La fiebre del oro azul, y cómo prevenirla

Las regiones ultraperiféricas son yacimientos naturales de la industria del océano a punto de despegar. ¿Cómo pueden la ciencia y la innovación hacer de ella un sector sostenible y respetuoso con el planeta?

Víctor Rodríguez Gago
Europa Rup

--

Prototipo de aerogenerador offshore desarrollado en las Islas Canarias. — Fotografía: © Plocan, 2019

Read in English

EL POTENCIAL de la industria marítima eclosionará en los próximos diez años, según la OCDE. Hacia 2030, los parques eólicos en el mar generarán un negocio mundial de 200.000 millones de euros y 435.000 empleos a tiempo completo. Miles de plataformas petrolíferas irán al desguace en las próximas décadas. Con una parte de su chatarra, se crearán arrecifes artificiales donde se desarrollará la vida marina y junto a ella, la pesca y la acuicultura. Toda una industria de miles de millones de euros florecerá alrededor del reciclaje de plataformas. El desarrollo de nuevos sistemas de tratamiento de aguas de lastre de los barcos formará un mercado de 45.000 millones de euros. En cuanto a la acuicultura mundial, está creciendo desde 2011 a un ritmo del 5% por año, y será un negocio de 10.000 millones de euros en 2030.

Parques eólicos marinos, reconversión de plataformas petrolíferas, gestión de las aguas de lastre y acuicultura son solo cuatro de los focos de la nueva economía azul lista para despegar como uno de los sectores más dinámicos e innovadores del capitalismo global en la próxima década. Los océanos serán vastos yacimientos de recursos donde se aplicarán las nuevas tecnologías que ya se están desarrollando y se inventarán otras para producir energía limpia e inagotable, o para alimentar a la población del planeta respetando la biodiversidad marina.

Las nueve regiones ultraperiféricas están en el centro de la eclosión de la economía azul. Sus 15 millones de kilómetros cuadrados de mar forman la mayor Zona Económica Exclusiva del planeta. Las rup poseen el 20% de los arrecifes de coral del mundo y el 70% de la biodiversidad de la Unión Europea. Ofrecen todas las oportunidades de innovar y prosperar en el mar, pero también, presentan todos los peligros de una fiebre del oro azul que se expanda fuera de control.

La OCDE postula una aproximación a las políticas públicas del crecimiento azul basada en dos pilares: innovación y sostenibilidad. Su informe Rethinking Innovation for a Sustainable Ocean Economy se ha publicado este mes de febrero de 2019 en París con aportaciones de Plocan, el consorcio público de I+D oceánica con base en la región ultraperiférica de Canarias, y la Fundación para la Ciencia y la Tecnología de Portugal, entre los organismos gubernamentales de distintos países que han sido consultados.

El estudio –en resumen– formula criterios de políticas públicas para abordar “el dilema” de la economía del océano. Los términos del dilema son los siguientes: “por un lado, los recursos marinos son esenciales para atender las necesidades del planeta sobre alimentación, energía, empleo, medicina, transportes, etcétera. Por otro, el uso creciente de nuestros mares y de los recursos naturales que nos proporcionan, añaden una enorme presión a los ecosistemas marinos” (página 15).

La OCDE propone la ciencia y la innovación como motores de un crecimiento sostenible de las industrias marítimas. Las políticas públicas y la actividad privada deben guiarse por el conocimiento científico disponible y por soluciones tecnológicas beneficiosas para el crecimiento y el medio ambiente. Organizar la innovación en redes transnacionales de cooperación, estandarizar los indicadores de la economía azul, incluyendo un método internacional para medir el valor de los recursos naturales marinos, y crear una cuenta satélite dedicada a la economía del océano en la contabilidad nacional son algunas de las recomendaciones de la OCDE a los Gobiernos.

Sobre las ventajas de contar con una cuenta satélite específica, el informe explica que este instrumento ofrecería “método altamente organizado de recolectar datos consistentes de la economía del océano” (página 19).

“El progreso económico en las actividades del océano tiene que ser sostenible para el medio ambiente”, dice el informe, que analiza el perfil innovador de cuatro industrias, la energía eólica offshore o marítima, el desguace y la reconversión de plataformas de petróleo y gas en arrecifes artificiales, la gestión de aguas de lastre y sedimentos de los buques, y la acuicultura.

El examen de estos casos “sugiere que las innovaciones presentadas tienen el potencial de impulsar una actividad económica del océano que sea sostenible, con posibles impactos positivos más allá del medio ambiente marino, aunque algunas de estas actividades se enfrentan a más desafíos que otras” (página 18).

Prototipo de sistema de generación eléctrica directamente de las olas del mar, desarrollado por Plocan en Canarias. — Fotografía: © Plocan, 2019

Con nuevos materiales se están construyendo estructuras más fuertes, ligeras y duraderas de molinos flotantes. Los satélites se están usando para transmitir datos e imágenes de la superficie y del fondo oceánico. El despliegue de vehículos autónomos, submarinos y de superficie, conducidos por control remoto, ayuda a recoger información y monitorizar el mantenimiento de las instalaciones. El análisis de big data da sentido a la enorme cantidad de información generada por la economía marítima.

Las tecnologías que están impulsando la eficiencia y la productividad en las actividades humanas en el océano –de la investigación científica a la construcción de barcos, la energía, la pesca o el turismo– incluyen sensores de imagen, satélites, tecnología de materiales, comunicaciones, big data, sistemas autónomos, biotecnología, nanotecnología, ingeniería submarina y otras innovaciones.

Los expertos constatan que los ecosistemas marinos son todavía relativamente desconocidos para la ciencia, y por tanto, la aproximación de los reguladores a la economía azul debe hacerse con cautela: “Se necesita aún un esfuerzo continuado para ofrecer progresos en ambos frentes, el científico y el tecnológico, con el fin de asegurar soluciones que favorezcan tanto el crecimiento económico como la sostenibilidad medioambiental” (página 18).

Beneficios para el planeta

El informe propone reforzar los sistemas nacionales de observación de los océanos y unificar los métodos de análisis. “Los sistemas de observación permanente son una parte esencial de los esfuerzos mundiales para comprender mejor el océano y su funcionamiento” –se afirma en la página 20.

La OCDE reconoce la capacidad de la economía azul de impulsar el crecimiento de las economías locales. Lo ejemplifica en el desarrollo de los parques eólicos marítimos. Todo un tejido de actividad económica crece a su alrededor: servicios portuarios, astilleros, instaladores. Otro ejemplo, la acuicultura, que “promete ganancias” para sectores satélite como los criadores de peces limpiadores, los proveedores de sensores remotos o los suministradores de pienso para los peces. En total, la OCDE indica que las actividades dependientes de los núcleos de la economía azul generaron 90.000 millones de euros en 2017 y estima que llegarán a los 150.000 millones en 2022.

El informe sobre innovación en la economía del océano evalúa sus beneficios sobre el medio ambiente.

El caso de las granjas eólicas flotantes es quizá el más notorio: en 2015, las emisiones de CO2 en el ciclo de producción eléctrica generadas por molinos offshore estuvieron en el rango de 7 a 23 gramos por kilowatio hora, mientras que las emisiones de la generación convencional en plantas de gas fueron de 500 gramos, y de 1.000 gramos en las de carbón.

La capacidad de reducir las emisiones de CO2 hace que esta tecnología también tenga un impacto positivo para “los ecosistemas de los océanos del mundo, contribuyendo indirectamente a disminuir los índices de acidificación, des-oxigenación y de temperaturas y nivel del agua”, según enumera la OCDE en su informe (páginas 28 y 29).

En cuanto a la acuicultura, las granjas en mar abierto son más beneficiosas para el medio ambiente que las costeras. Disminuye el impacto en la calidad del agua, se reduce el uso de tratamientos anti-microbianos y se usan menos stocks de peces y de pienso como alimento. Actualmente, las granjas en mar abierto están en una fase muy incipiente de desarrollo, y son muy pocas en el mundo las que funcionan a una escala comercial.

Aun así, la OCDE remarca el potencial de crecimiento de este sector: estima en 11 millones de kilómetros cuadrados la superficie disponible para criar peces de aleta, y 1,5 millones de kilómetros para bivalvos, suficientes para aumentar la producción de pescado a 15.000 millones de toneladas al año, “es decir, 100 veces el nivel actual de consumo” en el mundo (página 28).

La innovación aplicada a los parques eólicos flotantes es una de las cuatro actividades analizadas por la OCDE en su informe sobre innovación azul. Las tendencias del sector son elocuentes: hace veinte años, no había ni un molino instalado, en 2017 la potencia total en el mundo fue de 18 gigawatios y para 2023, la OCDE espera que haya 52,1 gigawatios instalados en molinos offshore.

El valor añadido generado por las granjas eólicas oceánicas en el mundo se multiplicará por ocho en 2030, y su peso en la economía azul pasará del 1% actual al 8%, según estima el mismo organismo internacional en su informe.

--

--