Foyles

 Westfield London Shopping Centre

Mr. C
Estancia en Londres

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Siempre me han fascinado las librerías. Son sitios maravillosos, rincones que albergan el conocimiento humano sin pedir nada a cambio. Lugares tranquilos que se dejan hacer.

La tendencia a proporcionarte un sillón más que confortable hace que el tándem sea sencillamente perfecto. Una razón más para disfrutar de la lectura rodeado de clásicos grecolatinos, novelas románticas, aventuras de ciencia ficción y un largo etcétera.

Recuerdo que de niño, pasaba largas jornadas de pie, en la librería del centro comercial, entre las estanterías dedicadas al género de la fantasía. Contemplar aquellas cubiertas de John Howe, hacía pensar que lo que se tenía entre manos era mucho más que un libro. Era la llave que te transportaba a un mundo donde la nigromancia, la épica de las batallas y las hermosas doncellas raptadas por el malvado de turno se hacían palpable.

Sin embargo siempre me acuciaban sentimientos de culpabilidad. Siempre disimulaba cuando pasaba algún dependiente, como si realmente no estuviera leyendo aquellos libros. Había algo injusto. Disfrutaba de aquellos volúmenes gratis. De su tacto, de sus portadas increíbles e incluso de hasta su olor. Y pensaba que en algún momento, llegarían a llamarme la atención por merodear por aquél lugar sin hacer ninguna compra.

El hecho de que te inviten a sentarte y disfrutar gratis de aquel lugar es una idea que aún me sigue chocando. Pero de la que soy participe con la misma admiración y entusiasmo hacia los libros que cuando era un niño.

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