“Siento que hay una crisis de creatividad en el periodismo uruguayo”

Empezó siendo una entrevista con Gabriel Pereyra y terminó siendo un ejercicio de identificación de nichos y oportunidades de desarrollo para el periodismo que es necesario llenar ya mismo.

Sebastián Auyanet
Fe De Erratas
10 min readMar 25, 2021

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Cuando me decidí a hacer Fe de Erratas, dije que quería tener voces que interpelaran al periodismo local. La idea es escudriñar en la cabeza de los periodistas que están llegando, que están haciendo y que se están planteando cosas nuevas. Pero también me voy dando cuenta de que algunas respuestas a los desafíos del futuro tienen que estar atadas también a las experiencias previas, a algunas de las formas de hacer que en principio funcionan dentro del periodismo uruguayo si lo medimos en términos como la mantenerse dentro de la profesión en un mercado cada vez más complejo, la popularidad o la cantidad de proyectos de los que se forma parte.

Gabriel Pereyra es una de las personas que quería tener en este espacio casi que de arranque. Y una de las razones principales por las que lo quería acá es probablemente no la que mencionaría quién lo conoce solo a través de su cuenta de Twitter o su presencia en radio o televisión. Gabriel Pereyra está lleno de preguntas. Lo vas a entrevistar y es difícil que no se inviertan los roles. Quiere saber, quiere conectarse más, quiere entender. Más aún si de lo que estamos hablando es del futuro del periodismo en Uruguay, de la sostenibilidad de la profesión y de los nuevos proyectos posibles. Tiene muchas más preguntas que sentencias. No es tan común –mucho menos en este ambiente– que alguien en su posición le haga lugar a esos planteos.

Pero para mí esto no es nuevo. Trabajé con Gabriel entre 2011 y 2016. Junto con Carina Novarese, él fue el responsable de lo que en su momento fue visto por muchos dentro de la redacción de El Observador en el mejor de los casos como un movimiento antiperiodístico y en el peor, como un delirio cósmico: convertirme en el primer editor de redes sociales de un medio de comunicación periodístico en Uruguay, en 2013. El resto es historia. La otra razón por la que decidí entrevistar a Gabriel tiene un poco que ver con eso: creo que puede ser un puente entre la experiencia y las nuevas miradas. Y porque creo que tiene mucho más para dar en ese sentido de lo que él mismo seguramente cree.

Esto iba a ser una entrevista clásica y a la vez el reencuentro en el Bar Tinkal entre un aprendiz de mesa de redacción –un lugar donde compartimos estreses, manías hipocondríacas e ideas sobre proyectos– con un exjefe al que considera un amigo de esos con los que puede pasar años sin hablar. Pero terminó siendo otra cosa: un ida y vuelta intenso de algunas ideas que –más trabajadas– bien podrían ser proyectos periodísticos en sí que complementen lo que ya cubre la prensa local. Como convencido de que las oportunidades muchas veces están ahí y no siempre en las plataformas, creo que la edición de la extensa charla que tuvimos me llevó por ese camino, además porque en parte va bastante alineado con mis intenciones para con este espacio. Estimular nuevos proyectos por fuera de las estructuras ya establecidas y buscar grietas dentro de los temas para encontrar oportunidades de hacer un periodismo más cercano a las necesidades de aquellos que buscamos que nos lean o escuchen, lo cual es a la vez una oportunidad para alguien que llega como nuevo al periodismo o está intentando regresar, es una de las ideas detrás de este espacio y de casi todo lo que hago estos días.

Llevás años de recibir gente joven en tus equipos. ¿Cómo llega la gente nueva que trabaja contigo al periodismo?

Yo fui docente 2 años y trabajé también como tutor. Y más allá de lo lido de la docencia y todo eso, me fui porque no encontraba exactamente cuál era el aporte que se le puede dar (al estudiante de periodismo) desde el ejercicio de la docencia; ni que hablar de las carencias con las que llegan de problemas de redacción, esas cosas. Y me pasaba que a los 10 días de iniciado un curso, yo ya sabía quién iba a ser periodista y quién no. Y me sentía también como aquel técnico que le dijo a Pelé ‘andate que vos no servis’, je. Entonces, me sentía muy mal por eso. Luego, aprobaban todos el curso porque cumplían una serie de rudimentos como la nota bien presentada, etcétera. Pero eso no te hace buen periodista. Vos te das cuenta de quién vibra con esto.

¿Y qué es ‘vibrar’ para vos hoy, dentro de la profesión?

Lo mismo de siempre: la pasión. Te das cuenta. El que fracasa con una idea y va por otra en seguida. Yo creo que el concepto de creatividad, en un oficio en el que tenés que divulgar hechos es difícil de manejar pero es fundamental. De hecho yo creo que esto de lo que hablamos de que muchas veces no surgen otros temas que no sean los clásicos, es un síntoma de esa falta de creatividad. Y está bien, hay toda una cuestión de país, de las condiciones dadas, de todo lo que ya sabemos que tiene Uruguay. Pero sigue habiendo una oportunidad de seguir mirando adentro de los temas para encontrar otros nichos, otras formas de contar ¿no? Yo creo que esta es la mayor crisis que encuentro hoy dentro del periodismo acá. Yo creo que –a pesar de que me equivoqué poco– fui muy duro con los gurises que llegaban como alumnos. Adentro de las redacciones pasa lo mismo; encontrás problemas parecidos y habilidades parecidas que están bien en general y uno las encuentra; pero insisto: la falta de creatividad está hoy en el corazón de la crisis periodística.

¿Cuáles son las razones para que haya tantos problemas para encontrar temas nuevos o coberturas diferentes? Vos trabajaste el tema seguridad, lo convertiste en una marca de tu trabajo. Hagamos el ejercicio: ¿cuántos temas hay adentro de ese gran paraguas?

En un máster que hice en Brasil, recuerdo que un profesor dijo que los periodistas funcionamos mucho por la lógica de las cajitas. Un periodista llega, empieza a trabajar y cubre, digamos, una interpelación. Luego cubre la segunda. Cuando cubre digamos, la tercera, abrió una cajita que se llama ‘interpelación’. Y todo el reporteo que hizo y que hará sobre eso va a esa cajita. Y así con todo. Accidentes de tránsito, ponele. Él decía: ya sabemos cómo cubrir todo. Si hay un choque, vamos a hablar con la vecina, el policía, etcétera. Lo que no hemos cubierto es la llegada de un extraterrestre, pero ya sabemos que vamos a ir a hacer lo mismo: hablar con el vecino que lo vio bajar y todo eso (risas). Todas las noticias se cubren igual. El tema es cómo rompés con eso, más allá de que el periodismo es rutina. Y además, pienso que tenés que encontrar nuevos ángulos y nuevas formas de contar porque la sociedad evoluciona y se buscan otro tipo de explicaciones, por tirar nomás una cosa.

En cuanto a ponerle creatividad, vayamos derecho a seguridad doméstica. Esté de acuerdo o no la persona con tus opiniones, si alguien quiere saber qué pasa dentro de ese tema seguramente una persona te siga a vos y a otros colegas. Pero vos ponés una determinada cantidad de información. ¿Hay ‘subtemas’ entonces dentro de ese gran paraguas que faltan ser explorados?

Y obvio bo, porque es un tema enorme… Mirá, yo creo que por diseño el periodismo cubre cosas que tienen algún tipo de vínculo con lo institucional, pero no con la cotidianeidad de la gente. Aunque te parezca que las rapiñas son parte de la cotidianeidad, que no lo son. Pero no nos quedemos ahí: yo siempre pienso: si tuviera una empresa de seguridad, ¿qué podría ofrecer en términos de información a la sociedad? ¿Que puedo darle a la gente común? Y, yo creo que la prevención de riesgo es fundamental y no se toca mucho como tema. Llevar la cartera de un lado, sacar las llaves 2 cuadras antes de llegar a tu casa, dar una vuelta a la manzana antes de entrar el coche… creo que hay muchas cosas que son del accionar cotidiano que no tenemos en cuenta y que podrían resolver parte de la inseguridad que tenemos. ¿Y quién habla de eso? O son pocos, o lo hacen –lo hacemos– de forma muy circunstancial.

A mí, que no soy experto, se me ocurren temas que creo que vemos de forma superficial. Por ejemplo, no sé, la videovigilancia. Vos sos de la generación posdictadura, en la que estabas bajo sospecha nomás por estar en la calle, ir de cierta forma. Ahora tenemos cámaras por todos lados. ¿Cuánto estamos dispuestos a resignar de nuestras libertades, de nuestra privacidad, por esa sensación de seguridad? ¿Dónde está el negocio ahí? ¿A quién le sirve? ¿No es un tema como para trabajar eso?

Ahí se abre todo un asunto: creo que está clarísimo que la sociedad de mercado derrotó a la democracia como sistema, por decirlo de algún modo. Entonces, es negocio porque hay un mercado para eso y para mil cosas más, y siempre vamos a tener necesidades creadas en este sentido, sobre todo en este tema y sobre todo cuando los ciudadanos que hoy validan lo de las cámaras por ahí no pasaron por esas otras experiencias. Y vamos a tener actores internacionales que nos van a tratar de vender cosas e imponer modelos de convivencia. Hay áreas de oportunidad para investigar ahí, porque está en juego el concepto de privacidad y creo que estamos lejos de siquiera empezar a conversar con eso porque el concepto de inseguridad está muy definido en muchísima gente y va muy lejos de eso.

Es casi que un entorno reducido de batalla geopolítica: muchas de las cámaras que tenemos son donaciones de China, que tiene un determinado modelo de control de la seguridad. Como seguramente las otras potencias como Estados Unidos o Rusia tienen prioridades que han plasmado y buscan plasmar en este país y que también van influyendo en el tipo de sociedad que queremos ser, ¿no? Acá nomás charlando salieron esos dos desdobles que no se cubren con regularidad porque la agenda aprieta de otro modo.

Ni sabía lo de las cámaras. El tema es cómo hacés para que reportear estas cosas sea viable, ¿no? Porque ahí nos encontramos de nuevo con el tema del mercado. Ya de por sí es difícil sostener una presencia en medios: yo salgo a buscar anunciantes, por ejemplo, y los programas que hago tienen una cantidad de cosas que ya más o menos se esperan. El tema es cómo generás una estructura en un entorno que ya no está dando –los anunciantes prefieren poner la plata en redes sociales muchas veces– para además hacer algo nuevo. ¿Para dónde salís? Porque todavía nos movemos en estructuras muy clásicas…

…los estudios recientes como Punto de Encuentro, de Sembramedia (en 2017), dicen que diversificar las fuentes de ingreso con membresías, adwords, eventos, alianzas regionales o internacionales es una forma de aumentar las chances de sostener un proyecto. Claro que eso en una estructura de TV o radio, que tiene sus reglas y su funcionamiento, no podés hacerlo…

Entonces ¿estamos en un contexto de falta de creatividad también a nivel comercial?

Para mí las oportunidades están ahí. Creo que tiene más que ver con el hecho de que para el periodista esto sigue siendo una carga añadida la gestión de eso, y además está el hecho de que no es una tarea habitual para un vendedor de publicidad. Se tiene que capacitar el periodista en sí, o alguien cercano a la profesión, porque esto es diferente.

Es un contexto mucho más demandante porque el trabajo en sí pide muchísimo pero es una buena noticia que haya oportunidades, quizás en el reporteo asociado o aliándote con otros países como me decías antes de arrancar. Pero insisto, creo que lo que nos faltan son, antes que nada, miradas diferentes que seguramente tengan que venir de la mano de una mirada comercial diferente, que vaya de la mano con las intenciones de ese nuevo proyecto. Yo creo que para contar ciertas cosas, se necesitan otras plataformas y hasta espacios planteados de forma diferente. La oportunidad sigue estando y creo que no es excusa que acá pasen tan pocas cosas.

Quería volver a lo que decías de que la rapiña no es parte de la cotidianeidad. Antes de empezar a grabar mencionaste brevemente este concepto del ‘cuento de dos ciudades’ que viene por lo menos desde que Dickens publicó la novela con ese nombre. Si la rapiña es parte de la superficialidad del problema, ¿qué hay debajo?

Lo que yo pienso es que al cubrir seguridad hay muchas cosas que no podés evitar. Incluso algunas que no podés evitar evitarlas, porque comprometen tu seguridad. Hasta yo he recibido amenazas de muerte y creo que en el decálogo del periodismo siempre tiene que estar arriba que el derecho y el respeto a la vida no se transan por ninguna primicia. Pero vamos a lo concreto: hoy, en el momento en que estamos hablando, está explotando en redes el video de 24/7, este de los muchachos con las armas cargadas y un menor. Eso es lo que se lleva lo principal. Pero hay otra historia más brutal: en zonas como el barrio Plácido Ellauri, las madres esperan que los gurises traigan plata para comprar chalecos antibala para poder salir a colgar la ropa y que no les de una bala perdida. ¿Entendés que de este lado de Avenida Italia estamos viviendo un cuento de hadas? Yo me río porque hay que reírse, pero esto está pasando ahora.

Listo, pero ahí tengo una pregunta, que creo que es la que te haría un recién llegado al oficio que capaz tiene todas las pilas para meterse en el tema seguridad o en alguno de sus aspectos: ¿cómo reporteo sin exponerme a un tema muy delicado?

Y mirá, para empezar podría decirle que la rapiña y el sistema que la habilita son consecuencia de una prolongadísima ausencia estatal. Y ¿dónde está el Estado? En primer lugar, en la enseñanza, en la calidad de formación que tenga esa persona para tener otras opciones que no sean las que le tocan por estar ahí. Creo que ahí nomás, en la educación y las entidades que la rodean, hay mucho más por hacer de lo que se investiga o comunica a diario.

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Sebastián Auyanet
Fe De Erratas

Journopublisher en NowThisNews, media consultant. Ocassional professor. MA in Engagement Journalism. Obsessed with bringing people closer to journalism.