primera vez el ciclo «The Genius of Charles Darwin», transmitido por la BBC y presentado por Richard Dawkins. Hace unos días lo busqué y noté con asombro que desde el comienzo se indica la forma en que el pensamiento de Darwin y la evolución se oponen fundamentalmente al pensamiento religioso.

A partir de esa primera experiencia comencé un recorrido que me llevó a buscar en la biblioteca de mis padres el maravilloso «The Selfish Gene» (1976) que cambió para siempre mi forma de ver al mundo y me hizo incluir entre mis intereses la biología evolutiva. Impacientemente me acerqué una vez más a Bertrand Russell y rápidamente lo ubiqué como mi filósofo de cabecera (años antes de dedicarme a la lógica y la filosofía analítica, curiosamente).

Este antiteísmo había madurado a partir de lecturas como «Why I’m Not a Christian» (1927) o «What I believe» (1925) de Russell y principalmente textos de Dawkins como «The Selfish Gene» (1976) —que conocí años antes de leer «The God Delusion» (2006). Fue luego de este recorrido que llegué por primera vez a Hitchens a través de su magnum opus «god is Not Great» (2007), encontrado entre los libros descartados por una mujer estadounidense que se volvía a su país.

Fue en ese mismo año, 2009, que comencé a involucrarme al respecto, colaborando tímidamente con la Richard Dawkins Foundation for Reason & Science, ArgAtea y el Círculo Escéptico Argentino, en diferentes oportunidades. Los comentarios de Hitchens sobre religión, en este tono personal y casi íntimo, una vez más acompañaron mi motivación por tomar partido por el pensamiento racional:

You seem to have guessed, from some remarks I have already made in passing, that I am not a religious believer. In order to be absolutely honest, I should not leave you with the impression that I am part of the generalised agnosticism of our culture. I am not even an atheist so much as I am an antitheist; I not only maintain that all religions are versions of the same untruth, but I hold that the influence of churches, and the effect of religious belief, is positively harmful.

Estas palabras sin tamiz en una persona que está buscando tener impacto en el mundo y ve con insoportable inquietud las inconsistencias en discursos como aquellos que sostienen las religiones, pueden ser poderosísimas. Hitchens insiste en dejar en evidencia que estos discursos son en efecto correspondientes a un autoritarismo irracional.

However, along with Islam and Christianity it does insist that some turgid and contradictory and sometimes evil and mad texts, obviously written by fairly unexceptional humans, are in fact the word of god. I think that the indispensable condition of any intellectual liberty is the realisation that there is no such thing.

Entre notas de nostalgia, y con ganas de dedicarle mucho más tiempo a esta relectura, relegada por otros diez libros que se amontonan en mi Kindle, me alegro de haber vuelto a los primeros puntapiés en mi recorrido ‘intelectual’. Es justamente «intelectual» la palabra sobre la que se detiene Hitchens por párrafos, debatiéndose sobre qué tan sensato es usarla para hablar de uno mismo, tanto como lo es autoproclamarse un ‘disidente’. Esta historia sobre la reapropiación del término ‘intelectual’ tendrá que quedar para otra oportunidad, en tanto mi día montrealés ya deja atrás su mediodía y se acerca apresuradamente a las últimas horas de luz.

The high ambition, therefore, seems to me to be this: That one should strive to combine the maximum of impatience with the maximum of skepticism, the maximum of hatred of injustice and irrationality with the maximum of ironic self-criticism. This would mean really deciding to learn from history rather than invoking or sloganising it.

En mi constante reflexión acerca del rol que los libros pueden tener en la cotidianeidad (con lecturas iluminando el camino como «Stop What You’re Doing And Read This!» [2011], «Bookmark Now» [2005], de Smokler y «The Pleasures of Reading in an Age of Distraction» [2011], de Alan Jacobs) el reencuentro con textos que como este me abrazaron e hicieron sentir acompañado en momentos de tal brutal intensidad me devuelve motivación para continuar indagando.

En mi domingo montrealés procuraré no contentarme con lo dado y, siguiendo esta ligera relectura, sostendré el esfuerzo permanente de cuestionarlo todo, partiendo de aquellas convicciones a las que me aferro con mayor firmeza.

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