Día del Orgullo LGBT+: la visibilidad es normalización

Giuliana Ippoliti
fact.or
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4 min readJun 28, 2018

“Ahora tengo que explicarle esto a mis hijos”, leo en un comentario que una usuaria de Instagram hace en una fotografía. Se trata de una telenovela argentina que, como otras veces, ha incluido la trama de una pareja de mujeres; aunque no a nivel de protagonistas, por supuesto. Pero están, por cierto, con la misma historia de siempre: una heterosexual emparejada que se enamora de una mujer (es momento de proponer algo nuevo, ¿no? Así sería más viable la normalización; pero ese es otro tema).

La cosa es que sí, la responsabilidad de esa usuaria es explicarle a su hijo o hija, de qué va la homosexualidad, y por qué dos mujeres amándose es un tema de debate muchas veces asociado a la religión y otras tantas al derecho y la libertad. Ahí está el asunto, en qué es lo que les explicarán a las futuras generaciones. Pero sobre ese “poder” de crianza y enseñanza, influye más la cultura y el nivel educativo de cada quién, y no lo que sea que yo esté a punto de escribir en este artículo.

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Día del Orgullo, por qué y para qué

La celebración del Día del Orgullo nace en favor del movimiento de liberación homosexual. Corría el año 1969 cuando una redada policial incurrió en Stonewall, un local ubicado en Nueva York, que era conocido por su movida gay. Tras lo sucedido, una serie de manifestaciones espontaneas comenzaron a darse en la ciudad, y fue esa la primera vez que el movimiento que se convertiría en “comunidad”, luchó contra un sistema que les perseguía, les oprimía. En la década de los 60, en los Estados Unidos que tanto se ha enaltecido por sus valores de libertad, una persona homosexual no podía vivir libremente. Tener una relación en pareja, era condenado no solo a nivel moral sino también legal.

En la actualidad, son varios los escalones que se han subido. Diferentes “batallas” ganadas y perdidas. Hay muchas primeras veces detrás de la celebración del orgullo. La primera vez que una persona abiertamente homosexual fue electa para ejercer un cargo público; la primera atleta lesbiana en participar en las Olimpiadas, la primera boda igualitaria, la primera adopción, y así sucesivamente.

Una lucha por los derechos

La historia está llena de luchas sociales, que aunque incomparables, vienen a definir lo escribimos en la actualidad. La lucha por los derechos de los trabajadores, por el sufragio femenino, el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos durante la década de los 50 y 60, la batalla contra el Apartheid en Sudáfrica en los 90, y muchos otros, han llenado páginas en nuestros libros. Ahora, el turno es en parte, de la comunidad gay. Y ojo, recuerden que aclaré que son movimientos incomparables. Sin embargo, tienen algo en común: derechos restringidos, vetados, mermados.

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Entonces sí, la visibilidad es importante. Mostrarse es vital. Porque, cómo se hace entender algo que no se muestra, y que por tanto, se desconoce. Y si se desconoce, cómo se hace entender. Muchas veces, las personas se muestran reacias a lo desconocido. Pero una vez que se hace conocido, es decir, se visibiliza, se convierte en normal.

Y de eso se trata, de normalizar a la comunidad LGBTI+, de hacerla parte del entorno, sin tener que buscar alegatos bíblicos basados en Levítico que fue escrito por hombres en el 1442 a.c. O, sin señalarles a nivel social y biológico, por no cumplir con lo “tradicional”. Es fácil, fíjense ustedes, por ejemplo, son pocas las personas que dicen cosas como: “¿tienes la menstruación? pues: ¡impura!, aléjate de todos y que nadie te toque” (Levítico 15:19–33). Y eso es evolución cultural. Como lo es el divorcio, dar a un infante en adopción o cualquier otro pecado que el sistema legal de los países permita en la actualidad.

Amar, de eso se trata. De mostrar a la comunidad como personas que aman, que tienen vidas, trabajos, familias; que se casan, se divorcian, se enferman, tienen éxito, fracasan, o cualquier otra cosa. Tener un día para demostrar orgullo por ser homosexual es un privilegio, que por cierto, se ha venido desvirtuando.

Somos más que fiestas y poca ropa

Estar orgulloso de ser homosexual no es bailar semidesnudo en una calle. Eso es dar un mensaje erróneo de lo que somos: sexo, poligamia, inestabilidad, fiesta. Somos, por el contrario, un movimiento que busca derechos, respeto y dignidad.

No olvidemos que 75 países aún condenan la homosexualidad, 13 de ellos lo hacen con la pena de muerte. La lucha está más vigente que nunca, y debe librarse con orgullo, amor y mucho compromiso, hacia la normalización.

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Giuliana Ippoliti
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Soy periodista especializada en internacionales y contenido viral. Creo en la narrativa emocional. Co-fundadora de Fact.or