Dolor maestro

fer-b
EspiritualMente
Published in
Nov 19, 2020

El aprendizaje, cuando doloroso, mayor arraigo en el ser trae.

El dolor atraviesa, cuando se sufre, se siente en todos los niveles. Mediante el dolor algo se fija, se impregna, “marca a fuego” sería lo más parecido, se siente en las entrañas, se siente en el alma.

La alegría es más expansiva, hacia afuera, se proyecta, contagia, es apertura, sale de nosotros.

El dolor es hacia adentro, es profundo, desgarra, es un pozo oscuro donde se cae sin final.

Algunos aprendizajes necesitan imprimirse en nosotros, necesitamos quedar impregnados para asimilarlos y para ello, inevitablemente, debemos atravesar el dolor.

Esas marcas se graban en el alma y en una vida futura puede aflorar algún resabio de dolor como secuela de aprendizaje o dar pie para un aprendizaje necesario en esa nueva vida.

Por eso cuando el dolor es inevitable, debemos aceptarlo como proceso necesario aunque no lo entendamos con la mente. Aprender a soportarlo mientras sucede y a vivir con ello cuando pasa.

Huir del dolor no siempre es lo correcto, a veces necesitamos dejar que pase, que limpie, que enseñe, nos deje su marca y volver a empezar en un nuevo estado.

La tristeza es polar con la alegría, se trabaja con amor y nuevos puntos de vista, es consecuencia del dolor.

Necesitamos reconceptualizar estos estados para cambiar puntos de vista y obtener nuevas perspectivas, para descubrir que hay detrás de los velos, para acceder a una nueva concepción de la vida, que generen nuevas relaciones, por lo tanto nuevas sociedades, ese es el camino para construir un mundo nuevo.

Las formas de vivir actuales claramente están llegando a su fin.

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