Neutralidad o Apertura: ¿Hacia dónde llevaremos la internet?

Gustavo
Esparza Qué Pasa
Published in
12 min readJul 21, 2019

En los últimos años, la red de redes se ha enfrentado a diversas amenazas que podrían mermar la libertad que tanto se ha defendido desde su adopción a nivel global.

Fue en noviembre de 1989 cuando el científico británico Tim Berners, considerado el padre de la red informática mundial, estableció la primera comunicación entre un cliente y un servidor usando el protocolo de transferencia de hipertexto, mejor conocido como HTTP.

Desde entonces, el crecimiento de la internet ha sido exponencial y, con ello, el desarrollo constante de grandes operadores que la distribuyen, comunmente llamados Internet Service Provider (ISP, por sus siglas en inglés), quienes han buscado de diversas formas cosechar los cientos de millones de dólares que han invertido durante los últimos años a través de cabildeos voraces para derogar su neutralidad, condición que al menos en los Estados Unidos, se habría procurado durante la administración de Barack Obama, bajo la premisa de que la neutralidad de la red es un principio esencial y hay que protegerlo.

Las señales de alerta ante una posible pérdida de su neutralidad han sido muchas, quizá una de las más notables sucedió a principios de 2015, cuando el comisionado de aquel entonces, Tom Wheeler, al frente de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) no presentó la propuesta de neutralidad a través de un comunicado oficial, sino mediante un artículo publicado en la revista Wired, situación que generó desconfianza entre la población estadounidense, además de la evidente incertidumbre que hacía suponer que todo era una gran simulación de la administración en turno y que los grandes operadores no se quedarían de brazos cruzados ante dicha propuesta, misma que ponía en duda el aparente proceder ético del gobierno estadounidense a favor de la gente y no a favor de estos grandes emporios de las telecomunicaciones como Comcast, Verizon o AT&T, mismos que serían los principales beneficiados si la derogación de neutralidad de la red fuera ejecutada. Afortunadamente no fue así, pero las intenciones siguen vigentes aunque poco se hable de ello.

Comprender el flujo de intereses que hay detrás de esta encrucijada llamada “neutralidad” no es tarea simple, no es una cuestión de blanco y negro, y si de pronto te encuentras con un artículo que intenta explicarte todo este embrollo en cinco puntos, lamento decírtelo, el tema es profundo y por ello la opacidad al respecto. Para empezar, la amenaza de acabar con la neutralidad no solo es una cuestión de Estados Unidos, el impacto es global. Entender sus múltiples facetas puede ser complejo, pero siempre será un buen comienzo echar un vistazo atrás y adentrarnos en la historia para conocer su complejidad.

Los primeros años de la Internet

En la década de los noventa los operadores no tenían la capacidad técnica para discriminar el tráfico en línea. Sus computadoras no eran lo suficientemente rápidas y, por lo tanto, la neutralidad de la red era parte ineludible de su naturaleza. La plena libertad de la internet, aunque era un ideal declarado y muchas veces defendido, no fue resultado absoluto de una mera convicción, simplemente no existían los recursos para manipular y priorizar el tráfico de datos. Años más tarde, a medida que la tecnología evolucionó y el valor del contenido que fluía a través de la red crecía, los operadores desarrollaron mayor capacidad de manipulación y crearon incentivos para discriminar y controlar el tráfico de la internet a su favor.

El tráfico creció y la neutralidad se vulneró

Basta con recordar los rumores que surgieron durante el 2014 sobre Verizon, uno de los principales proveedores de internet en Estados Unidos, quien habría solicitado a Netflix que pagase por el tráfico generado en su red. Días más tarde, Comcast, el conglomerado de medios de comunicación más grande del mundo, otorgó a Netflix, mediante un acuerdo del que poco se dieron a conocer detalles, un canal directo para el tráfico de su servicio de video bajo demanda y así evitar la saturación de ancho de banda del operador, siendo este, el primer caso de una conexión libre de intermediarios que alertaba una posible priorización a favor de un dominio y que iría en contra del concepto de la neutralidad de la red.

En ese mismo año, la administración de Obama emitió un comunicado en el que convocaba a la FCC a aprobar ciertas regulaciones para “proteger la neutralidad en la red para todos”. En ellas solicitaba la reclasificación del servicio de internet al de las “telecomunicaciones”, ya que anteriormente había sido considerada como “información”. Una pequeña gran diferencia de conceptos legales que podría cambiar por completo el panorama.

The Obama White House — 10 de noviembre de 2014

Ante aquella propuesta de reclasificación, Verizon fue la primera en apelar, bajo el argumento de que la FCC excedía sus competencias, a pesar de ello, la regulación siguió su curso, entonces con el apoyo mayoritario de demócratas, y fue así, como la neutralidad de la internet aseguró con mayor fuerza su aplicación a partir del 2015.

Desafortunadamente los grandes operadores no claudicaron y el cabildeo continuó, los arreglos por debajo de la mesa no cesaron y finalmente, con la llegada de Donald Trump a la presidencia, las reglas del juego cambiaron o como algunos precisan, es a él a quien le tocó interpretar el papel de verdugo, dejando a Obama en el registro de la historia como el gran defensor de la neutralidad de la internet.

La regulación que pretendía preservar el libre acceso de los usuarios a cualquier sitio, de forma que el operador no tuviera capacidad para priorizar, ralentizar o bloquear su servicio de conexión a algún sitio o dominio, en algún “descuido” podría quedar en el pasado.

Estas imágenes ilustran con ironía como podría ser la internet sin neutralidad:

Discriminación en el ancho de banda.
Tarifas complementarias por servicios agregados y acceso a sitios.
Niveles de velocidad por servicios contratados.
Paquetes por grupos de servicios, aplicaciones y plataformas contratadas.

A partir de un documento conocido como Restoring Internet Freedom Order, que fue entregado a los comisionados de la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos), organismo que preside Ajit Pai, quien casualmente es ex-empleado de Verizon y asignado a este cargo tras la llegada de Trump al poder, se sometió a votación la derogación de la neutralidad de la internet. Cabe mencionar que fueron cinco comisionados los responsables de esta votación, tres de ellos republicanos, lo cual causo demasiada incertidumbre y provocó que muchos creyeran que la neutralidad sería eliminada en definitiva.

La promesa de la FCC

Con el afán de “proteger a los consumidores y promover la competencia”, la nueva propuesta dejaría toda la gestión en manos de los proveedores de servicios, quienes supuestamente estarían sometidos a un constante escrutinio para garantizar transparencia en su proceder, y así los usuarios podrían adquirir el servicio que mejor les convenga, dejando la protección de la privacidad en línea en manos de la Federal Trade Commission, organismo comisionado a la procuración del consumidor, algo similar en México a la Profeco.

La contradicción de Ajit Pai

Según Pai, la FCC impuso regulaciones durante la administración de Barack Obama que terminaron por afectar la inversión en construcción y expansión de la banda ancha, lo que provocó, según sus datos, una contracción de la inversión en infraestructura por parte de los operadores en un 5,6% en 2016, comparado con 2014, dato que se contradijo con la información publicada por los mismos operadores desde 2015, la cual indicó que su inversión total había crecido más del 5%, además de declarar, de forma explícita a sus inversionistas, que la neutralidad de la red no afectaría sus niveles de inversión ni planes futuros. En palabras coloquiales, intentó dar atole con el dedo.

Más detalles: ISPs continue to invest and tell investors that net neutrality hasn’t hurt them

El silencio de los grandes

Quienes parecen haber aligerado la presión fue el equipo GAFTAN (Google, Apple, Facebook, Twitter, Amazon y Netflix). Estas tecnológicas mostraron una actitud muy combativa y enérgica en la primera etapa de esta defensa de la neutralidad, amplificaron la conversación al respecto y mostraron un supuesto respaldo a la neutralidad, ahora parece que el silencio les acomodó mejor.

Podríamos pensar que dieron por lograda la derogación de la neutralidad y que se alistaban para adaptarse a las nuevas condiciones. Eso aún está por verse, mientras tanto, hagamos a un lado las promesas, las contradicciones y hasta los repentinos silencios.

Ahora la cuestión es:

¿Realmente existe la neutralidad?

Y es que el significado de la neutralidad en la red puede no ser tan preciso como quisiéramos y su interpretación depende de la intención con la que se aplique y de quien la aplique. Hasta ahora, el ideal es que todo tráfico de datos sea tratado en condiciones de igualdad, el mismo ancho de banda para todos y la misma disponibilidad. Idealmente la internet se ha definido como un medio esencial para garantizar derechos fundamentales, como el acceso a la información y las libertades de opinión y expresión de forma inmediata y sin censura. Hay quienes dudamos de esto último.

Pero lo cierto es, que este gran ideal ha quedado sujeto al funcionamiento y operación propia de la internet, las medidas de gestión de tráfico son una práctica habitual de los operadores para lidiar con situaciones de congestión o para dar respuesta a peticiones “justificables” de bloqueo (ataques cibernéticos, tráfico de datos basura o spam, políticas de conversación, requerimientos legales, exigencias gubernamentales o incluso hasta la demanda de ciertos usuarios). La discriminación natural del tráfico existe para satisfacer la operación y la distribución del servicio en general, desde esta perspectiva funcional, tal discriminación se considera positiva y, dependiendo de su capacidad instalada o recursos financieros, los operadores pueden hacer uso de redes de entrega de contenidos (CDN) o contar con servicios de peering, canales especiales o convenios privados de interconexión para mejorar el tránsito y así, favorecer la entrega de ciertos contenidos o servicios.

Con esto, debemos reconocer que el riesgo de ambigüedad es latente al momento de definir lo negativo o positivo de una discriminación, sobre todo si permitimos que los operadores sean quienes impongan sus criterios de manera unilateral, y actúen como juez y parte bajo sus propias reglas.

Un ejemplo de ello es el incentivo al consumo de ciertos contenidos o servicios, lo cual también es una discriminación, convenientemente considerada como positiva, pero no deja de ser discriminación y que en muchos países se realiza libremente, como es el caso de México, donde las prácticas de bonificación o tasa cero (zero-rating) son una táctica habitual de los principales operadores móviles para captar o retener usuarios vía precios o discriminación tarifaria. El caso más frecuente, que suelen incluir dentro de ciertos planes tarifarios y en algunos casos en la modalidad de prepago, es la supuesta gratuidad en el uso de las principales redes sociales, servicios de transmisión o de mensajería instantánea. Y al decir “supuesta gratuidad”, quiero aclarar lo siguiente: alguien termina pagando esos costos, ya sea el operador de red o el proveedor del contenido o servicio, quienes sin duda saldrán favorecidos por tan ventajosa condición.

¿Qué pasaría si en lugar de ofrecer WhatsApp o Uber ilimitado, fuera el uso de aplicaciones como Telegram o Beat?

Actualmente, países como Japón, Finlandia, Noruega, Islandia, Estonia, Países Bajos, Chile, Argentina, Perú, entre algunos otros, cuentan con una legislación estricta que prohíbe cualquier práctica de tasa cero, incluso en el caso de la Ley Argentina Digital, en su artículo 57, prohíbe fijar el precio de acceso en virtud de los contenidos, servicios, protocolos o aplicaciones utilizadas.

Y si hablamos de modelos de tasa cero más radicales, como el que propone la iniciativa internet.org o free basics impulsada por Facebook, la neutralidad se compromete aún más. Con el pretexto de ofrecer acceso a una gran parte de la población del mundo que sigue sin acceder a internet y bajo el lema de que “algo de acceso es mejor que nada”(según palabras del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg), se estaría priorizando el acceso a contenidos seleccionados que sólo destacaría el poder del proveedor en cuestión, al mismo tiempo que evitaría la entrada de otros proveedores. Es una forma muy disfrazada de blindarse ante la competencia.

Con este modelo se corre el riesgo de desplazar a las políticas públicas de promoción de acceso total a internet a cambio de una estrecha selección “gratuita” de servicios y contenidos.

Neutralidad o Apertura

Hay quienes aseguran que las prácticas de tasa cero son más peligrosas que la eliminación de la neutralidad por el simple hecho de acotar el uso de unas cuantas aplicaciones o servicios dentro de planes que la mayoría de las veces son forzosos.

A esto le sumamos lo ambiguo que resulta definir cuándo una discriminación es positiva o negativa, situación que difícilmente se resuelve con objetividad y en términos legales queda en absoluta ambigüedad.

Por todo esto, muchos han migrado del discurso de la defensa de la neutralidad al de la apertura, porque consideran que el concepto de la neutralidad es relativo y reconocen que la discriminación del tráfico es algo imposible de evitar. Mientras que el concepto de la apertura se enfoca más en los resultados y no tanto en los medios.

La apertura considera que todos los usuarios sean tratados de la misma manera, incluyendo a quienes generan contenidos o proveen algún servicio. La apertura es la igualdad de trato hacia todos los usuarios y proveedores que garantiza plena libertad para acceder o transmitir los contenidos que prefieran. Es fortalecer una Internet dispuesta al libre tránsito de contenidos, abierta a nuevas formas de operar y dispuesta a reinventarse, capaz de romper paradigmas de conectividad, tal y como lo propone el fundador de Megaupload, quien se ha referido en diversas ocasiones a su modelo alternativo de internet como un lugar en el que los ataques DDoS (de denegación de servicio) no tendrían cabida, en el que no existirían las IPs, y en donde el espionaje y la censura no serían posibles.

Sería un modelo sin el protocolo TCP/IP utilizado hasta ahora en las comunicaciones que sería sustituido por uno completamente cifrado. Una internet que sería capaz de explotar la capacidad ociosa que nuestros teléfonos móviles tienen al convertirlos en una red encriptada. Pero mientras ese nuevo modelo se hace realidad o no, la protesta por defender los derechos de libertad continua.

La protesta

Hasta ahora ha sido enérgica y la resistencia persiste. Iniciativas como BattleForTheNet surgieron y lograron convocar a todos los residentes de Estados Unidos que no quieren que las leyes se modifiquen a favor de los operadores. Fueron más de 20 millones de comentarios generados por usuarios y organizaciones que tanto la comisión como el congreso recibieron en contra de esa última iniciativa en 2017.

La consigna

Quiero un Internet donde las empresas de contenido crezcan de acuerdo a su calidad, no a su capacidad de pago para viajar en el carril más rápido.

Quiero un Internet donde las ideas se difundan porque son inspiradoras, no porque coincidan con las opiniones de los altos ejecutivos de las compañías de telecomunicaciones o de sus intereses creados.

Quiero un Internet donde los consumidores decidan lo que triunfa en línea, y donde los proveedores de internet se enfoquen en ofrecer la mejor conectividad.

La defensa continua

Las compañías de telecomunicaciones y legisladores a su favor buscarán imponer un modelo de servicio escalonado para garantizar un mayor control y dominancia en el mercado, crear escasez artificial y obligar a los suscriptores a comprar sus servicios que de otra manera no serían competitivos. Por su lado, los usuarios buscarán diversos mecanismos legales y mediáticos para evitar cualquier imposición, y tendrán que definir si la batalla a favor de la neutralidad está perdida, si buscar la apertura es el mejor camino o simplemente claudicar ante la imposición de los gigantescos intereses de estas compañías y sus aliados. Ya veremos qué pasa.

Los hashtag a seguir en esta conversación:

#NetNeutrality

#StopTheFCC

#SaveNetNeutrality

Y para terminar con todo este enredo y aligerar la carga, te vendrá bien un poco de humor, sobre todo si llegaste a leer hasta aquí. Te lo mereces.

Net Neutrality | Last Week Tonight with John Oliver (HBO)

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