Cómo escribir bien

6 tips y una regla para hacer un texto y no matar lectores de aburrimiento.

Ezequiel Acuña
4 min readSep 26, 2017

Primero, la regla. Siempre haga un punteo antes de escribir. Siempre. Y si lo que tiene que escribir es solo una oración, anote las palabras que deberían estar.

Sigamos con algunos consejos.

1) Dígale no a su ansiedad

El lenguaje tiene una desgracia, muy común en el mundo en general: lleva tiempo y una palabra viene después de la otra. Las figuras retóricas (como una metáfora, una analogía o una sinécdoque) nos ahorran minutos y permiten que transmitamos varios significados juntos. Y cuando hablamos, las ironías, los tonos o los gestos completan mucho significado del discurso. Pero, así y todo, una palabra siempre viene después de la otra.

Todos tenemos ese amigo que cuando cuenta algo corta las frases, se adelanta, relata el final antes de explicar de qué está hablando. Todos tenemos ese otro amigo que hace una historia maravillosa de cómo fue a comprar pan al almacén.

En este caso, escribir es lo mismo. Seamos como el segundo amigo.

La clave es saber que comunicar algo va a llevar un tiempo y que hay que administrar bien cada segundo.

2) Encuentre la lógica de lo que va a decir

Hay un concepto que deberíamos eliminar. Se trata de la idea de que un texto es la expresión íntima de la personalidad de quien escribe. La personalidad es un caos y un texto nunca jamás lo es. Un texto ni siquiera es los pensamientos de una persona, que también son bastante caóticos y se van por las ramas.

Los mejores textos, sean narrativos, periodísticos o técnicos, siempre tienen una lógica.

Primero se dice A, para después poder decir C, para después poder decir R, y solo entonces va a quedar bien, y se va a entender correctamente, si decimos Z.

3) Respire

El yoga nos enseñan a respirar y a prestarle atención al aire entrando y saliendo de nuestro cuerpo. Porque no hay otra forma de saber que estamos vivos. En un texto, cada punto final de oración es una inhalación profunda. Y cada oración debe durar lo que dura una exhalación.

Si calmó su ansiedad, si entendió que cada cosa que diga tiene que derivar de la anterior, sepa que no tiene por qué decirlo todo en una sola oración de cinco líneas.

Mejor mil pequeñas oraciones. Siempre mejor. Usted tiene que poder respirar, el texto tiene que poder respirar, y el lector también. Por eso, evite los gerundios: lo más probable es que los use mal.

Inhale y después exhale y después inhale. De lo contrario, puede morir.

4) Renuncie a su plan

Cualquier plan que hagamos en la vida vamos a tener que adaptarlo cuando lo ejecutemos. Así de cruel es la realidad. Y lo mismo pasa con el punteo de lo que debe ir en un texto, el orden y la lógica que hayamos establecido para lo que estamos escribiendo.

Hay relaciones lógicas que cuando las pensamos nos parecen muy claras, pero cuando las estamos escribiendo y explicando nos resulta que no son tan evidentes. Como zumbidos en la cabeza eran maravillosas, pero en el papel no tienen tanta conexión.

Escribir es ordenar las palabras con las que estamos pensando. Y en el momento en que estamos ordenando podemos notar nuevas relaciones.

Si algo le dice “Ahora en realidad debería decir tal cosa” pero eso no estaba en el plan inicial, escríbala igual. Esto PARA NADA quiere decir que prescindamos de los planes. ¡Al contrario!, los planes se hacen para abandonarlos, pero un texto sin plan es una errancia condenada a la pérdida.

5) Corrija como si el texto fuera de otra persona, una a la que odia

¡Quién no sabe que hay que leer después de escribir y corregir! Y sin embargo, es lo que menos se hace. Salvaría miles de textos.

Este es el momento de evaluar la verdadera lógica final del texto. Porque usted tenía un plan, pero agregó afirmaciones en el medio, y sacó pilares que parecían muy lógicos y fuertes pero ya no lo son. Entonces todo resulta caótico aún. Al leer el texto entero, puede descubrir que el primer párrafo debería ser el último, que habría que intercambiar esas dos oraciones, que una sección debería dividirse y otras tres juntarse o que todo un párrafo muy bien escrito (casi poético) debería desaparecer porque no aporta nada.

Lea su texto todas las veces necesarias hasta encontrar la lógica final, la secuencia de palabras, oraciones, párrafos y subtítulos que ese texto DEBE tener.

Y entonces, y solo entonces…

6) Magia

Ni el mejor escritor del mundo, ni el más hábil periodista, le pone magia al texto desde la hoja en blanco. No es algo de lo que haya que preocuparse hasta el último momento. Cuando no falten partes, cuando el texto tenga un orden lógico, cuando respire y cada parte esté en su lugar, recién ahí es el momento de agregar sutilezas. Un chiste en el lugar preciso. Una oración de remate. Una pregunta que cree suspenso. La magia solo puede venir al ver el texto casi terminado.

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Ezequiel Acuña

Creative Writer at Etermax · Nerd desde la cuna. Enemigo de la coma entre sujeto y predicado.