Iñaki Arbilla (las manos sensibles y fuertes de un artesano)

Iñaki Arbilla

Extinta Editor
EXTINTA
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5 min readMay 5, 2018

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| Thriller | Crítica Social |

Iñaki Arbilla nació en Pamplona-Iruña en el año 1976. En esta misma ciudad se licenció en Comunicación Audiovisual. Ha trabajado en diferentes medios y empresas (Antena 3, Tele 5, entre ellos).

En 2002 ganó el I Concurso de Microrrelatos de El País de las Tentaciones con el microrrelato «El salto de Little Boy» ambientado en la dictadura argentina.

En 2008 se hizo con el V Premio de Relato Breve La Radio, organizado por Radio Nacional de España en Cuenca. En esta ocasión, el relato carecía de título, pero comenzaba con esta sugerente frase: «Cuando don José Santos prendió la radio, hacía cuarenta años que no salía de Playa Verde». El relato desgranaba la relación que a través de la radio surgía entre un viejo minero boliviano y una niña hindú.

En 2015 publicó su primera novela «Berdi», que ya acumula cuatro ediciones, un thriller político-social ambientado en la crisis económica y el fin de la banda terrorista ETA. En 2017 se hizo con el premio al Mejor Guión en el III Ukerdi Film Mountain Festival por el cortometraje sobre deporte de montaña «El invierno interior», dirigido junto a Javito Camarero.

En la actualidad, dirige la película documental «SANdEDRO», que narra las peripecias del barrio donde vivieron sus abuelos, y escribe sus diarios de 2018, además de una novela distópica con una tema absolutamente candente. También colabora en recitales poéticos (948 Merkatua, Homenaje a María Luisa Elío…)

Fragmento del relato “La ausencia de Irene en una copa de rosado”

- Se acabó -gritó Irene.

Y acto seguido cerró de un portazo. Después de tres años, Irene y yo habíamos puesto fin a nuestra relación de las más variadas formas: unilateral, sosegada, negociada, transitoria… Pero aquel se acabó había sonado muy diferente a los anteriores. Poseía algo que me aterrorizó al instante: irreversibilidad.

Comienzo del guión de “El invierno interior”

Una verdad cruel

Demoledora

Se abre paso en mi mente

Todo llega a su fin

Indefectiblemente

Al macilento Invierno

Ha de sucederle la Primavera

Así de incontestables se muestran los ciclos de la naturaleza

El rey de hielo caerá a manos de la florida dama

Cada vez más vigorosa, cada vez más omnímoda

Y, después, esta se dejará morir al calor de los brazos del Verano

Que se antoja infinito para este esquiador de montaña

Fragmento de la novela “Berdi”

¿Por qué ahora? ¿Por qué en este preciso momento de mi azarosa vida siento de pronto la imperiosa necesidad de relatar algo de lo acontecido en ella? ¿Por qué si nunca antes me impelió tal impulso sino más bien su absoluto contrario?

Durante veinte años he huido de las huellas indelebles que dejan las palabras, bien sean estas registradas por escrito o grabadas en cualquiera de la multitud de soportes que a tal fin existe hoy en día. Nunca esperé a que saltara un buzón de voz. Un pertinente zumbido invadía mis oídos cada vez que me veía obligado a mantener una conversación con un extraño, aun por superflua y rutinaria que resultara esta. Incluso me ponía en guardia cuando simplemente debía compartir mis recuerdos con terceras personas. A este respecto, hasta hace un minuto siempre me consideré un animal en alerta permanente. Antes de ese lapso de tiempo todo lo que merecía la pena ser recordado lo atesoraba únicamente en mi memoria –nombres, fechas, cifras, direcciones…-, custodiado bajo mil llaves a las que solo yo tenía acceso. Lo contrario resultaba sumamente peligroso. Quizá letal.

¿Y ahora qué?

Microrrelato “El salto de Little Boy”

El 6 de agosto de 2005, coincidiendo con el sexagésimo aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, Little Boy subió a lo más alto del único trampolín de la piscina municipal del distrito 8 de Buenos Aires. Little Boy, que fue llamado así por su padre, militar de alta graduación durante la dictadura argentina, en honor al engendro nuclear que cayó sobre la ciudad japonesa, ya no era tan pequeño. Concebido en los oscuros años en los que los militares hacían y deshacían a placer en el país de la plata, Little Boy rondaba ya la treintena. Una vez arriba, Little Boy, lastrado durante años por una castrense educación paterna, abrió los brazos en cruz dispuesto a dar el mayor salto de su vida. Aquella misma noche, su padre le había confesado en el lecho de muerte que él mismo había ejecutado a su madre biológica. Así, de golpe y porrazo, el honorable capitán Hugo Bernardini y la adorable señora Constantina Engels dejaron de ser los padres de Little Boy. El capitán Bernardini se la tenía jurada desde que un año atrás Little Boy abandonara el pulcro hogar familiar para trasladarse a un pequeño apartamento que costeaba a duras penas gracias a una tienda de cómics que no le daba más que deudas y quebraderos de cabeza. El salto se ejecutó a las 8.15 AM de manera limpia e impecable, digno de los mejores años de Little Boy como campeón nacional de salto de trampolín. Lástima que la piscina municipal del distrito 8 se encontrara vacía aquel 6 de agosto debido a los rigores del invierno bonaerense. Little Boy se estrelló contra los pequeños baldosines azules como 60 años atrás lo hiciera su infame antecesora contra la tranquila ciudad nipona.

La creatividad de Iñaki es más enérgica por la mañana. Puede ponerse a escribir en cuanto se levanta. Aunque no lo hará sin tener su café junto al teclado.

Confía en su instinto a la hora de dar por finalizadas sus obras. Tiene la opinión de que sabemos más de lo que hacemos ver sobre la calidad de lo que escribimos. Sin embargo, cuando se trata de una novela comparte el borrador con amigos que tengan sensibilidades distintas y, claro está, gusto literario y artístico.

Le inspira la actualidad, sobre todo. Por su formación periodística. Pero también extrae ideas a partir de su vida, sus experiencias, su ciudad, su barrio…

Debemos imaginarle con un bloc encima, Moleskines y Pilot V Ball 0'5 de color negro, anotando ideas para sus proyectos narrativos y de guión. Y escribiendo, como buen artesano, la poesía y los diarios.

Cuando fallezca espero que, como le ocurrió a Machado, encuentren un texto inacabado en mi bolsillo.

Bienvenido a Extinta, Iñaki. Es un placer poder contar con tu observación de la realidad y la sensibilidad que sólo los artesanos son capaces de dotar a sus creaciones.

Iñaki Arbilla en Medium.

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Más allá de la tinta están las manos de un escritor.