Última llamada

“I have never known birds of different species to flock together. The concept is unimaginable. Why, if that happened, we wouldn’t stand a chance! How could we possibly hope to fight them?”

— The Birds, 1963

Era un fenómeno nunca antes presenciado. Era una personificación de un filme de Hitchcock. Nadie hacía mucho, salvo mirar, escuchar, temblar en terror. Los que actuaban, solo capturaban el momento en vivo, como tratando de inmortalizarse por medio de los videos. Y es que los árboles uno a uno en desmayo desplomaban a la tierra que de fértil se tornaba en árida. Las olas de los mares alcanzaban alturas inmensurables, las aves caían en picada, los mamíferos chillaban con dolor mientras buscaban refugio lejos de la catástrofe, pero lejos de las personas. Llovía, dejaba de llover, se formaban tornados y se deshacían en minutos. En los trópicos nevaba y en el ártico hacía calor. Y en la brisa que acompañaba el caos se escuchaba un gemido de dolor y angustia. Muchos pensaban que eran la segunda llegada, el apocalipsis. Pero yo, en medio de todo, con lágrimas en los ojos y el perdón acumulado en la garganta conocía bien lo que pasaba. Era el último suspiro de la Madre Tierra. Era el último suspiro de la humanidad.