¿Compañía o pertenencia?
Un animal de compañía es sinónimo de convivencia, amistad y fidelidad, se busca su domesticación y se le ofrece cierta educación para modificar su comportamiento dentro de un hogar.
Si hablamos de perros el vínculo que se genera es casi inmediato, se convierte en parte de la familia y se le otorga lo básico para su crecimiento y bienestar. Por desgracia y en repetidas ocasiones, muchos animales no gozan de la misma suerte. Viven en condiciones no aptas para su desarrollo, sin el tiempo de atención y espacio necesario, y constantemente su salud e integridad física y psicológica se encuentra amenazada.
Sin llegar a la agresión física, esas condiciones ya se consideran maltrato animal, el cual ha sido motivo de discusión a nivel legislativo en México y su combate llegó a ser tema de campaña en contiendas electorales para la jefatura de su capital, pero la realidad es que poco se ha avanzado en esta materia.
A nivel sociedad, la opinión pública ha expuesto situaciones como la de la cadena detallista +KOTA, empresa que desde 1994 se ha expandido en nuestro país, ahora en más de 25 estados con más de 200 sucursales, a la cual se le argumentó maltrato en la exhibición de los animales y falta de ética en su comercialización. Nada distinto a las prácticas de muchos otros detallistas independientes que desde siempre han vendido animales enjaulados. Lo cierto es que hemos visto condiciones peores a las de +KOTA.
Su filosofía y legalidad, según lo declara en su sitio de internet, dice así:
“+KOTA vende animales de criadero. El 95 % de los animales que encuentras en +KOTA, no fueron separados de sus hábitats naturales, desde pequeños fueron criados como mascotas en cautiverio y no podrían vivir de otra forma más que en la vida doméstica. Además el criador cuida que la especie se reproduzca siempre y cada vez más.”
Sin duda, la redacción tiene truco y resulta algo engañosa, ya que no existe sustento claro para asegurar que: “no podrían vivir de otra forma más que en la vida doméstica”, ni tampoco garantiza el manejo adecuado para su crianza.
Después de la ola de protestas por el video difundido en redes sociales donde se ve a un empleado de la tienda +KOTA agrediendo a varios de los animales, el activismo en contra de esta cadena adoptó una fuerza mediática nunca antes vista. Mientras tanto, la reciente llegada del joint-venture de Grupo Gigante con la norteamericana PetCo, comenzaba su expansión el mercado mexicano.
El desprestigio y batallas legales que sufrió+KOTA como líder de mercado, representaría para Grupo Gigante y su nuevo socio, una oportuna y favorable ventaja. No sugiero nada prefabricado, pero no me sorprendería. Aunque la filosofía de PetCo en Estados Unidos de América es la de no comercializar animales, su oferta de alimentación y accesorios supera a la competencia, todo bajo una fuerte estrategia de mercadeo, misma que estarían adaptando al mercado mexicano.
Por un lado, podemos celebrar, si es que fue genuina, la unión de la gente que se ha dado en casos como el de +KOTA, convocando al boicot y al castigo social. La intensa actividad que surgió en redes sociales abanderada con el hashtag #CerremosMaskotaMexico mostró una realidad para muchos desconocida. Por otro lado, si bien el hacinamiento en las tiendas y la falta de atención hacia los animales es una realidad, el problema parece no importarle a muchos.
Y es que sin duda lo que hoy vemos, no es más que la consecuencia de una sociedad en desapego total hacia la vida animal, en donde la ausencia de respeto y la indiferencia dictan su conducta. No es ningún secreto, sin importar los métodos de crianza, muchos solo buscan perros de raza como si se tratara de marcas de renombre para adornar sus perfiles sociales y de vez en cuando presumirlos durante sus caminatas por el parque al estilo pasarela.
Durante la embestida mediática, +KOTA emitió un comunicado nombrado +KOTA Comunica en respuesta a la opinión pública sobre los acontecimientos de maltrato en una de sus tiendas en el que menciona a su nada despreciable cantidad de clientes por encima del millón en todo el país y a sus más de 100 mil clientes con tarjeta de lealtad, (este blog fue borrado tiempo después), el daño estaba hecho, la percepción de maltrato no se olvidaría fácilmente.
Sin embargo, el tema importante no es si cerramos +KOTA o cualquier otra tienda, lo relevante es señalar la indiferencia hacia la vida animal y la manera en la que se permite su comercialización.
A menudo se confunde la domesticación con la pertenencia, la idea absurda de seguir comprando vidas solo nos conduce a degradar su existencia con tal de satisfacer una necesidad de compañía, o peor aún, de estatus o de imagen.
Su crianza, el proceso de adquisición, las condiciones de transportación y exhibición, todo es cuestionable. Son seres vivos que durante su estancia en los puntos de venta pueden llegar a estar encerrados más de doce meses, esto es estúpido, retrograda e inhumano.
Actuar contra una cadena detallista por el trato deplorable que reciben los animales que ahí venden, es loable, pero no deja de ser una acción aislada y sin ningún legado, una vez será+KOTA, mañana serán otros. Esto no se trata de animalistas, tuiteros o activistas, esta situación nos involucra a todos por igual y no debe quedar como un episodio más del activismo efímero.
El vacío legal aún es enorme, la solución requiere trascendencia y un mayor impacto, donde el principal cambio comience desde la sociedad a favor de una convivencia sana y justa para ambos: animales y humanos.
Podemos aprender de acciones ejemplares como en los Países Bajos con la Sociedad Holandesa para la Protección de los Animales (Nederlandse Vereniging tot Bescherming van Dieren) fundada en 1864. Leíste bien, ¡desde 1864! Surgió como un movimiento aristocrático que buscaba la protección de los animales, una de sus labores más significativas hoy en día es la de erradicar a los perros callejeros en alianza con Animal Foundation Platform, HAS Den Bosch y Dog Research.
Si deseas consultar o descargar este documento, hazlo aquí:
How Holland became free of Stray Dogs
Suspender la comercialización del animal de compañía o al menos elevar su cuota fiscal, podría terminar no solo con el riesgo de abandono y maltrato de estos animales, también acabaría con el mercado negro en las calles, la manipulación indebida para su procreación en los llamados criaderos y el uso desmedido de estos maravillosos seres como un elemento de posesión o etiqueta social, una posesión que ha sido bautizada como “mascota” que es adquirida y desechada a capricho de quienes se hacen llamar sus “dueños”.
El negocio alrededor de un animal de compañía es enorme y no tiene por qué acabarse, siempre y cuando sea legal y ético, las oportunidades son variadas: accesorios, veterinaria, alimentación, hospedaje, entrenamiento, estética, solo por mencionar algunos rubros del mercado de productos y servicios para mascotas en México, tan solo el año pasado generaron ingresos en conjunto por más de 1,200 millones de dólares en México.
Ya sea comprado o adoptado, es necesario que las personas que reciben a un animal en su hogar consideren que se trata de un ser vivo que requiere de recursos y atención, pues una de las principales causas de su abandono está relacionada con factores económicos y con la absurda idea de pertenencia, la cual convierte al animal en un objeto.
Compañía: Sí. Pertenencia: No.