Ed Gein: el psicópata que inspiró “El Silencio de los Inocentes”

Una infancia disfuncional, un padre alcohólico y una madre con fanatismo religioso dieron paso a uno de los psicópatas más aterradores del mundo.

Angela Barraza Risso
Fisura Magazine
10 min readSep 4, 2017

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Ed Gein, más conocido como “El Carnicero de Plainfield” inspiró a los personajes más célebres e icónicos del cine y la literatura de terror y suspenso durante 4 décadas (60, 70, 80 y 90)

Sus trastornos psiquiátricos, su realidad familiar y sus brutales crímenes dieron material para construir a los personajes que atormentaron nuestras noches, como por ejemplo:

Norman Bates (Magistralmente interpretado en una primera instancia por Anthony Perkins) — “Psycho”, de Alfred Hitchcock, 1960. En América Latina, conocida como “Psicósis”.

Leatherface — “The Texas Chainsaw Massacre”, de Tobe Hooper, 1974. En América Latina, conocida como “Masacre en Texas”.

Buffallo Bill (El personaje en el libro se llama Jame Gumb y fue interpretado en la película por Ted Levine) — “The silence of the lambs”, del cineasta Jonathan Demme, 1991. En América Latina, conocida como “El silencio de los inocentes”. El libro es del célebre autor Thomas Harris.

Quería aportar esos datos ñoños, sólo para graficar que la vida de Ed da para mucho.

Infancia terrible

Para comprender mejor la vida de Gein, tenemos que acceder al contexto.

Corrían los años 50 en Estados Unidos y la sociedad estaba asentada en severos prejuicios e ideales sexistas que, afortunadamente, ya hemos derribado en su mayoría.

Por ejemplo, existía una fuerte censura respecto a la sexualidad y todo era “purista”. Por ejemplo, en la publicidad se mostraban matrimonios durmiendo en camas separadas, y existía una absurda voluntad de eliminar todo aquello que representaba ‘pecados carnales’.

El pequeño e inocente Ed Gein nació y se crió en este contexto. Para colmo, tuvo la mala fortuna de hacerlo en una granja en la periferia de Plainfield, un pequeño pueblo ubicado en el condado de La Crosse, Wisconsin.

La unión de sus padres ya le dieron un futuro poco auspicioso. Su padre, George, era un alcohólico violento y Augusta, su madre, era una fanática religiosa.

Augusta, madre de Ed

Ella, (también medio trastornada) despreciaba a los hombres y consideraba que las mujeres no eran más que el objeto del pecado.

Por supuesto, consideró que su misión como madre era mantener a sus dos hijos, Henry (1902) y Ed (1906), alejados de las féminas.

Este matrimonio fue un caldo de cultivo para crear la personalidad antisocial de Ed.

Como te lo contamos ya, la educación de los progenitores (especialmente de las madres) tiene una gran relevancia en las conductas psicopáticas.

Cuando a los niños se les ha alejado de toda actividad prosocial y se les educa en función de una socialización desviada, se vuelven incapaces de adaptarse a las reglas y expectativas de la sociedad en la que viven.

Pero volvamos a la infancia de Ed y su hermano. No cabe dudas de que fue una niñez muy dura:

Su madre les impuso disciplina estricta y los sometió a castigos brutales que incluían golpizas.

La mujer difícilmente demostró afecto o amor por sus hijos.

George (el padre) por su parte no lo hacía nada mal: gastaba todo su sueldo en el bar del pueblo.

Otro dato que te puedo contar es que Ed Gein quedó traumatizado por un evento en particular. A escondidas vio cómo su padre faenaba a un cerdo y le sacaba las tripas, mientras el animal chillaba.

Este suceso le causó gran aversión a las actividades ganaderas propias del sector en el que vivía y sentía aversión por la sangre.

Curioso, pensando en su desarrollo posterior.

Adolescencia

Como Ed no tenía muchas opciones de socializar, aprendió a pasar el rato leyendo cómics y revistas al estilo “Cuentos de la Cripta”, entre otros.

Fue tanta su avidez lectora que incluso se informó sobre las torturas que se practicaban en los Campos de Concentración de los Nazis.

Aunque iba a la escuela, su madre le tenía completamente prohibido que hiciera amigos entre compañeros.

Claramente, menos podía considerar la opción de pensar en tener una “polola”.

Estas prohibiciones las hacía Biblia en mano y predicando que “la chusma” era pecadora.

La incompetencia maternal de Augusta sólo incrementó la tendencia de Ed a ser retraído y solitario, cuya única pasión y refugio se encontraba en sus lecturas que practicaba encerrado en su cuarto.

Esta predisposición ermitaña y obsesiva compondrían el segundo factor que forjó su personalidad y lo definieron para el resto de su vida.

La muerte del padre y la separación de su hermano

Luego de soportar años de palizas a su madre, a él y su hermano y de aguantar las borracheras, al fin su padre George Gein murió en 1940 a la edad de 66 años.

Aunque la muerte fue sospechosa, porque ocurrió en un incendio provocado por unos rastrojos que él y su hermano quemaron tras el jardín de la granja, en el certificado de defunción quedó la constancia de “muerte por asfixia”.

Sin embargo, su cadáver presentaba golpes en la cabeza realizados con un objeto contundente. Aún así, no pasó a mayores.

Pero hubo otro impacto: el negocio familiar se fue al hoyo.

Por lo tanto, Ed y Henry tuvieron que salir en busca del pan.

Sin embargo, la relación de los hermanos se puso tensa cuando Henry se dio cuenta de que había una relación de dependencia, además de un evidente complejo de Edipo de parte de Ed hacia su madre.

Como el ambiente familiar, evidentemente estaba enrarecido, Henry (a buena hora) decidió salir de esa casa y marginarse de esa relación tan tóxica.

La muerte de Augusta

Era el año 1944 de “de nuestro señor Jesucristo”.

Sólo pasaron 4 años de la muerte de George cuando Augusta Gein sufrió un derrame cerebral.

Ed se dedicó devotamente al cuidado de su madre, e incluso pasó algunas noches durmiendo con ella en su cama. Pero después de doce meses de cuidado,. el 29 de diciembre sufrió otro derrame que le quitó la vida. Ed quedó devastado. La piedra angular de su vida había desaparecido.

Lo extraño es que, posteriormente al entierro, cerró con llave la habitación de su madre, conservándola intacta, tal y como ella la había dejado.

Para ganarse la vida, Ed comenzó a realizar pequeños “pitutos” (trabajos ocasionales) para sus vecinos.

Este evento significó el tercer factor que moldeó la personalidad de Gein y fue el detonante de su actividad criminal.

Esta actividad tuvo 2 motivos:

1.- La voluntad de mantener viva la ilusión de que su madre seguía viva, dándole la ilusión de la cotidianidad perdida.

2.- La obsesión por las mujeres como consecuencia de años de represión y castigos que Augusta había ejercido sobre él.

Sus crímenes

Para la gente buena de Plainfield, Ed no era más que una figura que inspiró la piedad.

Un soltero desaliñado y ligeramente perturbado que había crecido en la zona, pero que siempre se había mantenido a sí mismo, sin molestar a nadie.

Los adultos se reían cuando escuchaban las historias sobre “la colección de cabezas gibarizadas” (encogidas) de Ed o sobre “el cadáver con el que había sido visto, bailando desnudo, bajo la luz de la luna” en su propiedad.

Sabían en el pueblo que estaba obsesionado con lo macabro y que, probablemente, había comprado algunos artefactos en una tienda de novedades en Lacrosse y todo lo que los niños hablaban de él, parecían mitos urbanos.

Pero luego vino el frío día de noviembre de 1957, cuando se reveló la terrible verdad.

Los niños de Plainfield siempre estuvieron en lo correcto desde el principio.

Un monstruo había vivido en medio de ellos.

Frank Worden había salido a cazar ciervos ese día y, al regresar, encontró la ferretería que manejaba su madre, Bernice, completamente desatendida.

La búsqueda en el local no mostró ningún rastro de la señora Worden, pero había una señal preocupante, un rastro de sangre que conducía a través de la tienda hacia la salida trasera.

Worden inmediatamente llamó al sheriff local, Arthur Schley.

Cuando Schley llegó, tardando menos de diez minutos, Worden lo sorprendió diciendo que “sabía quién había llevado a su madre.”

A continuación, le entregó una boleta de venta de medio galón de anticongelante. Esta, había sido escrito por la Sra. Worden para su último cliente del día — Ed Gein.

Al sheriff Schley le resultaba difícil creer que Gein, de apariencia tan moderada y discreta, estuviera involucrado en el secuestro.

Sin embargo, fue una pista que tuvo que ser seguida.

Y así, el sheriff se dirigió a la granja de Gein en compañía de otro policía, llegando justo cuando el crepúsculo daba paso a la oscuridad.

Gein no estaba cerca y los oficiales se decidieron a entrar a la propiedad.

Si el exterior de la casa estaba descuidado, el interior era un caos de suciedad y decaimiento.

Cartones, latas y montones de basura en descomposición cubrían cada centímetro del espacio, las telarañas colgaban del techo y los muebles estaban tapizados de suciedad.

Las cucarachas se escabullían para escapar de las vigas de las linternas y por debajo de los pies venía el roce de los roedores.

El lugar desprendía el hedor repugnante de humedad, suciedad y desechos humanos.

Y todo lo demás era otro olor, el olor cobrizo de carne recién horneada.

Schley dio algunos pasos vacilantes hacia adelante, apoyado en la luz de su linterna.

Entonces su haz luminoso captó algo suspendido de las vigas, un cuerpo decapitado, cortado por el frente y destripado.

La primera impresión de Schley fue “venado”.

Casa de Ed Gein. Colección de fotos de la Revista LIFE

Le tomó un momento entender que lo que estaba viendo era en realidad el cadáver asesinado de Bernice Worden.

Así comenzó la investigación policial que haría de Ed Gein un personaje conocido a nivel mundial.

Durante los días que siguieron, los investigadores se dieron cuenta de que el cadáver de la señora Worden era sólo el primero de los horrores que los esperaba en la casa de horrores de Gein.

Había cuencos de sopa hechos de la parte superior de los cráneos humanos, algunos todavía sucios con los restos de la última comida de Gein.

También había sillas que habían sido construidas con huesos humanos, pantallas de lámparas y papeleros tapizadas con piel humana.

Había una caja de narices, un cinturón hecho de pezones y una caja llena de genitales femeninos preservados.

Cinturón de pezones / Foto de: Elite Readers

Las caras de nueve mujeres habían sido conservadas y montadas en la pared como trofeos de caza.

Había leggings y delantales de piel e incluso un chaleco de piel, completo con pechos.

Mientras los oficiales aturdidos continuaban recopilando su inventario macabro, surgió una pregunta terrible: ¿Qué clase de hombre recogería tales reliquias y cuánta gente había asesinado para adquirirlas? ¿Qué métodos usaba para que nadie se hubiera dado cuenta antes?

Rutina macabra

Gein, después de la muerte de su madre desarrolló una rutina para sobrellevar su existencia solitaria.

Durante el día, se ganaba la vida haciendo trabajos extraños o cuidando niños para sus vecinos.

Pero de noche, conducía su sedán Ford de 1949 en dirección a cementerios locales para desenterrar cadáveres.

Estos viajes nunca fueron tomados por capricho.

Ed siempre revisaba los periódicos locales de antemano, buscando los avisos funerarios de las mujeres del pueblo.

Su preferencia estaba vinculada con ancianas como su madre.

Desenterraba los cadáveres y los llevaba a casa con él para llevar a cabo sus experimentos.

Ed aseguró que jamás tuvo relaciones sexuales con los cadáveres (la justificación para ello era que “olían mal”), pero disfrutaba quitándoles la piel y formando objetos domésticos con sus partes del cuerpo o prendas de ropa.

A pesar de la gran cantidad de estos objetos encontrados, que estaban compuestos de partes humanas, sólo sabemos de dos asesinatos cometidos por Gein.

El primero de ellos ocurrió en el invierno de 1954, cuando disparó a un dueño de una taberna local, Mary Hogan.

Se sabía que Gein estaba obsesionado con Hogan y pasaba horas cuidando una sola cerveza en su taberna mientras miraba con adoración en su dirección.

Su máscara de muerte se encontraría en exhibición en su casa de campo.

La segunda víctima fue Bernice Worden, cuyo asesinato llevaría al arresto de Gein.

La detención

Una vez en custodia policial, Gein admitió haber asesinado a Hogan y Worden pero negó cualquier otro asesinato, insistiendo que las partes del cuerpo encontradas en su casa eran de cadáveres desenterrados.

Una serie de exhumaciones llevadas a cabo por el departamento del Sheriff del condado de Wautoma parecía validar esta confesión.

Las tumbas que Gein afirmaba haber robado estaban vacías.

En cualquier caso, Gein no fue juzgado por asesinato.

Fue declarado loco por la justicia y posteriormente encerrado en el Hospital Central del Estado en Waupun, Wisconsin, donde permaneció hasta su muerte.

Ed falleció de cáncer, el 26 de julio de 1984.

Después de su muerte, el superintendente del hospital comentó que Gein había sido un paciente modelo.

La única particularidad que tenía, era el hábito bastante desconcertante de mirar fijamente a cualquier miembro del personal femenino que transitaba en su campo de visión.

*Este artículo fue escrito con traducción e imágenes de The Mirror, The Oddysey, ListVerse, Psicología y Mente

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