Nuestra regla #1 de consultoría estratégica: “las cosas se hacen bien, o se hacen de vuelta”.

Santiago Bustelo
Experience Decision Making
3 min readNov 2, 2023

Puede ser que quien las haga de vuelta, y logre hacerlas bien, no seamos nosotros… sino nuestro competidor, aprendiendo de nuestros fallos.

Por ello, siempre es mejor hacer las cosas bien desde el principio.

A pesar de que, puesto así, resulte tan simple y hasta obvio invertir en calidad, lo usual es el foco en salir rápido y barato.

Como resultado:

  • La gente apurada comete errores.
  • La gente que construye tecnología apurada, comete errores que la tecnología multiplica.
  • De los errores se aprende, pero sólo si hay capacidad de analizarlos – lo cual es imposible si nos mantenemos apurados y, peor aún, bajo creciente presión por los errores que vamos acumulando. Cualquier oportunidad de aprendizaje quedará para la competencia.
  • Por si no fuera suficiente, nuestra incapacidad de reconocer y corregir nuestros errores se cristalizará como costo hundido y deuda técnica, entorpeciendo todo avance futuro. La competencia, en cambio, tendrá el camino despejado.

En una industria competitiva, si no somos el ejemplo, somos la advertencia.

Reemplazar propósito por urgencia, resulta en un suicidio empresarial: avivar a los competidores, regalarles el negocio en bandeja, y multiplicar toda la inversión en desarrollo y publicidad por cero.

Algunos casos ejemplares:

  • MySpace (2007): MySpace priorizó el crecimiento rápido sin invertir adecuadamente en la mejora de la plataforma. Problemas de usabilidad, seguridad y una interfaz desordenada alejaron a los usuarios. Facebook y Twitter aprendieron de los errores de MySpace, ofreciendo experiencias de usuario más limpias y seguras. MySpace perdió su base de usuarios y relevancia, siendo eventualmente vendido a una fracción de su valor anterior. Mientras escribo estas líneas, MySpace permite iniciar sesión con… Facebook o Twitter.
  • Windows Phone (2010): Microsoft apresuró el lanzamiento del sistema operativo móvil para competir con iOS y Android. El sistema operativo carecía de muchas aplicaciones y funcionalidades comparado con sus competidores. La falta de adopción por parte de los consumidores y desarrolladores resultó en la eventual retirada de Microsoft del mercado móvil, mientras que Apple y Google consolidaron su dominio en el mercado móvil.
  • BlackBerry PlayBook (2011): BlackBerry lanzó el PlayBook para competir con el iPad, tan a las apuradas que lo lanzó sin un cliente de e-mail nativo. Las malas ventas y la pérdida de participación de mercado perjudicaron a BlackBerry, que ya no está entre nosotros.
  • Google Glass (2013): Otras empresas aprendieron de los errores de Google para desarrollar sus propias tecnologías de realidad aumentada. Google terminó descontinuando el producto, perdiendo la inversión inicial y el potencial de mercado.
  • Samsung Galaxy Note 7 (2016): Samsung apresuró su lanzamiento para competir con el iPhone 7. El resultado fueron baterías defectuosas que causaron incendios y explosiones. Los retiros masivos y la pérdida de confianza resultaron en enormes costos financieros y de reputación para Samsung, que fueron aprovechados por Apple y demás competidores.
  • Y por último, la mayor catástrofe de la industria aeronáutica en los últimos 20 años, el Boeing 737 MAX (2018): Boeing aceleró su desarrollo a un nivel de imprudencia criminal. 346 muertos llevaron a la inmovilización global de la flota, causando pérdidas financieras, un impacto negativo en la reputación de Boeing, y una oportunidad para Airbus. Las pérdidas financieras de Boeing suman más de 120 mil millones de dólares a la fecha.

Para construir buenas Experiencias, hay que tener experiencia.

Para ayudar a nuestros clientes a tomar mejores decisiones, en Kambrica desarrollamos Experience Decision Making: un sistema consistente y aplicado en proyectos reales que permite identificar y corregir a tiempo los patrones que llevan al fracaso.

La fórmula para el éxito puede ser esquiva, pero una condición es innegable: no cometer errores que podrían haberse previsto con la experiencia, ni tan caros que podrían haberse mitigado con procesos racionales de toma de decisiones.

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