Columna | Interferencias
Contaminación crítica
¿Influyen las críticas en el crítico?
El ejercicio crítico tiene diversos vicios, reversos tenebrosos que son en ocasiones difíciles de evitar. Más ahora, en una época global en la que todo parece al alcance de un clic, donde quizá los pensamientos se vierten demasiado deprisa, sin depurar lo suficiente, en la que la información, que no el conocimiento, nos engulle como un tsunami que no por esperado deja de ser devastador. Si en la anterior columna hablábamos de los peligros del spoiler de los que ninguno estamos a salvo, en esta abordamos otra cuestión nada baladí: la de la influencia que ejercen las críticas y la información sobre los críticos, pues estos suelen ser a su vez lectores de críticas. La cuestión de si la influencia de esas lecturas es positiva o negativa.
Y habrá quien argumente sabiamente y con sensatez que dependerá del crítico. Y eso, qué duda cabe, es cierto. Pero, ¿y si esa absorción puede ser menos consciente de lo que se advierte en un primer momento? Pongo un ejemplo obvio, aunque creo que visible: si una serie de televisión recibe solo (o una mayor parte de) críticas negativas, el crítico, si las ha leído, ¿no puede tender a inclinarse hacia ese lado? Esto se percibe de un modo claro en los corrillos de los festivales de cine, donde los críticos influyentes ejercen una especie de corriente de opinión.
Al crítico se le presupone ajeno a influencias, pero no nos engañemos, resulta complicado permanecer ajeno a la información que te llega aunque juegues al escondite con ella. No, no es fácil. No estamos en una burbuja y el bombardeo es continuo. De la misma forma que hay críticos que prefieren documentarse leyendo entrevistas con el director o el showrunner de la teleserie o las críticas de la serie sobre la que van a escribir, los hay que prefieren estar al margen y leer las críticas sobre la teleserie después de haberla escrito.
La pregunta sigue ahí: ¿puede uno estar al margen de la absorción? ¿Es totalmente independiente en un período, como el actual, totalmente poroso, sobreexpuesto? Obviamente, se da por supuesto que, si uno va a escribir sobre una serie como The Handmaid’s Tale o The Man In The High Castle, será mejor que haya leído las novelas de Margaret Atwood y Philip K. Dick en las que se basan respectivamente. Estas lecturas pueden o no contribuir al ejercicio de la crítica, porque hay multitud de posibilidades de enfrentarse a la misma. Se entiende, o al menos lo espero, que me refiero a los análisis e información vertidas por otras personas, críticos o no, que abordan la función crítica y, también a la ingente documentación que se expande en múltiples formatos y de los modos más diversos.
Con ello no digo que los críticos que se documenten leyendo críticas sean peores o mejores, solo me pregunto si se puede estar al margen de las corrientes críticas que se forman y si consiguen evitar la contaminación. Entiendo la crítica como un acto solitario de perseverancia que conduce al fracaso en un intento de abrir vías e iluminar las zonas oscuras. Alguien puede decirme que el ejercicio de la crítica se ha democratizado y que hay tantas críticas como críticos. Esto es verdad, por supuesto. Es positivo que el ejercicio crítico se haya extendido. Me parece esencial. Ahora bien, y aquí viene la otra cuestión relacionada con la contaminación crítica, ¿cuántas de estas críticas tienen un estilo propio, son capaces de innovar y resultan originales?
No me malinterpreten. No me pongo por encima de nadie porque son preguntas que yo mismo me hago. Lo que tengo claro es que el crítico debe preguntar a las imágenes, al texto, escarbar en el trasfondo, sacar lo que no se ve, ir más allá aunque se estrelle, y hacerlo con honestidad, sin ponerse por encima del texto ni de la ficción. Y preguntar: a la serie, a la crítica que está elaborando, a sí mismo. A la vez que hace esto, debería ser indiferente a las voces que llegan por tierra, mar y aire.
La contaminación se respira. Sí, en efecto, como el spoiler.
Escribir algo desprendiéndose de lo superfluo o innecesario tal vez no sea tan sencillo. Tampoco debería renunciar a escribir de una manera sencilla y a simplificar criterios y opiniones. La crítica, como la entiendo, es un diálogo, no un monólogo. Y, a raíz de ese diálogo, una exploración personal que trasmite un conocimiento derivado de una ficción. Un diálogo siempre relativo, de tolerancia, en permanente revisión, vinculado a la sociedad a la que se pertenece. Entonces, en esta tesitura, ¿se puede evitar la contaminación? ¿O en realidad la contaminación puede ser positiva y es necesario que exista?