Enjambre feminista

Crónica sobre el 32 Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco

Emergentes
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5 min readNov 2, 2017

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Texto: Emergentes

Fotos: Cobertura Colaborativa ENM 2017

Fuimos enjambre, una forma de multiplicarnos y replicarnos en Resistencia. Desde cada rincón del país viajamos a la ciudad que nos esperó con una inusual baja temperatura para la tierra chaqueña. Durante el 32 ENM el termómetro climático no llegó a los 45 grados habituales, el feminista los superó.

La inauguración se desplegó en el estadio Club Atlético Sarmiento, la entrada de la manada feminista por las esquinas tiñeron el césped con huellas que modelaban una única pisada . Entre botellas de agua, gorritas y paraguas para el sol, se escuchó el ya clásico “a pesar de todo, les hicimos el encuentro”. Ese “a pesar de todo”, es el destello de la manera que tenemos de construir esta red que se anuda de múltiples maneras: en la plaza, en los talleres, con la intervenciones, en los besos tortilleros, en las pintadas, en nuestros reclamos abortivos, por la tierra , por las vidas precarizadas, por quienes no
están .

Todo embebido en los cuerpos escritos con tatuajes provisorios que durarían un lapso de tiempo distinto regido por un nosotrxs yendo de un nodo a otro de la ciudad, dibujando un mapa cuyo relieve insiste en medirse con números: habremos sido 50 mil o 70 mil, quien tenga ese número lo puede enunciar , los ceros cuentan, pero también podemos contar sin ellos y con la experiencia explosiva que el movimiento de mujeres lesbianas travestis y trans es capaz de mostrar en capacidad imaginativa y en ocupación de territorio.

El sábado había preámbulo de marcha: después de los talleres las calles de los
alrededores de la plaza 25 de Mayo tuvieron sus primeras pisadas en código columna: contra los travesticidios pidiendo justicia por Diana Sacayán, pasaron por la Catedral en donde ya estaban las Socorristas en una intervención que plasmó su trabajo cotidiano. Con experiencias de aborteras escritas sobre toallitas manchadas con sangre y colgadas en el vallado que cubría los muros que protegen la iglesia católica.

La marcha torta –por primera vez parte del esquema oficial y cada vez mas
multitudinaria- dejó su marca con una intencionada desprolijidad de torsos desnudos, se desplegó en los alrededores del centro mientras las lesbianas se iban sumando desde las orillas hacia el centro neurálgico de cada columna, en donde a puro tambor y ya con síntomas de difonía se oyó el grito tortillero interminable que desembocó en la plaza: plantación selvática de tortas entre pogo y picnic cervecero. Allí hubo un fragmento de celebración ritual nocturno, en distintos puntos de la ciudad.

El fin del primer día del Encuentro se traducía en la multiplicidad de posibilidades: descanso, cena en escuelas y a la bolsa de dormir, acampes colectivos o fiesta. O quizás, todo junto.

El amanecer del domingo continuaba con el cauce de los talleres, la plaza y sus feriantes, la gestación para la marcha, y la conferencia ineludible en el contexto del Encuentro: el repudio al traslado violento e ilegal de Milagro Sala al alto comedero fue la primera coordenada del día para hablar de la necesidad de una justicia feminista y antipatriarcal. En la plaza las mujeres de Abya Yala convocaron la primera audiencia de los casos que en América Latina y y el Caribe son tratados desde una lógica hetero patriarcal que enfurece y nos pone frente a la tarea de pensar otros modos de delinear
una justicia que pueda visualizar y responder a nuestra demanda .

En los detalles se construyó el relieve del encuentro en tierra chaqueña: un taxista recordando a Marito, una compañera suya de la secundaria que se hacía llamar así. Migró a Buenos Aires seguramente sin imaginar la posibilidad de que la plaza de su ciudad natal pudiese algún día rebalsar con cientos de tortas.
Una artesana de Humahuaca, que vino a vender pulseras y collares
desparramados en su brazos y experimentó su primer Encuentro, convencida que no iba a faltar al siguiente: “Escuché una frase que ahora no me acuerdo, pero lo que me quedó es que no estamos solas”.

Los dibujos de los rostros de Santiago Maldonado y de Maira Benítez desplegados por el suelo próximos a ser encuadrados en la casa de la mujer . La hija de Maira soltó la mano de su abuela y se abrazó al dibujo frotando su mejilla contra el papel. Entre lágrimas le dijeron : “Vamos a hacerle el cuadrito a tu mami para que este linda” Ella, con la cara pegada al retrato respondió: “No hace falta , mi mamá ya es linda”.

La intersección de la calle Las Heras y Castelli con sol pleno fue el punto de partida de nuestra euforia, la marcha enmarcada con letras de canciones feministas, instalándose las palabras , la métrica , el canto, las corridas y las pintadas que son huella latente de todo eso que falta , cuando no , quedarán las ciudades limpias e impolutas , y podrá ser signo del mundo que imaginamos. Mientras tanto ,no hubo represión como venía sucediendo en Mar del Plata y Rosario , sí hubo grupos católicos y misóginos que
aprovecharon para hostigar a mujeres que todavía no habían emprendido el éxodo. Fue en las inmediaciones de la Catedral cuando ya estaba todo limpio e impoluto.

Se definió la próxima sede entre las lágrimas sobre las pieles terrosas de las
compañeras de Chubut . Allí enjambraremos en clave sureña el poder que estamos acumulando colectivamente endureciendo un tejido militante que nos hace cada vez más fuertes.

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Acción y comunicación. Nuevas narrativas contra la manipulación política de los medios tradicionales.