María Nieves Baixauli (72 años soñando historias)

María Nieves Baixauli

Extinta Editor
EXTINTA
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4 min readMay 18, 2018

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Drama | Romántico

Sentimos tanto respeto y admiración por María Nieves Baixauli que nadie mejor que ella puede hablar de su faceta como tejedora de historias.

Necesito escribir. Lo hago desde que era pequeña y he asumido que lo seguiré haciendo mientras sea capaz de apretar una tecla o sujetar un lápiz.

Observando la vida encontraba inspiración para mis historias, pero por timidez o por pereza, nunca me atreví a mostrárselas a nadie. Ahora siento que ha llegado el momento de hacerlo animada por mis profesores que insisten en aquello de “escribimos para que nos lean”. Cuánto debo de agradecerme reunir el valor suficiente para asistir al “Taller de escritura” que proporciona la Universidad de Valencia. Dónde también estoy matriculada en el itinerario de Filosofía (2º curso), después de haber terminado los tres cursos del de Literatura

No creo que mi vida sea excepcional, pero a mí me gusta. Soy una viuda jubilada de 72 años que está física y mentalmente activa.

Fragmento del relato “La curiosidad mató al gato”

Llegó el autobús. Ellas ocuparon los dos asientos que había libres y yo me quedé disimulando, a una distancia que me pareció prudente, dadas mis intenciones. Se me escapaban cosas, lo que provocó que mi curiosidad aumentara.

Deduje que el chico, mantenía una relación cordial de incipiente amistad, que no avanzaba y ella se impacientaba, aunque aseguraba tener pruebas clarísimas del interés hacia su persona, o al menos por su físico.

─Se queda rezagado de vez en cuando. Me deja que le adelante para mirarme el culo. Sé que le gusto ─aseguró.

─ ¿Y cómo sabes que te mira el culo si vas por delante?

─ Pues porque veo la sombra de refilón y tuerce la cabeza. Lo hace, lo sé.

─Marisa frena, que te conozco

En este punto a mí ya se me había pasado la parada en la que debía apearme. Quiso la suerte que se quedara libre un asiento justo detrás de ellas y me apresuré a ocuparlo.

Fragmento del relato “Titiritera”

Mi heroína vivía en un circo. Horas de duro entrenamiento le proporcionaron una figura ágil y flexible. La viveza de sus ojos delataba un espíritu inquieto. Cabello enmarañado, sonrisa fácil y un mohín de fastidio, que en ocasiones mostraba, que resultaba encantador.

Cuando se montaba la carpa, le encantaba ver de lejos el momento en que, después de los trabajos de preparación, se alzaba la lona. En cada pueblo, en cada ciudad era diferente. Unas veces tenía montañas de fondo o árboles que cambiaban de color según la estación del año. La posición del sol también transformaba el paisaje, le gustaba esperar que llegara el ocaso y comprobar ese cambio. Qué maravilla en las zonas próximas a la costa cuando el mar se adivinaba en el horizonte.

Le fascinaba y trataba de grabar en su retina todas aquellas imágenes. Se sentía privilegiada, por poder viajar por todo el país y contemplar tanta belleza. Recordaba con especial cariño un pequeño pueblo cerca de la frontera con extensas dehesas de encinas. Solían llegar por allí en otoño, los colores eran fantásticos. Después de los ensayos, disfrutaba dando largos paseos por los alrededores, descubriendo parajes insólitos.

Fragmento del relato “Encantada de haberte conocido”

La casa de los abuelos se vendía. Acompañé a mi madre a vaciar y recoger objetos personales.

Desde niña no había vuelto por allí. Tenía el recuerdo de una casa luminosa, con plantas enormes, cortinas de flores, muchos cojines, una lámpara con flecos, una mecedora y, en lo que mi abuela llamaba su gabinete, un secreter. Un mueble no muy grande a modo de escritorio, con muchos cajoncitos y departamentos. Se cerraba con una especie de persiana, en cuya cerradura dorada encajaba una llave preciosa de filigrana, de la que colgaba una borla. Aquello me fascinaba.

— Es de caoba ─decía mamá─, pero a mí me importaba muy poco la nobleza de la madera. Quería ver lo que contenía, curiosear, investigar en las cosas de Doña Adelaida, saber de ella, conocerla mejor.

Mi abuela nació con el siglo XX. Vivió los felices años veinte en todo su esplendor. Yo la recuerdo serena, dulce, con una mirada condescendiente y una sonrisa un tanto enigmática.

Murió sin decrepitud, sin caderas rotas, sin pañales para adultos. Dignamente, pero demasiado pronto. Yo solo tenía siete años.

Giré aquella llave pensando — Es tan bonita que igual me la pongo de colgante.

Abrí. Había, sobre un tablero forrado de piel verde, una libreta con direcciones y teléfonos. Un porta lápices, que reconocí enseguida, hecho por mí en el colegio. Lo aparte y seguí fisgoneando.

Encantados de conocerte Nieves. Tus historias nos atrapan y no podemos dejar de leerlas hasta llegar al final. Y en ese terminar nos sentimos apenados porque nos cuesta abandonar a los personajes que creas en tan solo unas páginas. Tus relatos son vitales, sensoriales y nos mecen al son de una suave música.

¿Qué os decíamos? Nieves se ha tomado muy en serio a su artista interior y ya no hay quién la pare. Bienvenida a Extinta. Para nosotros es motivo de fiesta.

María Nieves Baixauli en Medium.

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Más allá de la tinta están las manos de un escritor.