One year
Recientemente se cumplió un año del día más épico en nuestras vidas, y decidí organizar una reunión sencilla con amigos cercanos. Fueron tres semanas de ejecución para lograr crear la atmósfera adecuada, y ni siquiera la lluvia pudo detenernos. Entre pretzels y banana chips, tragos de whiskey, cervezas oscuras y puros cubanos, la noche fue cediendo al momento más esperado: la cena.
Reutilizando algunos materiales como manteles y botellas de gin, traté de montar mi propia interpretación del menú que ofrecimos originalmente en la celebración de nuestra boda: brisket. El menú que elaboré comenzó con una entrada de cítricos caramelizados con azafrán sobre yogur griego, acompañados de una refrescante Velvet Soda. Para el segundo plato, tuve que ahumar durante 6 horas con trozos de carbón, leña y mesquite un corte de casi cinco kilos de carne marinada en especias suaves, servida al momento con puré de papa, romero, y mantequilla, y panecillos rellenos de mozzarella recién horneados. Cerré con pastel de naranja embetunado con chocolate, junto con un shot de crema de whiskey (Jack Daniel’s desde luego) casera. Tendrían que ser hedbangers para que entiendan la fascinación de mi gente con el whiskey.
La decoración fue casi 100% handmade, empezando por las 100 grullas de origami en papeles negro y cobre que hice con la finalidad de montar una cortinilla, con pompones hechos de papel china metálico y mate, globos gigantes por todo el primer piso de la casa, y un pirograbado de nuestra invitación de boda, cuyo diseño corrió a cargo de mi increíble marido y su staff de diseño hace un año.
El tiempo pasa muy rápido. Siempre hay que celebrar.