A 383 Km.
La distancia se acorta mientras el volumen de la música se aproxima al máximo. Nadie se atrevería a perturbar la pequeña paz que construimos en la terraza del restaurante con vista al mar.
Esto no es un viaje de lujo a las Islas Vírgenes ni un paseo en tren por Europa. Me imaginé comprando un departamento en la costa como la clase media argentina o los jubiladxs americanos en South Beach, Florida.
Fue una gran conquista de tiempo el plan de acción que ideamos para evitar las filas de porteños que viajan a descansar de las filas que hacen en Capital Federal para comer las empanadas de pescado en el puerto contaminado, tan lindo y tan contaminado de porteños y filas y porteños y filas. Me pregunto si solo lxs casadxs con hijxs aprovechan las escapadas de fin de semana.
Se terminó la excusa académica de no poder viajar por la facultad o por la familia o por la plata, no hay tiempo de pensar en lo que no fue y tenemos que responderle al parlante colgado del espejo retrovisor dónde están los ladrones.
Nuestros pelos volaron acelerados por la ventanilla baja del GOL de tu papá, solo nos queda quemarnos con el mate medio lavado.
La Feliz se hizo íntima como esos amigxs que no ves por mucho tiempo pero igual son tan nuestros como un órgano vital.
Los alfajores no son recuerdo suficiente. Enmarquemos la RN266 para un cuadro en el departamento que comparto con tu mejor amiga de la infancia. ¿Te acordás cómo llegamos a tu casa después de ese recital en Casa Rock?
Saltemos la cerca de la casa de Victoria Ocampo, qué importa si está cerrada por un feriado nacional, visitemos a tus amigos, alimentemos al gato de tu hermana, demoremos la despedida lo suficiente para perder el micro de regreso a Capital. La playa escucha nuestras ultimas actualizaciones amorosas y el atardecer nos protege de todos los males del mundo. Qué merienda noble son los churros de Manolo en el mirador frente al casino y Av. Colón es una locación de nuestra road movie proyectada en el festival de cine.
La amistad es un tesoro que nos guarda del todo.
Sigamos cruzando ríos, andando selvas, amando el sol, infinitas mientras cantamos fuera de tiempo canciones del siglo pasado porque, Amiga, el mundo nos pertenece con todo lo que contiene.