Mindhunter: un vuelco en la forma de “disfrutar” el crímen.

Angela Barraza Risso
Fisura Magazine
Published in
8 min readOct 27, 2017

Antes de comenzar una reseña o crítica, creo que es importante aclarar o transparentar el la posición que uno tiene en el mundo frente a los temas que aborda.

Vale decir, es muy probable que una persona como yo, haga pico una comedia romántica porque mi energía vital está desplazada a tópicos diferentes (como “comunicadora social” me he dedicado a temas de derechos humanos, política, contingencia); no así con series como Mindhunter ya que toca una fibra sensible dentro de mis intereses (en algún momento quise ser médico fornese, estudié perito criminalístico un tiempo y en materia de DDHH, el femicidio es lo que me vuela la cabeza).

Aclarado lo anterior, no es de sorprenderse que la serie me haya encantado.

Mindhunter viene a coronar este segundo semestre esplendoroso para Netflix, donde la segunda temportada de “Stanger Things” ha sido noticia mundial, así como los comidillos de la producción y los pormenores de sus actores.

Con Mindhunter, Netflix dio un golazo al anunciar que sería dirigida por David Fincher, maestro detrás de los thrillers psicológicos Se7en (1995), Fight Club (1999), Zodiac (2007) y The Girl with the Dragon Tattoo (2011), entre otras; y además de tener un papel decisivo en la creación de la serie de televisión House of Cards.

Después de saber “ese” dato, la expectativa sólo podía ir en aumento. Afortunadamente, para los que amamos el trabajo de Fincher, la serie cumple todas las expectativas.

Acá te dejo el trailer

Basada en el libro Mind Hunter: Inside FBI’s Elite Serial Crime Unit, de Mark Olshaker y John E. Douglas, (este último fue un ex agente del FBI a quien en la serie conoceremos como Holden Ford) no podría garantizar qué significa. Si se parece o no, si vale la pena el dato, no podría decirlo. El libro no he podido leerlo, a pesar de lo mucho que lo he buscado. Así que no podré aportar datos sobre el tema (lamentablemente), pero debía ponerlo ya que todas las reseñas dicen lo mismo y hay que cumplir con ciertas formalidades (en realidad tampoco sé por qué, pero ya está). El caso es que, es de esperar que -ya que la serie ha sido todo un éxito- se haga una edición en español y lo vendan en google books. Seguro que sería un hitazo editorial.

Pero ver la serie fue toda una experiencia.

El primer capítulo me dejó con la sensación de “gran fiasco” y debo reconocer que vi el segundo en la lógica de “Es Fincher… démosle otra oportunidad”. Lento y con muchas escenas injustificadas, nada dice de lo que ocurrirá más tarde. Sólo funciona como introducción de este joven Holden Ford quien trabaja de negociador de rehenes para un arcaico FBI post J. Edgar Hoover en pleno apogeo del hippismo.

Claramente, la época en la que se desenvuelve la serie está marcada por el fanatismo religioso, el machismo y el racismo, lo cual queda muy bien retratado a través del periplo de los viajes que deben pasar 2 de los protagonistas, dando charlas a los demás cuerpos policiales de diversos pueblos de los Estados Unidos, sobre el manejo de rehenes en situaciones de conflicto y sobre la cacería de asesinos.

Pero vamos por partes:

Arco argumental:

¿De qué trata la serie? Es la historia del agente especial Holden Ford (Jonathan Groff), negociador de rehenes, que después de una negociación fallida, se retira del servicio activo para entrar a la docencia.

Pero Holden necesita algo.

Cuando conoce a su novia Debbie (Hannah Gross), estudiante de sociología, se da cuenta de que lo que necesita es estudiar para ampliar sus conocimientos y ser más eficaz en el área de la enseñanza.

Debbie (Hannah Gross)

Es así como convence a su jefe de ir a la Universidad quien, no muy convencido, para darle sentido a los estudios de su subordinado, le encomienda la misión de reclutar personal capacitado para el FBI.

Claramente y pos los tiempos, Holden no es muy bien recibido en la universidad ya que piensan que es un soplón.

Luego de una serie de eventos, lo asignan con otro agente, Bill Tench (Holt McCallany), quien capacita a las policías de los Estados.

Un buen día, Holden encuentra un contacto que lo conduce a un asesino serial, Ed Kemper, y esa reunión detona una idea en Holden: entrar en la mente de los asesinos para generar perfiles psicológicos de esos criminales.

Verdadero Edmund Kemper

La lógica es: si sé como piensan, puedo llegar a capturarlos.

Afortunadamente para él, su lógica funciona y Holden comienza a resolver sus primeros casos. Esto le demuestra a su compañero Bill que su misión tiene sentido y consigue que se involucre más. El siguiente paso es que lo acompañe a realizar otra entrevista.

Obviamente, nadie ve con muy buenos ojos esta investigación; sin embargo, Bill recurre a una vieja conocida, la doctora Wendy Carr (Anna Torv) una psicóloga conductual quien le da seriedad, peso e incluso consigue financiamiento para continuar con esta investigación.

Los personajes:

Holden Ford puede ser visto en una primera instancia como un joven idealista, medio tarado, con muy poca inteligencia social, sin embargo, con el correr de los capítulos empieza a mostrar un hambre bastante particular por lo que hace.

Todo en él es incorrecto e incómodo pero es el detonante indiscutible de la trama. Jugando a participar de la serie, me atrevería a denunciar un cierto grado de psicopatía del personaje quien, de a poco, comienza a involucrarse con los asesinos de forma íntima. Sus entrevistas, en muchos momentos lo llevan a comportarse más como un fan que como un investigador, lo que alimenta el ego de sus entrevistados y los lleva a hablar sobre sus macabros, pero “brillantes” crímenes.

Bill Tench, es un agente especial del FBI perteneciente a la Unidad de Análisis de Conducta; el personaje está basado en Robert K. Ressler y está muy bien interpretado por Holt McCallany. Con un rol no tan protagónico en esta primera temporada, es el cable a tierra de Ford; el que da la cara y quien contacta a la doctora Wendy Carr. Sin embargo, tiene serios problemas personales en su seno familiar.

Wendy Carr, por su parte, es un personaje que encanta por su profesionalismo. En la serie es seca y está basada en la Dra. Ann Wolbert Burgess, quien, en la vida real es internacionalmente reconocida por ser una pionera en el tratamiento del trauma en víctimas de abuso.

La trama es buena, los personajes también. Pero hay otro plus:

A pesar de que no es una serie sangrienta de forma explícita, lo es en los relatos. Algunos realmente dan vértigo. No por los acontecimientos como tal sino por la forma en que son contados por los asesinos. Hay un dramatismo retorcido en las entrevistas que realmente da la sensación de que estás teniendo acceso a estas personalidades en lo íntimo.

Sin la cacería clásica a la que Hollywood nos tiene acostumbrados, Mindhunter ofrece otro espectro para disfrutar de una serie de crímenes. No quieres ver al FBI capturando al asesino, después de balazos, explosiones y persecuciones en auto, sino que quieres entrar a la cárcel, comer pizza con un asesino serial y saber más.

O al menos es lo que me pasó a mí que, de una sentada, me pegué la maratón e indudablemente quiero más.

Otro gran plus de la serie es la personificación de los asesinos. Está MUY bien lograda. La gracia es que como son casos reales, si tienes espíritu de investigación, te vas a entretener un millón de años googleando los casos y haciendo las comparaciones.

Afortunadamente, ya tenemos noticias sobre una segunda temporada. En entrevista con Billboard Fincher dijo que la serie retomará su trama con los asesinatos de niños en Atlanta, los cuales tomaron lugar entre 1979 y 1981.

Foto de las víctimas del caso

Además, el director comentó que la serie contará con más música afroamericana, pues tal como fue señalado por expertos y fans, la música de la serie es una de sus grandes fortalezas.

Los crímenes a los que hizo referencia Fincher, tuvieron lugar en un periodo de dos años y las víctimas fueron por lo menos 28 personas, tanto adultos como niños y adolescentes. Todos eran afroamericanos y muerieron brutalmente asesinados por asfixia.

Del proceso de investigación, sólo una persona fue acusada y encerrada por dos de los delitos: Wayne Williams, originario de Atlanta.

Wayne Bertram Williams

Cabe mencionar que en 1979 (año en que se desarrolla la serie), la ciudad de Atlanta, estaba consternada por diversos sucesos violentos que se vinculaban directamente con el racismo.

En la época, la ciudad tenía un 66% de población afrodescendiente, a la vez que varios grupos de un racismo extremo miembros activos del Ku Klux Klan se encontraban realizando secretas reuniones en los sectores “pudientes” de la ciudad. Esto aumentó la sensación de inseguridad, injusticia e impotencia de la población afroamericana. La represión policial era pan de cada día y sólo los blancos podían acceder a cargos de importancia.

Para 1980, Bufalo, Cincinnati, Indianapolis, Lake City y Oklahoma, habían servido de escenario para 11 asesinatos no resueltos y cuatro desapariciones. Todas las víctimas eran niños y jóvenes afroamericanos.

Algunos tenían impactos de bala, otros habían sido apuñalados; pero la mayoría habían sido estrangulados.

La noticia recorrió veloz el mundo. «Los asesinatos de niños de Atlanta» fue un titular que permaneció durante meses en los periódicos no solo de Estados Unidos.

Para la población, se trataba de que la policía no se estaba esforzando lo suficiente por aclarar los crímenes y secuestros que, a todas luces, parecían crímenes raciales.

Así que hay grandes expectativas en que la segunda temporada será un lujo.

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