Ensayos sobre el cuerpo: I. La voz.

Luisina Reinoso
FIJATE LOS TELÉFONOS
2 min readMay 15, 2020

El calor interno no alcanza para aplacar la finita corriente de frío que se cuela por la puerta de la cocina. Tiemblo un poco pero no lo suficiente para ir a buscar un abrigo, como no pudiendo reclamar lo que me pertenece. Una mosca sobrevuela la taza de café abandonada. Supongo que también estaba en busca del caramelo que es el contacto humano, dulce y caliente.

Me pregunto cómo se trabaja la voz.

¿Podría decir que la voz son las piernas del cuerpo o el talón de Aquiles del alma?

La pienso como una parte intima de la esencia. Fuerte y frágil a la vez, como la tela de un cuadro o una seda. En invierno me gusta que conviene con mis pómulos un poco irritados, un poco rosados similares a una fruta madura y brillante. Sentirla un tanto rasgada y verla desaparecer de a poco chocando con la ventana congelada. No hablo igual con todos. No pongo la misma voz siempre y mucho de lo que dije alguna vez fue ensayado mil veces preparándome para la oportunidad del siglo.

La garganta siempre se me quiebra un poco cuando quiero descomprimir los pensamientos aleatorios. Pienso que la voz es una herramienta, como un roto martillo o un destornillador de sentimientos. ¿Qué voz me pongo? ¿En qué idioma hablo? ¿Cómo me escucha el resto? Me pregunto en silencio ad eternum mirando el techo hablando conmigo misma de eso que no comparto con nadie más. Esto es tan abstracto que solo puedo tocarlo, sentirlo, robarlo en lo imaginario. Lo íntimo. Lo personal. Lo político.

Me elogiaron los dientes y le mandé un mensaje a mi mamá dándole las gracias por llevarme al dentista de chiquita y darme la lexía.

-Gracias Luisina por pintarte los labios con ese labial que tanto te gusta-

“Sé la voz de mi conciencia”

Mi conciencia está afónica, muda, perpleja de tal descaro. ¿Cómo puedo entregarla tan fácilmente a alguien que no me ama? ¿duele decir lo que sentimos o duele sentirlo?

— Gracias por sacarme un sincericidio—

— Gracias por darme un cuerpo para vibrar —

Acá estoy recitando un texto ajeno y poniéndole voz a un vocablo inventado hace más de 3 mil años. Puedo permitirme perderme entre las sintaxis del idioma, las faltas de ortografía y la buena gramática. Entre puntuación acertada, una coma de más o un punto equivocado.

Mi rango rítmico tiende a cero. No puedo pensar y hablar al mismo tiempo.

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Luisina Reinoso
FIJATE LOS TELÉFONOS

No estoy del todo segura de que mi decisión anterior haya sido coherente. Soy una parte de @cadavereXQ.