Cocinar en tiempos del internet.

Foodssy
F o o d s s y
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3 min readMay 6, 2016

La vida es más complicada cuando la gente se da cuenta que sabes cocinar, porque entonces esperan que todo lo que prepares, absolutamente todo, sepa rico. Y peor aún, que cocines algo diferente siempre.

Lomo de res ahumado en salsa BBQ, durante toda una noche en leña y carbón, para ser servido en el desayuno.

Las recetas por sí solas no bastan. Y la creatividad no siempre está a la orden del día para rescatar los desastres culinarios en los que nos embarcamos tratando de cumplir la expectativa. Hay demasiadas opciones en internet, y muy poco tiempo para probarlas todas.

Entonces volteo los ojos a lo que sucede a mi alrededor. La respuesta casi siempre estará donde nunca buscamos. Veo películas, y veo series. Evito el terror y el horror a como de lugar, en todas sus expresiones ideológicas, visuales y auditivas. Compro revistas con imágenes en alta resolución que van de extremo a extremo de página; imágenes que por lo general van acompañadas de muy poco texto. Navego en websites de fotografía, de interiorismo, de surfing, de jardinería DIY, de fanfics, de blogs sobre viajes, de haute couture. Escucho playlists totalmente alternativos, o millenials como diría mi esposo. Juego madrugadas enteras hasta el amanecer videojuegos. Me atiborro de agua fría en las noches, y me sirvo medio vaso de tequila con quina y diez gotas de limón frescas en las mañanas. Observo a mis perros correr sin control en el jardín por las noches. A veces duermo poco, y a veces duermo mucho. Y luego regreso a mi cocina.

De repente, de un simple desayuno americano visualmente atractivo, pasas a platillos más elaborados donde los ingredientes de tu localidad no son suficientes, y te encuentras ordenando pan artesanal a ciudades con 15 horas de distancia para darle un giro al BLT, o recibiendo paquetes especiales desde la sierra con pedacería de troncos para recetas de ahumado lento. Te familiarizas con especias diferentes a la pimienta negra y la sal. Buscas cortes de carne especiales, o botanas naturales, o utensilios creados con la intención de elaborar tus recetas lo más handmade posible. Sucede que empiezas a crear tus propias versiones de aderezos, de pastas, y de endulzantes. Te preocupas por detalles que van más allá del alimento en sí, y procuras encontrar vajillas adecuadas para cada tipo de postre que elaboras. Me ha pasado que hasta trabajo con la atmósfera de la habitación de tal manera que no rompa la línea de lo que estoy tratando de transmitir en mis comidas.

Pastel de naranja con betún de queso mascarpone y cocoa, con obleas de cacao. Cada rebanada fue servida con un shot de crema casera de whiskey.

A veces me pasa que me quedo atrapada en la estética del buen comer. Tengo cubiertos de mesa especiales para comidas de diario, para comidas especiales, para manipular y cocinar. Inclusive cubiertos para comer cereal. Crazy. Lo mismo me sucede con los platos y los vasos. Los vasos. La mitad de mis gabinetes en la cocina los tengo destinados a resguardar vasos de todo tipo, pero no copas. That's something else. Y ni siquiera voy a ahondar en el tema; lo dejaré para otra ocasión.

Cocino siempre para los demás. La mayoría de las veces nunca pruebo el plato hasta no ver las reacciones en los demás. Hay días en los que la combinación de quesos es el secreto, o días en los que el menú entero está pensado para preparar el paladar para el plato final: el postre.

Tengo que estar muy de buenas conmigo misma para cocinarme. Una simple sopa de fideos condimentada con ninguna otra cosa más que sal de mar basta. O un guisado de espinacas, pimientos, y salsa inglesa.

Canastilla de churro con helado de dulce de leche casero.

Cocinar es fácil. Transmitir una idea, un sentimiento, o una impresión a través de un platillo es lo complicado. No repetirse, reinventarse, o superar una expectativa, es la verdadera revolución de cada uno.

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