Más participación como antídoto a la ‘objetividad tóxica’

Hasta que no encontremos una forma de hacer periodismo más cercana y empática, no se recuperará la confianza en el periodismo. Y no se puede empezar a buscar eso sin aprender a escuchar y a hacer partícipe (de verdad, sin eslóganes publicitarios) a aquellos para quienes trabajamos.

Sebastián Auyanet
Fe De Erratas
8 min readFeb 22, 2022

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La publicación de audios vinculados a una acusación de violación de cuatro personas a una mujer en un programa de radio uruguayo hace algunas semanas disparó un torrente de opiniones esperable, dada la masividad del contenido y la forma en que fue expuesto entre otras cosas con el argumento de la necesidad de escuchar ‘las dos campanas’ sin tener en cuenta a personas y factores esenciales -la víctima y la investigación en curso- como dos aspectos que deberían haber pesado más a la hora de tomar la decisión periodística.

Siendo este un espacio en el que intento proponer cosas que permitan aumentar la reflexión y la mirada a las posibles nuevas formas de hacer periodismo –un espacio con enfoque propositivo–, no tendría sentido analizar lo sucedido también aquí más allá de lo dicho anteriormente. Pero sí quiero aprovechar el acontecimiento para volver a insistir en la evidente necesidad de desarrollar distintas formas de ejercer el oficio por fuera de las tradicionales, quizá a veces como complemento a ellas para rodear al periodista y a un medio con mejores herramientas a la hora de tomar decisiones sobre qué y cómo se publica la información. Solo así se pueden encontrar formas menos despóticas y más empáticas de periodismo que recompongan su relación con sus consumidores. En estas semanas he visto mucha discusión, mucho ataque y mucha justificación, pero muy poco esfuerzo por pensar cómo hacer las cosas de forma diferente más allá del ‘reflexionemos’.

En el tiempo de trabajo que llevo en los medios y otro tanto como consultor, no he tenido la suerte de encontrar un proyecto que honestamente se plantee la escucha y la cercanía con su audiencia empleando los recursos y el tiempo necesarios para hacer de ese proceso algo más que un esfuerzo puntual, lo cual es contraproducente con la propuesta de mi párrafo anterior. Es más: se siguen defendiendo las viejas formas de hacer, muchas veces representadas por profesionales cuyo éxito profesional depende más del rating, los números de tráfico y redes sociales altos y efectos en el espectro político que de nuevas formas de que el periodismo se abra camino en la ciudadanía.

Tengo la sensación de que desde la educación en comunicación no se termina de dar lugar a estas nuevas formas de ejercer la profesión más allá de la capacitación en nuevos formatos y narrativas. Y así como entiendo que forma y contenido deben ser parte de una misma conversación, también creo que el proceso debe estar mucho más presente en el proceso de gestación de un contenido periodístico, noticioso o no.

Creo que todavía estamos a tiempo de fomentar una forma de hacer periodismo más participativa y respetuosa con aquellos sobre quienes se informa, y con aquellos a los que se pretende informar. A aquel concepto de la ‘objetividad’ no me cabe agregarle otra cosa que sea el adjetivo de ‘tóxica’: la objetividad es un invento exitoso de viejas y grandes marcas periodísticas para obtener con efectividad las credenciales para establecer qué es importante y qué no en el mundo del periodismo y las noticias, para luego rentabilizar esa propuesta con productos que tienen un cierto tipo de características.

Necesitamos un periodismo más transparente y para ser transparente tiene que ser más participativo. Y en esa noción deberían implicarse todos aquellos que producen periodismo, los que lo asignan, los que lo miden y los que lo apoyan.

Y paso a explicar:

El periodismo participativo tiene como práctica los siguientes objetivos:

  • Achicar el espacio entre periodistas y las personas para las que trabajan (siempre y cuando entiendan que lo que hacen es un servicio público)
  • Llegar de una mejor manera a quienes quizá no consuman nuestro periodismo, poniendo por delante sus necesidades informativas
  • Construir historias con los integrantes de esas comunidades para reflejar mejor sus problemas, sus necesidades y a la comunidad en sí
  • Ofrecer un espacio más abierto que permita que los propios beneficiarios de esa información la respalden y validen
  • Asegurarse de que el periodismo producido es más inclusivo, adaptable y reflectivo de esas comunidades sobre las que se reportea –lo que condice a un periodismo más preciso, transparente y confiable.

Como práctica, el periodismo participativo no es nuevo aunque va más allá de las formas básicas del periodismo tradicional en cuanto al fuenteo y a entrevistar a personas para hacer artículos. El periodismo participativo redefine también la noción de ‘experto’, una convención muchas veces arbitraria e hija de la inercia que impide centrarse en las experiencias de las personas que están poco o nada representadas en los medios tradicionales.

La realidad imperante de falta de confianza en los medios -algo a lo que Uruguay no escapa en absoluto- es un recordatorio de que el camino a un periodismo local sostenible no es redoblar las formas periodísticas habituales y apoyarse en las audiencias ya existentes. Será difícil sumar nuevas audiencias sin un embudo mejor para obtenerlas de un modo más cercano y real que vaya más allá de los tableros de métricas y la adicción por el rating.

De momento, estamos perdiendo el partido en todos lados: vean nomás este gráfico de Reuters sobre la preocupación del público en general por la situación económica de los medios de comunicación: la mayoría ni siquiera cree que esto es un problema.

No entender lo importante que es la sostenibilidad para los medios es no entender que sin repensar lo primero (lo cual incluye como aspecto medular a las relaciones con la audiencia) no se puede cambiar la forma de hacer periodismo cruzada con entretenimiento, que en los casos más extremos termina excediéndose en la búsqueda de relevancia y visibilidad para justificar su valor. Desde hace tiempo nos toca a los periodistas entender que sin otros modelos de negocio, el ritmo del periodismo estará detentado por personas con poder de decisión que creen que esta es la única -o la más conveniente- forma de ejercerlo.

Desarrollar otro tipo de relaciones con las personas que anteriormente eran consideradas ‘la audiencia’ como una cosas masiva e informe es clave para desarrollar un ecosistema de noticias locales que parece lánguido en Uruguay, en gran medida porque sigue proveyendo profesionales a ámbitos donde estos procesos de cercanía son impracticables: los flujos de trabajo y las dinámicas están construidos para un tipo de periodismo y la lógica del negocio -pese a que cada vez ahorca más a las organizaciones periodísticas- todavía no es suficiente como para imponer otras formas.

Y dejo antes de cerrar, tres ejemplos de cómo esto podría hacerse de forma muy simple en nuestro entorno si se le asigna un mínimo de horas y recursos:

Una parte clave de ser más útil para el público es reconocer que el periodismo históricamente ha priorizado las perspectivas e intereses de aquellos en posiciones privilegiadas ya sea por ser blancos, por ser hombres o por tener cierta posición económica. Las personas de color, las mujeres y las personas que integran las comunidades LGBTQ tienen muy poco peso en las decisiones sobre lo que se cubre, cómo se cubre y -sobre todo- desde qué perspectiva se cubre.

Algunos efectos positivos de hacer al periodismo más participativo:

  • Diversificar audiencias y posibilidades de adquirir talentos complementarios en las redacciones
  • Apoyar una reportería local a la que pocas veces se tiene acceso
  • Crear más transparencia
  • Aumentar el acceso del público a la participación cívica, más allá de votar cada 4 años

Una cosa más: hacer periodismo participativo no es tener un CM

Nociones como la objetividad y el interés público, conceptos a veces caprichosos y muchas otras funcionales a emisores y portadores del poder económico y político, suelen ir por encima de un ejercicio humano básico: preguntarle a la gente qué es lo que les importa. En esa actividad, un community manager no puede cumplir a cabalidad con su rol porque en general no tiene las habilidades como para hacerlo más allá de la moderación. De hecho, ni los medios parecen tener claro de qué va realmente esto de estar más cerca de la audiencia, así que difícilmente un colega pueda resolverlo por sí mismo. Recientemente, la publicación The Atlantic completó dos años de investigación y escucha de sus lectores para identificar caminos posibles en una dinámica de ida y vuelta. Sin un desafío a esas formas de hacer en las que siempre hay un tipo de persona que decide qué es objetivo y qué es preciso, será difícil abrirle nuevas puertas al periodismo (y quizá a otros modelos de negocio).

Un periodista con especialidad en participación no solo escucha y diagnostica, sino que prioriza relación y proceso por encima del producto. Esto tiene flujos de trabajo específicos, puestos a crearse y tiempos de implementación, además de una forma diferente de medir que no puede ser la de los números elevados de tráfico que impone la dinámica publicitaria. Las analíticas más usadas en los medios no sirven para identificar el tipo de impacto que busca medirse aquí y hay otras -tasa de crecimiento de participación, preguntas recibidas, asistencia a eventos, mapas de comunidades- que deben ser indicadores claros de progresión y son casi que propias de cada proceso y sus características.

Como explica Ariel Zirulnick en este texto publicado por Nieman Lab, si para ser viable el periodismo tiene que mirar a otras fuentes de ingreso como las suscripciones, las subvenciones públicas, los fondos filantrópicos o e inversión, deberá acreditar la cercanía con su audiencia más allá de sus números de tráfico -y sí, habrá que centrarse en audiencias más abarcables, cercanas e íntimas. Con suerte, una vez entendido esto también irán las marcas hacia allí. Modificar la forma en que pensamos la sostenibilidad de los proyectos periodísticos permitirá modificar algunos de sus procesos, porque lo que se obtenga de la escucha a las audiencias debería aplicarse a cualquier cosa que haga la organización.

Sin reacomodar nuestros procesos para hacer espacio para ponerle cara a nuestra audiencia, sin abrirnos a nuevos tipos de gobernanza y escuchar lo que falta dentro de lo que hacemos, sin tener funciones bien definidas para ello, sin una matriz enfocada a la escucha y sin un modelo de negocio valiente y poco especulativo, difícilmente tengamos un periodismo menos extractivo, menos dependiente de influencias externas poderosas y más confiable.

Nos va el futuro de la profesión en ello.

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Sebastián Auyanet
Fe De Erratas

Journopublisher en NowThisNews, media consultant. Ocassional professor. MA in Engagement Journalism. Obsessed with bringing people closer to journalism.