Silvia María Gonzales: “Las editoriales independientes necesitan una visión de negocio”

Existe una arista que casi nunca se trabaja cuando se habla de literatura: la producción editorial. En Frontera Pirata hemos decidido ahondar en la investigación de la literatura desde una perspectiva etnográfica; vale decir, a partir de la descripción y el análisis de las relaciones sociales, económicas y políticas concretas que sostienen una industria editorial que — es el caso peruano–, bulle habitualmente en los intersticios de la informalidad y en los márgenes del mercado y del Estado. Un tema que cobra importancia ante el próximo vencimiento de la Ley del Libro. Por ello conversamos con la presidenta de Editores Independientes del Perú.

Manuel Angelo Prado
Frontera Pirata
11 min readDec 10, 2017

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Foto de portada: http://books4all.org/

Si un lector mirara los títulos de su biblioteca personal, grande o pequeña, no pensaría en editores, menos en diseñadores gráficos, correctores de estilo o diagramadores. Aunque suene aleccionador, deberían hacerlo, porque sin ellos sus anaqueles estarían vacíos. Detrás del nombre del escritor impreso en una carátula hay un largo proceso cuyo punto medio es la entrega de un manuscrito a un editor, el hombre encargado de convertir la creación de otra persona en un artefacto cultural: el libro. En esa labor no estará solo, lo acompañará más de un profesional, cuyos nombres serán recordados por pocos o casi nadie. Si hacemos un paralelismo con el cine, con ironía, descubriremos que el guionista está más cerca del editor que del escritor. ¿Cuántos se acuerdan de los autores del guion de Casablanca? ¿Cuántos del primer editor de José María Arguedas? ¿Podemos responder estas preguntas sin consultar Google?

En un mundo dominado por lo audiovisual, editar libros parecería ser una empresa inútil o delirante. Sin embargo, en tiempos de la posverdad, cuando es posible crear mentiras convincentes sin mucho esfuerzo, se hace urgente acercar las creaciones y reflexiones de calidad a los ciudadanos. Sería ingenuo pensar que la difusión del conocimiento solo puede darse a través de la Internet.

A nivel global, en el mundo editorial, existen las editoriales grandes y pequeñas. Estas últimas son conocidas como independientes. En un país como el Perú, donde un ciudadano lee 3.3 libros año [Encuesta del Instituto de Opinión de la PUCP del 2015] ser editor independiente, más que un emprendimiento, parece un sacrificio.

En este camino sin empedrar, las editoriales independientes peruanas han contribuido con la exposición de escritores nacionales que difícilmente hubieran sido publicados por editoriales grandes como Claudia Salazar, Susana Noltenius (Premio Nacional de Literatura por su libro de cuentos Tres mujeres) o Martín Roldán Ruiz, que debió agotar varias ediciones indies (incluida una del sello español Pepitas de Calabaza) antes de ver publicada, en Seix Barral, su novela Generación Cochebomba.

Con motivo de la reciente edición de la Feria del Libro Ricardo Palma, se ha llamado la atención sobre la necesidad de generar una nueva Ley del Libro, ante el próximo vencimiento –en el 2018- de la actual normativa (Ley N° 28086), cuyos beneficios tributarios no han generado el impacto positivo que se esperaba. En el Ministerio de Cultura lo saben. “[…] a las editoriales pequeñas les cuesta acceder a estos porque no alcanzan la valla que está puesta en el reglamento de la Ley, que es un 0.25% de una UIT en el tema de facturación de los costos relacionados al proyecto editorial”, le dijo Ezio Neyra, director de la oficina del Libro y la Lectura, a El Comercio en octubre pasado.

Para que la literatura se siga desarrollando, se necesitan empresas editoriales con capacidad de gestión, es decir, que puedan desarrollarse dentro de un mercado y que puedan publicar continuamente. Eso lo sabe Silvia María Gonzales, presidenta de Editores Independientes del Perú y creadora de Madriguera Editores. No se puede hablar propiamente de una industria cuando las editoriales independientes tienen tirajes de 500 ejemplares y cuando las ganancias son magras (tanto para el editor como para el autor). “Haces un trabajo de tres meses y terminas sacando, en líquido, unos S/ 2000 a lo largo de cinco meses. En esos casos, tu preocupación es que haya una venta sostenida pero, al mismo tiempo te cuestionas: ¿cómo hacer para que esto siga siendo funcional?”.

Uno de los aspectos más problemáticos para los editores es la distribución, ¿por qué este tema genera tantos dolores de cabeza a los independientes?

Cuando fundas una editorial, una de las primeras preguntas que te haces es ¿quién es mi aliado natural? Si das un paso atrás la respuesta es una buena imprenta. Este aspecto casi todas las editoriales independientes lo tienen controlado. Poco a poco han mejorado la calidad de sus negocios. Pero si damos un paso adelante, es decir, las ventas, eso sí es un horror. Y eso se debe a que las librerías no se han consolidado al 100% en términos de formalidad y de cumplimiento con sus obligaciones. No pagan o a veces se demoran mucho en hacerlo. Algunas incluso no reciben nuestros libros. Por ello, algunas editoriales independientes, simplemente, han desistido del canal de las librerías o lo manejan de una forma muy pequeñita. Así sucede en los casos de nuestras asociadas más grandes que son la editorial San Marcos y Altazor. Ambas tienen catálogos muy amplios, a tal punto que aplican al Plan Lector. Tienen una diversidad grande y no están en todas las librerías. Uno puede decir que es raro, después de tantos años de trabajo. Y es que ellos han decidido trabajar otras estrategias como la participación en ferias.

Ahora bien, este es un tema que golpea con más fuerza a los independientes porque te quita espaldas financieras, como sucedió el año pasado. Una cadena de librerías –que entró en etapa de venta y cambió de dueño- representaba el 50% de su facturación de dos editoriales independientes. Fue terrible porque estuvieron a punto de cerrar.

Silvia María Gonzalez/Foto: Facebook personal

¿De qué depende que un libro publicado por una editorial independiente sea rentable?

Del estudio previo que haga la editorial. Al momento de publicar un libro entran a tallar otros factores como, por ejemplo, quién es el autor. Si no lo conoce nadie o lo conoce muy poca gente, las posibilidades disminuyen. La rentabilidad de un libro también está relacionada con el tema y con el momento en que se publica.

Si el escritor no tiene antecedentes o relación con el mundo de las publicaciones tienes que idear cómo construir la imagen del autor para generar atención. Construir una especie de magia alrededor de ese contenido de calidad que has decidido editar. Asimismo, hay que explorar otras estrategias como preventa, organización de presentaciones, etc. Tienes que extender todas las redes posibles y aun así nada te garantiza que el libro tenga éxito.

Cuando trabajaba en librerías y veía los reportes de ventas, me cuestionaba: “Este libro tiene toda la maquinaria de marketing que puedes esperar de una trasnacional y a pesar de eso tuvo pocas ventas”.

¿Por qué crees que sucede eso? Quizás las editoriales no conocen bien al lector peruano.

Sí lo conocen pero hay que tener en cuenta que el lector peruano es muy inesperado. Por ejemplo, un libro que abordaba el tema de los mundiales de fútbol tenía todas las de pegar [publicado hace ocho años aproximadamente]. Aunque el precio no fue el adecuado, el libro en sí no causaba un interés porque las personas prefieren ver fútbol antes que leer sobre ese deporte.

Recuerdo que hace algunos años, trabajé en el libro de una persona pública. Uno puede pensar que el libro va a pegar porque las personas siguen o quieren a esa persona, pero ¿por qué vas a querer leer un libro sobre esta persona de la que los medios informan constantemente? Publicar un libro, en buena medida, es una apuesta. Ahora bien, si armas un buen catálogo tienes más posibilidades de éxito. Un ejemplo de ello es Polifonía que ha trabajado el libro-álbum, cuando pocos apostaban por ese formato. Y ahora le va muy bien.

Una figura de servicio en el sistema de las editoriales independientes es que el autor financie su obra. Esta fórmula, ¿le es rentable para el escritor?

Esta es una figura que se da mucho. Ahora las editoriales tienen una mayor consciencia de su catálogo y por ello tienen sellos aparte. Entonces, un autor es publicado en estos sellos. El editor dice: “No voy publicarte en mi catálogo oficial por un estándar de calidad, pero te ofrezco el mismo servicio con otro sello”. ¿Este modo de trabajar es rentable para un autor? Depende de lo que está buscando. Rentable, en términos económicos, no lo es. Quizás le permita recuperar un porcentaje del dinero que invirtió. Yo he manejado casos donde el autor ha pagado la impresión porque era un libro a todo color y yo no tenía caja para financiarlo. Entonces armamos una figura donde yo corría con todos los gastos de edición. Hice una tabla de Excel y lanzamos números sobre las ventas en librerías. Un análisis realista pero con optimismo inteligente (no vamos a pensar que vamos a vender mil ejemplares en poco tiempo). Veíamos números y el porcentaje que correspondía a cada uno.

Si bien es cierto que es una figura controversial la financiación de parte del autor, también hay que decir que es lo más realista, más aún es un país que no es lector. En mi caso, cuando edito un libro para Madriguera y el autor va invertir dinero prefiero utilizar una figura mixta. De esa forma, ambas partes se sienten comprometidas. En ese escenario, el escritor no tiene lugar a decir: “Yo puse toda la plata y tú no hiciste nada”. El editor o editora puede replicar: “Ojo, yo también puse una parte”. No hay que olvidar que uno puede trabajar con mucho profesionalismo, pero eso no garantiza el éxito de una publicación.

¿Y crees que los escritores peruanos son conscientes de estos elementos extraliterarios?

La mayoría ha adquirido mayor consciencia de ello; sin embargo, en algunos servicios editoriales te encuentras con autores que creen que van salir en la portada de El Comercio. Entonces, les dices: “Pero es tu primer libro. No te conoce nadie”. Falta pisar tierra, especialmente con el tema de la difusión. Como sabes, los escritores publican por un tema de prestigio. Quieren ser leídos y que su trabajo se conozca. Sin embargo, el acceso a prensa es difícil. Son ventanas muy peleadas y muchas veces los escritores se frustran con ello. Las editoriales dan todo de sí pero, a veces, no alcanza.

Cuando un escritor financia su libro, ¿el monto que paga cubre todos los costos de producción, o hay casos donde se requiere de un trabajo extra ad honorem? Por ejemplo, pedir el trabajo de una portada a un diseñador a cambio de que su trabajo sea publicitado.

Depende. En el caso de los libros que yo trabajo, la portada es ilustrada y ese trabajo está considerado dentro de los costos del libro. Hay casos en que las editoriales independientes tienen diseñadores in house. Cuando la portada es una foto, se pueden pedir los derechos para utilizar la imagen en el libro. Lo predominante es que el pago por la edición cubra todos los costos de la producción editorial. En mi caso yo presento la factura de la imprenta. Esto es lo que he gastado en la imprenta y es el monto que se debe cancelar. Todo con transparencia. Hay casos en los cuales el escritor contrata un paquete completo: el editor recibe el manuscrito y luego lo edita, distribuye y promociona. Depende de cada editorial y su paquete de servicios.

Hay casos en los cuales las editoriales independientes pasan por periodos de inactividad, es decir, no tienen una productividad continúa. ¿A qué se debe ello?

En mi caso, Madriguera está inactiva porque el último libro que saqué costó muy caro. En realidad saqué tres publicaciones a la vez. Luego sucedió que un cliente con el que mantenía servicios editoriales cerró. Además, las librerías no me estaban pagando. Luego acepté un trabajo que me comió el alma y no me daba abasto. Esta situación es más común de lo que se piensa. En algunos casos, las editoriales están conformadas por un grupo de personas y en otros hay una persona que funciona como orquesta. Es muy común que los editores independientes tengan un trabajo fijo además de trabajar en su sello editorial.

Formalmente, cuando entras en inactividad, la Sunat te da de baja. Claro, tendrías que ir ante esa superintendencia para decir que ya no vas a producir por determinado tiempo. Ahora, si tú estás en cero, es decir, no tienes ganancias y no reportas movimientos, la Sunat se comunica contigo. Cuando tú dices que no hay nada, te dan de baja. Cuando quieras volver a producir, tienes que reactivar la empresa.

Podríamos decir entonces que las editoriales independientes no son constantes…

Algunas lo son como la editorial San Marcos que además tiene su propia imprenta, al igual que Altazor. Cada quien tiene su propia fórmula para intentar ser constante. Es más difícil cuando las editoriales empiezan a tener personal en planilla porque ahí sí necesitas que entre dinero constantemente, y no es el caso de muchas, lamentablemente. Es un sistema precario.

¿Qué se necesitaría para cambiar esta situación?

Se puede abarcar de muchas maneras. Una primera medida sería que las editoriales independientes, a nivel nacional, se profesionalicen más. Hay una carencia de profesionalización muy fuerte a tal punto que ninguno de los que tiene una editorial independiente está formado en edición porque no existe una carrera de edición en el Perú. Eso genera que muchos sellos mueran en el camino o que su trayecto sea tan accidentado y lleno de errores que se van arrastrando a lo largo de los años y van formando un hoyo negro que, espero, no se los jale para abajo. Este es un problema netamente administrativo. Muchos editores vienen de las humanidades o las ciencias sociales pero también se necesita una visión de negocios. Hay que quitar un poco ese velo romántico porque nadie tiene una herencia millonaria respaldándolo detrás.

En segundo lugar, tenemos que ver que el ambiente en que trabajamos sea adecuado. En otras palabras que la Ley del Libro funcione, la generación de fondos concursables e incluso el tema de las licitaciones que ayudaría muchísimo a desarrollar una industria local. Cuando trabajé en Crisol vi licitaciones y el Ministerio de Educación te pide 50 mil o 30 mil ejemplares. Las bases te dicen, por ejemplo, que se necesita un libro para niños de cinco años, en el cual los protagonistas sean un gato o un oso. Te dan una línea de lo que debe pasar, los valores a resaltar y las características de diseño. Entonces eso no era un concurso abierto sino que tenía nombre y apellido. Y a veces era tan obvio que uno decía: “Ah ese libro es este”. Si las puertas realmente se abrieran a las editoriales independientes ayudaría mucho. Imagina que un sello gane S/ 1.00 por cada libro de un tiraje de 50 mil ejemplares.

También existe un problema con los beneficios tributarios para la producción de libros presentes en la Ley del Libro.

Lo que ha pasado, durante muchos años, es que las editoriales independientes no pueden acceder a estos beneficios tributarios porque tienes una valla de ganancias. Un punto con el cual siempre nos peleamos es con el denominado proyecto editorial. Este te permite pedir el IGV de la imprenta. Pero para poder acceder a ese beneficio tu factura debe tener un determinado monto. Una cifra muy alta para el tiraje de una editorial independiente. Al principio era así, luego se recomendó a las editoriales que pidan a la imprenta juntar dos libros en una sola factura. Pero ¿qué pasa cuando un libro lo editaste en enero y el otro en noviembre? Entonces la solución te genera más problemas. Poco a poco se ha ido trabajando para bajar esa valla y hacerla menos engorrosa.

Publicado originalmente en fronterapirata.com el 10 de diciembre de 2017.

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Manuel Angelo Prado
Frontera Pirata

Escritor, guionista y editor. Autor de dos poemarios. Cuando no escribo tomo fotos.