Foto: Henrique Medeiros/ Mídia NINJA

¿A quiénes mata el virus y a quiénes mata el hambre? Reflexiones desde la periferia

Micaela Távara , artista escénico — Perú

Desde la ventana de mi casa, observo una pichanga de fútbol.

Como todas las noches los vecinos y vecinas de mi barrio “El Progreso” cierran la calle entre las 10 pm y la 1 am para tirar su pelota, todes en el barrio sabemos que a esa hora se da el gran partido de futbol o de vóley, nadie se queja, estamos acostumbradxs. Porque a fin de cuentas en los barrios de las periferias de Lima, Perú quienes cuidan las calles somos nosotres, le damos vida a la calle.

En nuestro barrio no existe la policía o el serenazgo, pero esta vez algo cambia. Por primera vez en todos estos años viviendo aquí aparece un patrullero de la policía y le pide detener el partido de fútbol, que levanten las pelotas y que se vayan a sus casas, de lo contrario serían llevadxs a la cárcel, pues ahora hay virus mucho mas grande que la delincuencia, el asalto a mano armada, la venta de drogas o el machismo, el covid-19 es mucho mas importante a comparación de todos los reclamos que la comunidad ha hecho durante tantos años por la inseguridad ciudadana. Los chicos y las chicas se van tristes, molestxs y retornan a sus casas, no hay nada más que hacer.

A latinoamericana nos une el sentido del barrio y las periferias o conos tienen exactamente la misma dinámica.

Al día siguiente al medio día el presidente del Perú ocupa nuestras pantallas de TV y radios, anunciado toque de queda obligatorio desde las 8 pm hasta las 5 am en todo el Perú, con excepción del norte y la selva que empezarían desde las 6 pm.

Los presidentes nos hablan de cuidar nuestra salud, de lavarnos las manos por 20 segundos con agua y jabón, de mantenernos en casa, de estar siempre a 1 metro de distancia con mascarillas y guantes pero ¿Cuánto cuestan esas mascarillas o esos guantes en la economía de las familias de los barrios, de las villas, de los conos? Ese quedarse en casa ¿que significa? Como nosotrxs podemos cuidar nuestra salud lavándonos las manos con agua y jabón, si en los márgenes de las ciudades miles de sectores no cuentan con agua y menos con desague. ¿Para quienes van estos discursos? Al menos no para nosotrxs, lxs que trabajamos el día a día, lxs que hacemos nuestra jornada de trabajo para almorzar y cenar ¿Cómo me quedo en casa? Si tengo que comer y alimentar a mi familia y eso significa salir a la calle a trabajar. No son dinámicas que funcionen para nosotrxs.

Desde la ventana de mi casa una vez mas relato esto, los últimos 10 años mis vecinos y vecinas han levantado sus casas entre 2 o hasta 4 pisos para arriba para hacer sus empresas de sastrería, fachadas sin tarrajear ni pintar pero mostrando el intento por el progreso, empezaron convirtiendo la sala de sus casas en pequeños talleres para confeccionar ternos, contratando de esta manera a algunos jóvenes del barrio haciendo de forma indirecta que el pandillaje disminuya y de forma directa dando puestos de trabajo a más de 100 jóvenes cerca a sus casas, algo que jamás los municipios han hecho. El #YoMeQuedoEnCasa hace que estos jóvenes se vean obligados a no salir de casa para trabajar y por consiguiente el cierre “temporal” de estas pequeñas y medianas empresas, y esta situación es entendible cuando se necesita cuidar la salud de todo un país o todo un mundo. El estado peruano tomo como medida dar en la segunda semana de cuarentena un bono económico para las familias de 380 soles, hoy estando ya en la cuarta semana de cuarentena este bono se ha aumentado a 760 soles por familia, llamándose bono universal.

Hace unos días desde mi ventana, he visto como mis vecinos y vecinas han empezado a guardar sus materiales, a cubrir sus máquinas de coser, a alquilar esos pisos que tanto les costo levantar, convertir su sala ahora en una tienda de abarrotes y empezar de 0, porque si hay algo que los barrios sabemos hacer muy bien, es que sabemos siempre comenzar a través de la adversidad pero hay otra cosa que sabemos mucho mejor todavía y es que ni el estado ni sus ministerios jamás se han preocupado por el plato de comida que llevamos a nuestras mesas y menos por nuestra salud.

Desde la ventana de mi casa no veo a los grandes empresarios cerrar sus cadenas internacionales de ropa, y es que seguro ellos ya están acostumbrados a dormir en cómodas camas y tal vez ahora no compren el vino más caro y esa su mas grande preocupación. Pero aquí en este otro lado, desde la periferia, hay un virus que siempre nos ha rondado y es el del abandono y el de la explotación, solo nos toca esperar que nos mata primero, el virus o el hambre.

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