Estuve practicando varios meses sin que ella se diera cuenta. Por fin llegó el día. Conté hasta tres mentalmente y me di la vuelta. Nunca lo había hecho tan rápido. Durante una fracción de segundo mi sombra se quedó quieta, sin saber qué hacer. Luego le pedí perdón, ella se encogió de espaldas, comprensiva, y todo volvió a ser como siempre.