Putas, feministas y sindicadas

Ruth de la Rosa García
fact.or
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5 min readAug 31, 2018

Por Ruth de la Rosa

Paula Ezkerra entra apresurada en el edificio donde trabaja. Empuja la puerta con el hombro. Lleva una taza de café en la sala una mano y un bolso enorme en la otra.

Saluda a la conserje con una sonrisa y sube las escaleras. Paula entra en el despacho, deja su móvil y una polvera con maquillaje encima del escritorio. Abre una caja de alfajores argentinos y le ofrece uno de dulce de leche a su compañera Janet mientras enciende el ordenador.

Ezkerra fue consejera del distrito de Ciutat Vella por la CUP (Candidatura d’ Unitat Popular) en Barcelona y es trabajadora sexual y activista del movimiento feminista “Prostitutas Indignadas”.

“Tengo 44 años y desde los 17 que trabajo con movimientos feministas. A los 18 empecé a ejercer como trabajadora sexual.”

Paula y Janet combaten a favor de los derechos de las personas que ejercen la prostitución. Su lucha se centra en el barrio del Raval de Barcelona pero creen que el reconocimiento de su profesión sería “un avance absoluto a nivel humano”.

El Raval es el barrio donde se concentra la mayor parte del meretricio en Barcelona. La calle de’n Robador y la Rambla son los puntos con mayor número de personas ejerciendo en la calle.

La Calle de’n Robador vista desde la Filmoteca de Barcelona

Pep García, presidente de la asociación de vecinos del Raval ha afirmado que antes, “las mujeres que ejercían la prostitución formaban parte de la comunidad, sabíamos quienes eran y hasta pasaban controles de salud periódicos”. García opina que “la prostitución debe ser regulada” para que deje de haber personas “como los proxenetas” que se lucren de ella, aclara.

Las mafias y el proxenetismo han incrementado la inseguridad en el barrio del Raval según la asociación de vecinos. “Las prostitutas no tienen dónde ejercer” y al hacerlo en la calle y en los portales “dan mala imagen y se crea ambiente de inseguridad”. García se queja que además ha disminuido la presencia policial en las calles.

Un miembro de la policía autonómica catalana (Mossos d’Esquadra) que ha preferido mantenerse en el anonimato comenta que: “no hay menos patrullas en las calles sino más policía encubierta”. La prostitución en el Raval es un problema complejo pero los conflictos se reducirían según él si “se dejara ejercer a las mujeres en los pisos”.

Paula Ezquerra declara que en Barcelona, a pesar de que la prostitución, es perseguida y su trabajo se considera estigmatizado, “no sufrimos una violencia tan extrema como en otros países donde las trabajadoras sexuales son violadas”. Ezquerra opina que la sociedad no da valor a las personas que ejercen el trabajo sexual.

La directora del servicio de Atención Socioeducativa (SAS-ABITS) del departamento de Feminismos y derechos sociales del Ayuntamiento de Barcelona, Catarina Alves, explica que hay “diferentes realidades dentro del ejercicio del trabajo sexual.”

Afirma que muchas mujeres acaban ejerciendo como consecuencia directa de su proceso migratorio y/o personal (precariedad económica, laboral y social, falta de formación, maternidad precoz etc.) y otras son víctimas de trata y vienen engañadas por mafias de países como Nigeria o Rumania.

Por otro lado, corrobora que hay movimientos sociales como “Prostitutas indignadas” que reivindican el ejercicio del trabajo sexual como profesión y que pueden ayudar a alcanzar derechos sociales a todas las personas que lo ejercen.

El estigma social que persigue al ejercicio de la prostitución hace que numerosas mujeres no formen parte de movimientos sociales.

Muchas mujeres “no saben que existe el movimiento, porque no hablan castellano”, según Alves. Otras no se manifiestan porque ejercen de forma puntual y no se ven reflejadas como trabajadoras sexuales.

No todas las demandas que atiende ABITS necesariamente vienen relacionadas con el trabajo sexual pero este, afecta a todos los ámbitos de la vida de las personas que lo ejercen. Hay mujeres que rechazan acercarse a servicios normalizados por el estigma que recae sobre ellas.

Ejercer el trabajo sexual provoca vergüenza. Ir a los servicios sociales o al ginecólogo puede ser muy doloroso para ellas porque no quieren contar su historia y no quieren ser juzgadas o estigmatizadas.

Alves explica que ABITS trabaja con personas que ejercen el trabajo sexual y no tienen prejuicios al atenderlas. “No vamos a intentar decirles que tienen que dejar de ejercer. No les hacemos juicios de valor en relación a su actividad. Nos ponemos a su disposición y a la disposición de sus demandas.”

Según Paula Ezquerra la sociedad debe cambiar su mentalidad para reducir el estigma que sufren las mujeres que ejercen.

“Una trabajadora sexual es una trabajadora como cualquier otra. Yo no creo que nadie haya nacido soñando con trabajar en una mina o limpiando casas. Tampoco creo que el trabajo dignifique. Nosotras lo que proponemos a la sociedad es replantearnos lo que significa la dignidad del trabajo. La explotación sexual no existe. Hay trata de personas o explotación laboral. Este aspecto no es único del trabajo sexual, sino de otras muchas profesiones.”

El movimiento “Prostitutas indignadas” reivindica un cambio de mentalidad y además la regulación del trabajo sexual. “Que las compañeras puedan trabajar en sus casas, en cooperativas o individualmente.”

En el año 2005 se aprobó una ordenanza en Barcelona a raíz de las quejas vecinales sobre el uso del espacio público y toca varios ámbitos, el ejercicio de la prostitución entre ellos. Barcelona empezó a criminalizar a las mujeres que ejercían el trabajo sexual en la calle y se les empezó a poner multas administrativas por este motivo. A pesar de esto, la prostitución está en un estado de alegalidad. Es decir no está regularizada pero tampoco es ilegal, lo que crea un vacío para las personas que lo ejercen.

Catarina Alves ilustra que: “las multas por ejercer la prostitución se han equiparado a las de orinar fuera, aparcar mal el coche o no llevar camiseta. Uno se pone o quita la ropa, pero no es tan fácil dejar el trabajo sexual”.

La comunidad vecinal reivindica el uso del entorno pero las personas que ejercen la prostitución solicitan también el espacio para un modo de vida que no está prohibido a nivel estatal.

Paula Ezquerra explica que la ordenanza “afecta a los recortes de derecho en la ciudadanía y como siempre, más a las mujeres, a su cuerpo y a su sexualidad. Si las compañeras no pueden negociar su precio se agudiza la estigmatización y se generan prejuicios hacia ellas”.

En el campo del trabajo sexual la línea de actuación del ayuntamiento pretende dar “todo el apoyo necesario a las mujeres que ejercen libremente la prostitución”.

Este agosto de 2018, se ha autorizado la constitución de un sindicato de prostitutas, algo que el gobierno actual del PSOE y su ministra, Magdalena Valerio, rechazan rotundamente.

La prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, sino la esclavitud más antigua y grande de la historia”, escribió en marzo en un tuit la ministra.

“Una puta sindicada es una puta empoderada” ha comentado Paula Ezquerra sobre este tema y por su parte, la secretaria general del nuevo sindicato, Concha Borrell, que forma parte de Aprosex, que da cursos de formación y empoderamiento a prostitutas, ha tachado de “absoluta locura” la reacción del Gobierno.

“No se puede coartar los derechos de todo un colectivo que actualmente carece del más mínimo derecho laboral. No hay contratos, con lo cual no hay pagas dobles, no hay vacaciones, no hay bajas por enfermedad ni laborales y, por supuesto, no hay jubilación” — apuntó Borrell.

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Ruth de la Rosa García
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Copywriter, periodista, creativa y adicta al café con mucha espuma.