Café olé

Rubén Tamayo
EXTINTA
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2 min readSep 10, 2018

Voy al bar de debajo de mi casa, que está al lado de la panadería dónde la panadera mete mocos en las barras de pan, y me siento en una mesa. Llega el camarero, elegante.

— ¿Qué le pongo? — ¿Esa voz? Parece el “Nen de Castefa”…
— Un café con leche y un bocadillo de jamón y queso.
— Pos mu bien.
El camarero se va a ir y le pregunto.
— ¿Oiga?
— Sí.
— ¿El pan lo compran en la panadería de aquí al lado?
— No, en la farmacia de la esquina — mofándose de mí — ¡Pues claro! ¿por?
— Entonces querré solo el café con leche, gracias — le digo sonriente conteniendo mis deseos de tirarle ácido a la cara.
— A ver ¿café con leche o solo?
— No, no, solo el café con leche
— ¿Café solo o café con leche?
— A ver… café con leche y nada más.

El camarero se va a ir, se gira y me pregunta.

— ¿Azúcar va a querer?
— Sí, claro. — Este tío es gilipollas.
— No, no tan claro… me ha dicho café con leche y nada más.
— Lo daba por hecho.
— No dé tanto por hecho que a mí no me pagan por adivinar las cosas.
— Vale, vale…
— Vale, vale ¿qué?
— Que vale…
— ¿¡Que vale, qué!?
— Mire, café con leche y azúcar. Nada más.
— ¿Cuchara?
— ¿Cómo?
— ¿Cu-cha-ra?
— Sí, sí… no voy a removerlo con el dedo…
— ¿Me está vacilando?
— ¿Cómo?
— ¡No me gusta repetir las cosas!
— ¿Cómo? — estoy cagado.
— Que no me gusta repetir las cosas. ¡Joder! ¿quiere un puta cuchara?
— Eh… mire. Mejor me voy ¿vale? Acabo de recordar que mi médico me prohibió el café.
— ¿Su psicólogo?
— Sí… ése también — me levanto poco a poco de la mesa.
— Pero ¿a dónde va? Espere…

El camarero va a la barra, trae la nota.

— ¿No pensará irse sin pagar?
— ¿Me va a cobrar?
— Pero ¿qué se cree? Calefacción, electricidad, alquiler del local… ¿Se piensa que esto se paga solo?
— Pero… — miro la nota — ¿dos cincuenta? ¿por nada?
— ¿Por nada? Esto es el centro. Sólo por sentarse aquí le tengo que cobrar el mínimo.
— Pues cóbreme eso.
— Pues eso es.
— Dos cincuenta por no tomar nada… Increíble.
— O suelta el puto dinero — da un golpe sobre la mesa — ¡o le reviento aquí mismo!
— Vale, vale…
— Vale ¿qué?
— Que pago, que pago…

Dejo el dinero sobre la mesa y me voy pitando. El camarero coge el platillo y se lo mira mordiéndose la lengua de rabia.
— Ni propina ni ná… — dice — ¡Asqueroso! — me grita.

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Rubén Tamayo
EXTINTA
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Yo soy el que mira y aprende. El que no se mete dónde no le concierne. El que, aunque esté triste, siempre parece alegre.