Recalculando: de diseñadora industrial a diseñadora UX

Agustina Torá
Flux IT Thoughts

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En este artículo les cuento mi experiencia acerca de cómo, siendo diseñadora industrial, me volqué al mundo del diseño UX. Voy a compartirles algunos tips, formas de trabajo, metodologías, y ganancias que pueden servirles a quienes estén por transitarlo.

Sin entrar en tecnicismos, siempre sentí que me gustaba resolver cosas. Si necesitaba algo y no encontraba un producto que lo resolviera, imaginaba cómo podría ser. Si había algún objeto que no cumplía bien su función, pensaba alternativas para mejorarlo. A veces no sólo imaginaba, sino que planificaba y me ponía manos a la obra al mejor estilo DIY (do it yourself). Y creo que ese instinto me fue acompañando a lo largo de mi trayectoria profesional hasta llegar al lugar en el que me encuentro hoy.

Primeros acercamientos

Hace algún tiempo atrás, me embarqué en la hermosa carrera de Diseño Industrial. ¡Me voló la cabeza todo lo que podía hacer! Encontré una manera de entender los productos desde una perspectiva totalmente diferente, poniendo a la persona y sus necesidades en el centro.

Para ese entonces, no sabía que existía todo un mundo llamado UX, y tampoco qué significaba. Empecé a escuchar términos como “metodologías ágiles”, “Design Thinking”, “hackathons”, “service jams”, “UX/UI” y otros cuantos en inglés. Así que, en la medida en que iba cursando la carrera y llevaba a cabo reiterados trabajos en los cuales debía diseñar productos tecnológicos, me iba dando cuenta de que era inminente proyectarlos en conjunto con interfaces digitales.

Tiempo después, ya recibida, comenzó a atraerme mucho la idea de poder mixear estos mundos: diseñar productos tangibles con interfaces digitales. Me preguntaba: ¿Por dónde arrancar? ¿Dónde se estudia lo que yo quiero hacer? En ese entonces, como todo lo nuevo, sonaba muy abrumador, y por eso empecé a indagar:

  • Al alcance de un click: comencé por lo obvio, internet, blogs, videos de YouTube, talks. Vi de todo.
  • De lleno me metí en la comunidad: asistí a charlas, encuentros de diseño y eventos. Me sumé a todos los canales habidos y por haber sobre UX en Slack, Discord e Instagram. Y con toda esta información en mano, me animé a consultar y charlar con personas que se encontraban en el tema y en la industria.
  • Referente clave: un señor que conocía muy bien, Don Norman. ¡Reconocí un referente del diseño industrial! Y entonces me pregunté: ¿qué tenía que ver DN con este ámbito?

Con toda esta información, empecé a detectar que pivotar mi camino profesional hacia el maravilloso mundo del UX era, en definitiva, posible. Así que, envalentonada, me anoté en un curso en el cual empecé a incorporar los conceptos básicos de UX y a orientar mi carrera hacia estos lados.

Match instantáneo

En ese continuo interés, les puedo contar que una de mis primeras experiencias laborales se dio de una manera muy particular. En un momento de intercambio de conocimientos y experiencias entre la Facultad de Informática y la Facultad de Artes, un grupo de egresades y yo nos propusimos un encuentro con el LINTI (Laboratorio de Investigación en Nuevas Tecnologías Informáticas de la UNLP), y casi por casualidad me topé espacial y temporalmente con un equipo de trabajo que necesitaba una mano con el “diseño” de los proyectos y soluciones digitales que estaban llevando a cabo. Fue una conexión mutua: el grupo necesitaba a alguien que los ayudara a llevar a cabo definiciones de diseño de experiencia; y yo, por el otro lado, necesitaba empezar a ganar experiencia en este rubro ✨

Diseño industrial aplicado a mi trabajo

Para mi sorpresa, me encontré con un sinfín de similitudes y referencias que ya había escuchado en la facultad. Metodologías parecidas, procesos que ya conocía (algunos con otros nombres) que eran totalmente aplicables a este campo; y en particular, el enfoque de diseñar empatizando con las personas, entender sus necesidades y transformarlo en una oportunidad que genere valor tanto para las personas como para las empresas (negocio).

Añadido a esto, pude confirmar que, como diseñadora industrial, ya tenía allanados algunos caminos:

  • Fallar rápido y barato

Muchas veces no me doy cuenta, pero la realidad es que hacer prototipos, testear con personas usuarias y validar, está dentro de mi background como diseñadora en general. Como diseñadora industrial, me resulta imposible pensarme diseñando directamente un producto final sin haber pasado por etapas previas.

Imagínense diseñar una pava eléctrica sin haber validado con prototipos y modelos; sin saber si las personas usuarias la pueden sostener, entender su peso en el espacio, llenar de agua por el lugar indicado, comprender los indicadores de llenado y temperatura máxima… ¡todo puede salir mal! Desde cometer errores ergonómicos graves, hasta no haber elegido la materialidad o el proceso productivo indicados.

Con los productos digitales se da la misma situación. Poner en práctica la cultura del prototipo constantemente me ayuda a plasmar mis ideas, ordenarlas y testearlas. Me permite fallar rápido y barato. Puede sonar trillado, pero la realidad es que, de esta manera, se evita invertir tiempo y dinero en la etapa de desarrollo.

  • Mejora continua a partir de las necesidades de las personas

Muchas veces (por no decir todas), tener acceso a testear con personas usuarias es difícil, pero trabajar en un producto interno y tener al alcance colegas que, en definitiva, son quienes usarán lo que estoy desarrollando, ayuda y mucho. Cómo también lo hace contar con una comunidad que está siempre dispuesta a colaborar, a dar su punto de vista y a contarnos cómo es su trabajo y cómo son sus relaciones en el día a día, entendiendo que, después, todo eso se traduce en assets de gran valor.

Escuchar, entender qué necesitan y ponerse en su lugar son los pilares para pensar las bases de lo que queremos solucionar. Prototipar y testear es una mejora continua, y la mejora continua es parte del mindset de todo el equipo.

  • Trabajo interdisciplinario

Al venir de un mundo en el cual es indispensable el intercambio de disciplinas y rozarse con otros perfiles de diversos oficios para construir un objeto o servicio, es interesante cómo en equipos de productos digitales se da una dinámica similar (quizás con mayor interacción entre los diversos roles en etapas más tempranas), y donde, en conjunto, se ayuda a evolucionar y construir el producto bajo la mirada y experiencia de cada persona.

Este no es un trabajo que haga sola. Al contrario, hay un equipo de UXers, tech y management por detrás que sostiene toda la matrix. Diseñar experiencias y crear soluciones es un proceso que se hace en equipo.

No todo es color de rosas, pero casi

Obviamente, al sumergirme en el mundo UX también noté una gran diferencia. Por un lado, quienes hacemos diseño industrial, nos acostumbramos a saber un poquito de todo, tener cierta noción y entendimiento sobre las tecnologías de fabricación, y eso nos permite poder diseñar sin limitantes externos hasta un estadio avanzado en el proceso de diseño y materialización de un producto.

En cambio, en el desarrollo digital en general, el hecho de empezar y tener casi nulo conocimiento de las tecnologías y una básica noción de programación, en mi experiencia personal, implica un cambio contundente. Porque, por naturaleza, queremos saber cómo está hecha tal cosa o cómo está pensada tal otra.

En este punto el hecho de preguntar cuando no tenemos seguridad sobre algo en particular, pedir siempre ayuda o guía, y hasta el propio “roce” profesional que se va adquiriendo, son aliados muy importantes para saldar ese desconocimiento. Si hay algo que moviliza a cualquier persona que diseña es la curiosidad, y por consecuencia, el entendimiento de las cosas.

En síntesis

Las personas interactuamos y estamos cada vez más expuestas a vincularnos con “el diseño” en general. Prestamos más atención a cómo se dan las interacciones de cada producto digital y qué tanto nos enganchan. Nuestra experiencia como personas usuarias va madurando, y es cada vez más crítica y exigente.

En definitiva, el mindset de las dos disciplinas es el mismo. Ambas buscan abordar el problema poniendo a las personas en el centro, entendiendo sus necesidades. Es clave estar en sintonía y tener predisposición a trabajar en equipo. Esto va a mejorar y acelerar tu trabajo y el de los demás.

Entonces, si estás pensando en transitar un camino similar, ¡animate! Te sorprenderá la cantidad de similitudes que existen entre las dos disciplinas. Y atenti: no es necesario saber de programación. Desde mi punto de vista, vas a notar cómo a través del diseño industrial ya contás con una gran base desde la cual empezar: diseñar para las personas usuarias! No es tan diferente, ni tan difícil hacer el cambio.

PD: si no resulta, ¡no pasa nada! Todo ese plus de conocimiento que antes no tenías es experiencia que se suma a tu background. Y si tenés alguna inquietud o sólo necesitás hablar sobre el tema, dejo el canal abierto para el intercambio (acá mi LinkedIn).

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