Fotografía de Esther Paredes

La cita

Pep Bras
EXTINTA
Published in
2 min readApr 24, 2018

--

A los doce años tuve uno de los dos sueños más horribles de mi vida. Yo era un hombre mayor, me veía las manos arrugadas y con la piel llena de pequeñas manchas que parecían semillas esparcidas con un soplido. Tenía una cita con alguien (aunque no recordaba con quién) en la escuela donde yo estudiaba de pequeño. Era muy extraño porque al llegar no había nadie y, sin embargo, se oían murmullos por todo el patio, como si hubiera una multitud hablando de sus cosas. Entraba en el edificio por una puerta lateral. La luz de fuera se derramaba por los ventanales haciéndome parpadear.

Ya he dicho que en mi sueño era un anciano, y me costaba un terrible esfuerzo subir las escaleras. Sentía que me ahogaba, que las piernas pesaban una tonelada. Nada más llegar al segundo piso, tenía un mal presentimiento, la certeza de que estaba a punto de morir. Miraba por el hueco de la escalera y veía subir a alguien muy deprisa. Era moreno, delgado, y todo en él era negro. Zapatos negros, traje negro, pelo negro, ojos negros.

Levantaba la cabeza y me miraba con una expresión distante, como si él también estuviera soñando, como si fuera un sonámbulo traído hasta ahí contra su voluntad.

No decía nada. Simplemente, sacaba un cuchillo muy delgado, con una hoja brillante de unos quince centímetros, y seguía subiendo la escalera. Tan deprisa que parecía la sombra de una película de dibujos animados.

Yo quería huir, pero me quedaba quieto, de algún modo comprendía que era inútil tratar de resistirme.Que él siempre acabaría venciendo. Él era el motivo de que yo estuviera ahí. Era mi cita, la que había olvidado.

Pestañeaba, el hombre se materializaba ante mí, fijaba el abismo de sus ojos en los míos y me hundía el cuchillo en el estómago.

Cuarenta y tantos años después, aún sigo sintiendo aquel pinchazo, el escalofrío, la subida de adrenalina, la náusea, la debilidad y el abandono que me invadieron en ese momento, justo antes de despertar.

Mis amigos dicen que solo fue eso, un simple sueño. Pero yo, por si acaso, al despertar todos los días, lo primero que hago es mirarme las manos. Trato de localizar pequeñas manchas en la piel, como semillas esparcidas por un soplido.

Cuando las encuentre, sabré que tengo una cita ineludible.

--

--

Pep Bras
EXTINTA

Guionista y escritor. Más de 20 libros publicados. Ha escrito para gente tan diversa como Buenafuente, Julia Otero, Santiago Segura o Isabel Coixet.