Oda a la papaya, el guineo y todas las frutas de por medio
“What thoughts I have of you tonight, Walt Whitman, for I walked down the sidestreets under the trees with a headache self-conscious looking at the full moon.
In my hungry fatigue, and shopping for images, I went into the neon fruit supermarket, dreaming of your enumerations!
What peaches and what penumbras! Whole families shopping at night! Aisles full of husbands! Wives in the avocados, babies in the tomatoes! — and you, García Lorca, what were you doing down by the watermelons?”
-A Supermarket in California, Allen Gingsberg
Cabalgar el frenesí de la plaza del mercado
y apoyar lo local
será siempre el pasatiempo anhelado
de todo aquel adicto al fruto
que da vida, que da perdición.
Cuán dulce néctar cae en mi paladar
cada vez que los antojos encienden
la llama que llama al pecado y a la pasión
que dicta excitado el corazón
entre piernas y manos,
senos y labios.
Aquellas quenepas que llaman mi nombre
posan cerca de las papayas
cuyos deseos húmedos, azucarados
se sacian con el toque de mi boca hecha agua
cansada de ser amamantada
por el jugo de las dos mil quenepas.
Y los plátanos dulces,
desnudos al fin de sus capas
se posan en mi vientre
aguardando mordida sin dientes.
Pero cuando las carambolas y las acerolas
y las sandías y frambuesas
y aguacates, coloridas uvas,
peludas y puntiagudas piñas
con naranja dulce, limón partido
se mezclen a la fiesta
y se cree el bodegón floreado
que alza la azúcar y sacia apetito voraz
será ahí cuando estaré satisfecha.