¿Adónde van tan felices?

Rubén Tamayo
EXTINTA
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2 min readOct 8, 2019

Cada día, es que cada día tenemos que leer en los periódicos, ver en las noticias problemas que nos afectan a todos. Desde la escala más pequeña a los estamentos más grandes. Desde la destrucción del planeta hasta la imposibilidad de pagar un mísero alquiler con el sueldo medio de un trabajador.

Políticos… Políticos que se hinchan a robar, políticos que no se cansan de mentir. Élites poderosas que teledirigen nuestros destinos, a las cuales no conocemos y algunos ni siquiera saben que existen. Precariedad asimilada como modo de vida.

Nos gastamos los sueldos en teléfonos que no necesitamos, en cosas superfluas, en cuentas de netflix, en vicios… Vamos al gimnasio, al cine, nos ponemos la radio, vemos entretenimiento, salimos a cenar con los amigos, nos vamos de fiesta. Pasan los días y vamos llenando nuestros vacíos, existenciales, físicos, emocionales con cositas que nos satisfacen al momento.

¿Adónde va toda esa gente riendo, cantando y brincando por las calles? ¿No se dan cuenta? ¿No ven lo absurdo de todo esto? ¿No se dan cuenta que somos hormiguitas trabajando? ¿No se dan cuenta que somos mulas de carga? ¿No se dan cuenta que estamos contribuyendo a la decadencia? ¿Adónde van tan felices?

Puede parecer pesimista pero me corroe el pensar que o bien no nos estamos dando cuenta (aunque ya iría siendo hora) o bien nos da igual. Sea como fuere esto se nos va de las manos. Esto no se sostendrá mucho tiempo más. Dicen que viene una (otra) crisis, más dura, más jodida de la que se supone hemos salido… El cielo se nos cae encima y me da que no hay Astérix ni Obélix, ni poción mágica que nos salve de la embestida del ejército del César.
Y hay que tragarse a los adalides del cambio y de la regeneración, hay que empasarse a los falsos mesías que se autoatribuyen un supuesto respeto y virtuosismo. Lo peor de todo es que estos falsos líderes se llevan de calle a masas aborregadas que hablan en su nombre o bajo sus siglas, sin entender nada, sin saber que estamos siendo instrumentos y herramientas para que esas élites puedan seguir haciendo con nosotros lo que les venga en gana.

Pero aún queda Netflix y Sálvame, aún quedan porros y alcohol, aún queda Rosalía. Aún tenemos nuestros ídolos políticos, aún nos quedan nuestras soflamas y pancartas. Aún tenemos a Messi y al Real Madrid, el futbol femenino, a Pablo Iglesias y a Santiago Abascal.
Aún nos quedan las miguitas y restos que nos dejan tener. La ruedecita del hamster, el terrón de azúcar.

-¿Adónde van tan felices?
-Van de camino al matadero pero en vez de resistirse, graban storys para instagram.

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Rubén Tamayo
EXTINTA
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Yo soy el que mira y aprende. El que no se mete dónde no le concierne. El que, aunque esté triste, siempre parece alegre.