Los ojos azules están sobrevalorados

Seni Zuzuárregui
EXTINTA
2 min readMay 1, 2018

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Los ojos azules están sobrevalorados. Si dices de alguien que tiene los ojos azules, automáticamente se les otorga la cualidad de bellos. Nada más lejos de la realidad. Unos ojos bonitos lo son por la suma de varios elementos. El color es uno de esos factores, pero nunca determinante. El ejemplo está en el personaje que he conocido hoy.

Dos grandes globos oculares protegidos por sendos párpados de rana, que para más inri, carecían prácticamente de pestañas. El azul del iris era un color vacío, apagado, sin matices y sin gracia. Un tono de cielo azul nublado.

Lo verdaderamente decisivo a la hora de percibir unos ojos como bonitos, es la forma con la que observan lo que sucede a su alrededor. A veces unos ojos formalmente vulgares tienen una forma de mirar que los convierte en excepcionales. Y cuando recuerdas a esa persona, su mirada es la primera imagen mental que recuperas.

Una vez más me sirve de ejemplo el hombre rana. Mirada del carroñero que se cree predador.

Quiere cazarte y te observa sin descanso, te espía… Pero lo hace con una evidencia obscena, vulgar y patética. Sus ojos te sonríen sin pudor, mientras babean y se relamen dejando que sepas que te esperan; que hagas lo que hagas, su deseo no cambiará porque eres tú el centro en ese momento. Incluso se complacen al mostrarse hambrientos pensando que acabarás rindiéndote por agotamiento, por vanidad. Es tu destino como presa.

Así era el hombre rana- hiena que he conocido. Sus ojos no engañaban. Era un grotesco intento fallido de macho alfa. Se hace totalmente insoportable tratar de mantener una conversación normal con alguien que te interrumpe cada momento, demostrando que no tiene el más mínimo interés en lo que dices, para señalar lo guapa que eres, la sonrisa que tienes. El muy cretino cree, que estás encantada, que te derrites por oír esas lindezas.

Éramos cinco personas en la mesa y estábamos teniendo una interesante y agradable conversación. Una de las veces en las que he intervenido, él se ha quedado mirándome atónito: “Además eres inteligente” ¡Toma! Aquí ya he dejado de mostrarme amable y he puesto tantos límites que se ha marchado con el rabo entre las piernas.

Sí, hombre rana-hiena, tus ojos azules son horrorosos y puedo detectarlo a lo lejos.

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