Un curso, cuatro proyectos y un futuro para el periodismo que sigue ahí

La necesidad de incubación y otras lecciones tras un semestre de enseñanza en nuevos proyectos de periodismo digital

Sebastián Auyanet
Fe De Erratas
7 min readJul 4, 2022

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Kirokaze

No hay nada que me guste más en el mundo que el ambiente y el sonido de una redacción. La camaradería, la adrenalina de las publicaciones de último momento, el recibir el diario del día siguiente a la mañana con el comienzo de una nueva jornada, el contacto con el aprendizaje con los colegas más experimentados… podría seguir durante varios párrafos más.

Sin embargo –y siendo muy consciente de que esta carrera no tiene una sola trayectoria– los últimos años me han encontrado dado a la tarea de pensar cómo pueden verse (o más bien pensarse) los medios del futuro. No los que reemplacen a estas estructuras necesariamente, si no más bien los que las complementen en un ecosistema informativo en el que muchas de las grandes cabeceras no pueden asumirse como únicos o principales proveedores de información ni tampoco los lectores depender de ellas como tales. También, porque no todos los periodistas pueden acceder a un empleo en esos espacios. Medios que sean sostenibles desde el punto de vista operativo, económico y de relevancia para su comunidad.

Desde las conclusiones del Digital News Report de Reuters de la semana pasada, pasando por las reducciones en plantillas de redacciones o los rumores cargados de ansiedad sobre compraventas, absorciones y fusiones de medios tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos, África, Asia y Europa, la verdad es que son muy pocos países los que pueden jactarse de ecosistemas informativos plenos , diversos y en buen funcionamiento. Esto redunda no solo en una reducción de la oferta informativa, sino también en otros factores como la clásica dependencia de actores que buscan permear la actividad periodística con sus propios intereses. Que este fenómeno sea tan viejo como la prensa misma y que siempre el periodismo ‘dependa’ de alguna otra entidad no quiere decir que la tendencia no se vaya agudizando, con su consiguiente efecto en la confianza en la actividad.

En el marco de este panorama bastante sombrío, la pregunta siempre es ‘¿y qué podemos hacer?’. Por supuesto, no hay soluciones mágicas a problemas complejos y estructurales pero sí algunas opciones que –al menos en regiones como el Cono Sur y en concreto en Uruguay– han sido poco exploradas y desarrolladas. Mi propuesta es considerar dar un estímulo a la gestación de nuevas propuestas periodísticas que permitan informar nichos de público en algunos temas de particular relevancia para países como Uruguay.

En el último encuentro del World Press Freedom Day organizado por UNESCO en Punta del Este, el presidente del Uruguay, Luis Lacalle Pou, habló brevemente sobre la importancia de los medios como instrumento de control del poder. Sin embargo, solo mencionó a los medios tradicionales (grandes diarios y radios y emisoras rurales) y los medios públicos. En otras conversaciones directamente enfocadas a hablar del desarrollo de nuevos medios con distinto enfoque editorial y otros modelos de negocio, esos dos modelos también dominaron la conversación.

No fue la única vez en ese encuentro en la que quedó claro que las organizaciones enfocadas en el desarrollo de nuevos medios digitales independientes tienen todavía un camino largo y duro por delante para volverse parte de esa conversación, incluso si ya son una de las grandes esperanzas de cualquier ecosistema informativo que busque ser más diverso y estar al servicio de las comunidades a las que busca informar y un factor que la industria y los políticos deberían tener más en cuenta. Completan el panorama las universidades, donde la enseñanza en emprendimientos periodísticos es una rareza que recién va ganando espacios de a poco. En general, los profesionales son formados para ser absorbidos por los actores que ya forman parte de la industria y por ende para replicar las mismas formas de hacer, no tanto para desarrollar alternativas.

En organizaciones como SembraMedia y otras como el Global Forum for Media Development o LION Publishers en los Estados Unidos, los esfuerzos están concentrados tanto en profundizar el desarrollo y la relevancia de estos medios nativos digitales por razones muy claras que pasan, entre otras cosas, por fomentar el periodismo en temas y en áreas donde hoy no llega.

Hay en mi opinión una serie de áreas que entiendo son primordiales para la cobertura periodística que hoy no son del todo cubiertas pese a que las problemáticas son cada vez más trascendentes, al menos en Uruguay: soberanía digital y 5G, soberanía portuaria y pesquera, efectos de la geopolítica de la salud en el Uruguay, desinformación sobre el cambio climático y periodismo de soluciones para aportar con su mitigación, seguimiento a la influencia de las potencias internacionales en el Uruguay y dinámicas de la alimentación, ofrecer soluciones informativas a las poblaciones migrantes, entre muchas otras.

Sin embargo, tengo claro que no soy yo (o no solamente yo) si no otros colegas los que tienen que impulsar proyectos que cubran las necesidades periodísticas que entiendan que sus entornos necesitan -en lo posible, después de tener claro qué necesitan sus comunidades- y las que ellos puedan cubrir. Proyectos que favorezcan una relación más horizontal y cercana con esas audiencias. En definitiva, que generen más confianza.

En ese sentido, el curso de Emprendimientos en Industrias Creativas que este semestre facilité en la Universidad ORT está orientado a ayudar a entender cómo se materializa un proyecto de medio digital con este alcance. Inspirado en la currícula de Periodismo Emprendedor creada por la Red de Profesores de SembraMedia (un proyecto de intercambio entre docentes de periodismo de toda la región), el curso intenta caminar junto a los alumnos en el diagnóstico de las necesidades de un ecosistema con una dinámica de puro y clásico design thinking: primero, el entendimiento de los pasos que van de la ideación hasta la formación de un concepto para una publicación tras un diagnóstico, la validación y ajustes de la idea con sus comunidades previamente identificadas, el salto a un prototipo o MVP, el desarrollo de un canvas de modelo de negocio y un primer presupuesto y las primeras publicaciones.

El curso, que estuvo basado en un semestre entero de trabajos incrementales en forma de pasos que van conduciendo a tener un proyecto listo para entrar en funcionamiento y buscar recursos, cubre todos los aspectos que pueden abordarse desde la universidad. Pese a que por ahora son solo experimentos, en el caso de este semestre en particular todos los proyectos tuvieron alguna veta que justifica su existencia y daría frescura al ecosistema local: el proyecto La Lupa (de Tatiana Scherz y Micaela Vallarino) se centró en dar seguimiento a la desinformación en el marketing de los productos de consumo cotidiano a través de videos, Política Para Principiantes (de Cecilia Piazza) busca reempaquetar las informaciones diarias más complejas para un público que no consume de forma tradicional y no se mueve de Instagram, Vivir Sin Gluten (de Camila Martínez) intenta informar a una población local sobre mucho más que opciones sanas para alimentarse y La Semilla (de Alejo González) comenzó como un agregador de información sobre información ambiental y noticias locales sobre el asunto en Uruguay, vía Twitter.

Los cinco alumnos que completaron el curso entienden ahora lo relativamente rápido que puede desarrollarse una propuesta periodística diferencial pero también tienen más claro que la diferencia entre tener un medio en posición de ser sostenible y abrirse un blog, una cuenta de Twitter, un Instagram o un Tiktok, es bien grande. También entienden que a la hora de pensar en su medio, tienen que pensar en su viabilidad más allá de la mera financiación de la actividad periodística y sobre todo, que pensar bien en un modelo de negocio puede ser la diferencia entre mayor o menor independencia y cercanía con sus comunidades de lectores, que son quienes pueden validarlo.

Los estudiantes trabajaron en mapas de comunidades, hicieron una investigación previa de usuarios para comprobar o adaptar sus ideas iniciales sobre necesidades informativas, desarrollaron una propuesta de valor, un canvas de modelo de negocio y trazaron un presupuesto inicial. Además, fueron parte de sesiones de feedback sobre el contenido y el propósito del medio, en clase y entre ellos, conmigo como profesor y con invitados de otros medios de otros países que vienen logrando mantenerse relevantes y con una línea de sostenibilidad que les permite mantener su actividad. Con ejemplos reales de que esto cuesta esfuerzo, pero se puede hacer.

El curso es intenso, pero en un semestre de trabajo ya aparecen proyectos que, como decía líneas arriba, podrían comenzar a complementar el ecosistema informativo local alcanzando a otros tipos de públicos a los que la oferta habitual no llega o no lo hace de forma constante, incluso en alianza con medios con mayor distribución que puedan necesitar su conocimiento especializado, el mismo cuyo desarrollo ya no pueden pagar in house.

Pero, ¿qué le falta a estos medios? Efectivamente, aquello que se conversó poco en esas jornadas de Unesco en Punta del Este y que creo merece más reflexión, al menos a nivel local.

Necesitamos incubación y otros estímulos fiscales para la generación de nuevos proyectos periodísticos.

Si bien para ser un emprendedor de este tipo se requiere mucho más que un curso de pregrado y un proyecto final, hay muchas otras cosas que escapan a esa entelequia conocida como el ‘gen emprendedor’ y que el entorno debería ofrecer a cualquier periodista que esté pensando en montar un proyecto propio.

La posibilidad de recibir un capital y un tiempo pago que permita al periodista llevar su idea validada e intentar desarrollarla durante un año de desarrollo de audiencias y modelos de negocio es una buena forma de lograr que estos proyectos pasen de ser una simple idea. La única posible que se me ocurre para ayudar a que un ecosistema informativo –como el uruguayo y otros tantos de la región– sea más diverso.

En general, las incubaciones podrían venir de fondos públicos, aunque no necesariamente tiene que ser esto excluyente. Pero por supuesto, se parte de la base de que para un gobierno es una prioridad que haya más información, más conversación sobre la cosa pública y en definitiva, más periodismo orientado al servicio a su comunidad.

La iniciativa necesita de un apoyo mayor y en tiempos de tanto estímulo a los proyectos tecnológicos y vinculados a la información, un periodismo más personal, posible y conectado con la actualidad no debería quedar por fuera.

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Sebastián Auyanet
Fe De Erratas

Journopublisher en NowThisNews, media consultant. Ocassional professor. MA in Engagement Journalism. Obsessed with bringing people closer to journalism.