Foto: Cobertura Colaborativa ELLA

Libres para amar

Mariana Colasso Sosa y Maru Zayas — Libres Para Amar — Uruguay

Cerrando abril del 2020, en Uruguay el confinamiento es voluntario. Las autoridades exhortan pero no obligan a la población a aislarse. No obstante, el distanciamiento se impone como este viento frío que viene trayendo el otoño. Pasan días, semanas, ya más de un mes, que muches hemos dejado de abrazar a nuestros seres queridos.

Quienes nos relacionamos sexoafectivamente desde el Amor Libre, podemos (o tal vez no) tener uno o varios vínculos, con los que compartimos (o no) los espacios. Lo hacemos de manera consensuada, sin presuponernos propietaries de las personas con quienes nos vinculamos, ni de sus sentimientos, acciones o pensamientos. Y así experimentamos placer, estando con nuestros vínculos y aceptando que ellos estén con otras personas.

En tiempos de coronavirus, donde se nos exhorta a encerrarnos y a no salir de nuestras casas, empezamos a sentir la falta de los besos, las caricias, los abrazos, la falta del placer que ellos desatan. Extrañamos sentir la tibieza de otra cuerpa, sentir su forma, sus olores, el peso de sus brazos a nuestro alrededor, la presión entre esa otra cuerpa y la mía. Nos decimos que ya volverán los abrazos y nos ponemos como horizonte el día en que podamos volver a ese gesto. Mientras tanto, dudamos de la efectividad de esta medida y tememos sus efectos secundarios, tememos las consecuencias que pueda traer a nuestra afectividad y a nuestra salud emocional. Cuestionamos si vale la pena.

Entre tanto exploramos otras formas del placer. Se hacen campeonatos de sexting, videollamadas que arden, miles de nudes que atraviesan pantallas. Nuestro lenguaje erótico se va modificando, mutando hacia formas más verbales. No poder estimularnos directamente con otras cuerpas nos invita a estimular nuestra imaginación. ¿Nos animaremos, por fin, a decir cómo y cuánto nos gusta lo que nos gusta?

¿Qué otras formas del placer podemos explorar como libreamantes cuando no podemos compartirnos con nuestros amores con la misma libertad que hasta hace unas semanas? Tal vez tengamos que indagar en nuestras potencias compersivas, en nuestra capacidad de sentir placer sabiendo de la felicidad de nuestros amores, aunque esa felicidad no provenga en todo momento de nuestra compañía.

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