Las chicas lindas
“Una de tus palabras, quisiera, una sola. Una que sea solo para mí. Una que puedas darme y no arrepentirte luego.
Las chicas lindas me arruinan el cerebro. Las chicas lindas me dejan pensando días enteros en besos que se dieron y besos que quedaron en el aire.
Y pienso, entonces, en todos los tal vez, en todos los quizás, en todas las posibilidades que existieron y existen, en todo lo que nos rodea, en todo lo que brota y en todo lo que se reprime. A la fuerza. Las chicas lindas reprimen a la fuerza, pienso, entonces.
Las chicas lindas se me escapan de entre los dedos. Me arden en la piel y me parten en mil pedazos. Y las lloro, porque no sé más. Las lloro porque las chicas lindas siempre se van, siempre están en un limbo en el que reina la ambigüedad, las chicas lindas están y no, porque saben que los abismos valen más que el cariño y el amor que haya para dar. Las chicas lindas están enamoradas de la adrenalina y de lo volátil, no de mí.
Y pienso, entonces, qué linda que sos. Quisiera que me dieras una palabra, tuya, una sola. Pero vos sos una chica linda y yo soy yo. Pienso, de vuelta, que podrías tirarme a la basura y que a mí no me importaría. Pienso que podrías pedirme cualquier cosa. Pienso que podría mirarte la noche entera. Pienso que podrías sugerirme que me tire por el balcón y yo, encantada por tu voz, lo haría sin dudarlo. Pero vos sos una chica linda y yo soy solo una tonta, ahogada en tus tazas de té y en tus palabras.
Las chicas lindas me sacan hasta las ganas de comer.
Las chicas lindas como vos.”