La joven

Per Gaztelu
EXTINTA
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3 min readApr 12, 2018

La joven no tenía ninguna pretensión estética. Su historia, según ella, estaba contada como quien friega los platos o hace un filete a la plancha. Para mí había algo más. Mucho más. No se daba cuenta del poder que transmitían sus palabras. Me pasé todo el mes de junio y la mitad de julio de aquel año sin levantar la vista de su manuscrito. Era un texto tosco, lleno de aristas; aun así, la historia me absorbió desde el primer momento. No le hacían falta palabras pulcras, complicados sinónimos ni metáforas. Tenía una novela en su cabeza (esperaba que esa terrible historia no fuera real) y la plasmó negro sobre blanco, sin adornos ni florituras. Sólo me quedaba conocerla para completar el cuadro.

En el manuscrito figuraba un nombre sin apellido y tuve que recorrer todo el instituto hasta dar con una de sus amigas que era quien lo había dejado en mi despacho al principio del verano.

La amiga sabía que era bueno, había estado leyéndolo (las hojas estaban muy ajadas) e insistiendo a la autora de que era algo bueno, algo que merecía ser leído al menos por una persona más. Afortunadamente esa persona fui yo. Me intrigaba completar la historia con una cara, con unas palabras de su dueña. No fue hasta el curso escolar siguiente cuando intenté decirle todo lo que pensaba de su novela.

La excusa para poder hablar con ella fue uno de sus exámenes de literatura. Se sorprendió cuando comencé a hablar de la trama y el argumento de su novela. Abrió los ojos de forma desmesurada y noté cómo se daba cuenta de que su amiga no había tirado el manuscrito a un pozo o al río o a cualquier sitio oscuro fuera pueblo, como le habría prometido.

Después de la sorpresa vino el odio. No dijo palabra mientras clavaba sus pupilas en las mías y un calor infernal le envolvía las retinas. Un curso completo sin hablarme. Asentía con la cabeza a mis preguntas y contestaba con corrección y por escrito en cada uno de los exámenes que le hacía. Mi indignación no tenía respuesta ni sentido. No podía hacer nada, el manuscrito había llegado a mis manos de la peor de las formas y yo no tenía ningún derecho a hablar con ella de la fuerza e intensidad de su historia, menos podría hablar de cómo llevarla a ser, con algunos retoques que tenía ya preparados, una de las mejores novelas negras del siglo. Las muertes eran justas, desgarradoras y necesarias en la trama, pero faltaba un poco de sentimiento, de posicionamiento por parte del asesino. Les faltaba alma. Imagino que una joven no es capaz de tener ese sentimiento, nunca ha matado. Yo tampoco, he leído y he visto mucho cine negro, me apasionan tanto los asesinatos como para ponerles la efusión necesaria.

En junio no pude evitar acercarme a ella, en verano, la relación profesor / alumno desaparece, con todas su consecuencias. No tenía excusas para hablar con ella, me arriesgaba a ser acusado de acoso pero estaba tan enganchado a su historia, tan imbuido en esos asesinados y persecución de los delitos que ideé un plan para abordarla.

Crear una identidad falsa en Tinder y quedar con ella para hablar de lo que hablan los adolescentes no fue nada complicado. Cayó en mi trampa y cuando nos encontramos en el descampado, cuando llevaba el texto ajado en mis manos, cuando estábamos en la oscuridad, en ese mismísimo instante en el que ella, después de casi un año volvió a clavar sus pupilas en las mías, solo en ese mismo instante comprendí que la historia era real, que la realidad siempre supera a la ficción y que mi cuenta de Tinder, mi tema de conversación adolescente y toda mi tapadera eran basura. Su intricado intelecto que me había tenido atrapado durante dos veranos y un invierno en una novela sin final. Sin final hasta el mismísimo momento en el que sacó de la mochila una pistola de dardos con somníferos.

He sobrevivido y aunque estoy mutilado, no puedo denunciarla. ¿Cómo explicar que quedé a solas con una joven para hablar de una novela que nunca existió y que acaba con un tío impedido y una joven que ha desaparecido del mapa para siempre?

Era una historia tosca, la mejor historia que nunca había leído. Era muy buena, hasta que me metió en ella.

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Per Gaztelu
EXTINTA
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Nacido en el siglo pasado, en una tierra lejana — para los que no viven ahí — donde la fantasía a veces se hace realidad y de donde muchos tratan de huir.